Me ha venido a la memoria este pasaje real de uno de los protagonistas del que sí fue, el auténtico legado de los padres de la patria norteamericanos del siglo XVIII, a colación de unas declaraciones que escuché del ex presidente Aznar en sus apariciones públicas para reforzar la campaña del PP para las elecciones autonómicas y municipales del próximo domingo 24.
Dijo Aznar, que él había legado la España más próspera de la historia, manifestación que no voy a cuestionar hoy desde el punto de vista ni económico ni social, pero sí desde la óptica –una vez más como es mi estilo- del liderazgo. Para que los lectores me entiendan: la distancia que separa a Rajoy de Aznar puede ser grande según se mire, a veces a favor de uno y otras a favor del otro, pero de lo que no cabe duda es que la “ampulosidad” de la expresión utilizada por Aznar resulta desde el punto de vista del liderazgo político, como poco chocante.
Porque se está erigiendo como tantos otros hombres, en que el poder y su protagonismo posterior les hicieron creer que su voz y su pensamiento eran los que valían para sus respectivos países. Aznar está convencido de que es el único que defiende determinados valores y principios, por no decir, la creencia de que su figura es casi mesiánica y un ejemplo que debe inspirar y seguir las generaciones más jóvenes de políticos que forman parte del principal partido de este país.
En cambio el presidente Rajoy, se lo ve más “pedestre”, esencialmente pragmático (con todos los errores que pudo haber cometido) y sin apelar a tanto mesianismo, sino a la capacidad de gobernar, que lleva toda la razón en afirmar una y otra vez que es muy difícil y que no se puede improvisar de la noche a la mañana.
Rajoy mira más al equipo de gobierno que a su propia figura. No es hombre de grandes discursos (la oratoria no es su fuerte), pero va atando muy bien los pasos que da, incluso aunque se le acuse (desde diferentes sectores de la sociedad) de haber dejado gente en el camino (caso de su amigo Rato).
Rajoy jamás diría lo que dijo Aznar. Porque con sus luces y sombras, este gobierno tuvo que sacar adelante a España de una situación extremadamente complicada y casi al borde de la bancarrota.
Aznar criticó ya en otras ocasiones la política de Rajoy y sin pedirle permiso, poniéndolo en un serio aprieto al presidente, ya que parecía que el poder que Rajoy ostentaba en ese momento en Moncloa, quedaba ensombrecido por las frases, pensamientos y acciones cada vez que Aznar abría la boca. Y me pregunto: ¿es esta forma de actuar la que un líder político utiliza para sostener que él ha dejado un legado? Más bien parece que es una carga. No cabe duda de que Aznar se lo cree, como lo hizo en Antena 3 hace un tiempo y que generó bastante revuelo.
En la comunicación gestual de ambos líderes, las diferencias son también siderales. Aznar tiene gestos de una soberbia que molesta, a diferencia de Rajoy que incluso se le ve con cierto aire de timidez. Cuando llega el momento de las palabras, Aznar mantiene ese listón alto de la prepotencia, incluso con una dosis muy grande de arrogancia. Todo lo contrario de Rajoy, que sabe perfectamente que es un líder cuestionado y que aunque tenga el poder, no parece que sus gestos ni sus palabras sean ni prepotentes y menos arrogantes. Probablemente cuando reacciona con fuerza cuando es interpelado en el Parlamento, puede subir el tono y el mensaje, pero jamás se nota que tenga una actitud engreída como la de su presidente de honor.
Estamos encaminados a gran velocidad a enfrentarnos a lo restos que 2020 nos tiene puestos por delante y que nos están esperando, como suele decirse, “a la vuelta de la esquina”. Dos hombres del mismo partido seguramente están viendo este horizonte de forma diametralmente opuesta. La experiencia del liderazgo político a nivel internacional, nos enseña que en los momentos más difíciles de un país, como le ocurriera a Churchill cuando en plena Segunda Guerra Mundial, hizo un llamamiento a sus compatriotas diciéndoles que no podía ofrecerles más que “sangre, sudor y lágrimas”, y el pueblo inglés estuvo todo a uno, sin la menor duda. Las circunstancias exigían grandes sacrificios.
La España de los años 2012, 2013 y 2014 fue la que nos ha exigido grandes sacrificios, aunque ya hay indicadores de que vamos en la buena dirección, a pesar de todo lo que hay que hacer aún, especialmente en materia de paro. Pero no imagino al ex presidente Aznar “agradecer el sacrificio” a los ciudadanos por todo lo que tuvieron que soportar como lo hizo el presidente Rajoy. Estoy convencido que Rajoy fue sincero cuando dijo estas palabras. Porque no cabe duda que es más próximo que Aznar, que prefiere estar en el “olimpo de los dioses” como un referente moral de los principios que según él, ha legado al país. Nada más lejos de la realidad y más falso que aquel político que cree que su legado es parte de la historia.
La única historia que cuenta es la que hacen las sociedades (ciudadanos y clase política) en un ejercicio democrático para mejorar la calidad de vida y hacer que el país progrese. Veo más a Rajoy empujando a pesar de las durísimas circunstancias que aún le están tocando vivir, que a personalidades que como Aznar, creen que la única solución a los problemas pasa por que se le siga y erija en modelo a seguir.