¿Por qué éstas últimas se convierten en habilidades relevantes para la elección de los que asumirán responsabilidades importantes en las empresas y de hecho son líderes potenciales? Porque profundizar en estas cualidades y técnicas, que como todo en la vida, puede mejorarse y aprenderse, independientemente de las condiciones natas del individuo, es un acortar caminos para organizaciones que requieren del talento que se incorpore a sus puestos de trabajo pero que esté a punto de rendir al máximo en el más breve período de tiempo.
Porque se enfrentan empresas y personas a mercados cada vez más complejos y altamente competitivos, donde el éxito se debe en gran medida por la velocidad, la iteración constante, y el rápido abandono de las malas ideas (hábitos). También es la forma que se pueda energizar positivamente a toda la plantilla en una organización, porque personas con esta preparación y condiciones, son las que tienen erradicadas en su conducta personal y en las acciones que acometen en los espacios de trabajo, todo elemento de negatividad que tan fácilmente se contagia a los demás, con el simple mecanismo del rumor, los correveidiles y el uso exagerado de tópicos así como de prejuicios. Digamos que están vacunados contra la vulgaridad, el escepticismo, pero fundamentalmente, son impulsores de la motivación.
Pero como todos los procesos de cambio social, puede que algunas crestas de la ola se vean pronto, pero siempre ocurre, que el cambio de fondo tarda en llevarse a cabo. Comenzará como siempre por la iniciativa privada en las organizaciones que pongan sobre la mesa de la demanda y oferta de trabajo, nuevas exigencias para nuevos tiempos. El gobierno de cada país y la clase política, como en un partido de tenis, “la verán pasar” no a la pelota…sí al cambio al que como suele ocurrir, llegarán tarde y legislarán también a destiempo. O sea que, en el panorama macrosocial de cualquier democracia moderna, en materia de cambio educativo en el que deberían concurrir organizaciones, instituciones educativas y obviamente las familias, la realidad no dice que sólo los agentes sociales y económicos son los que van moviendo la demanda (oferta de empleo) e incorporando los nuevos conocimientos que las organizaciones tienen que exigir en sus puestos de trabajo a los nuevos cargos que sean nombrados.
Por tanto, la gente que afronta el coste de un postgrado, tendrá siempre la inseguridad (al menos hasta ahora) de si su preparación complementaria a su licenciatura, por ejemplo con un MBA convencional, va a ser suficiente para encarrilarse en el camino del éxito.
Lo que destacaba el New York Times era, que durante años las escuelas de negocio se preocupaban más por el ranking anual en el “US News & World Report” en vez de aplicar el esfuerzo al rigor y la relevancia de sus cursos. Lo trágico de este sector, que no hay que irse al otro lado del Atlántico para encontrar estas coordenadas educativas, sino aquí a nivel local de España, en que no todas las instituciones han sabido cómo adecuarse a este nuevo mundo digital que lo cambia todo.
Una cuestión capital es el tremendo pecado que se lleva a cabo y que en muchas instituciones se seguirá practicando, de que profesores que dictan la materia que se supone de su competencia y especialidad, en primer lugar no están actualizados los contenidos desde hace tiempo. A veces, incluso años. Esto entra en la categoría de crimen formativo y debería ser punible.
Por eso el Times afirma que “la única cosa más aterradora es la idea de que algunos de nuestros mejores y más brillantes estudiantes de estas escuelas están siendo entrenados por profesores que están tan lejos de los tiempos, que ni siquiera saben qué tipo de datos existe actualmente o el poder que los datos tiene cuando se aplica en nuevas formas de predecir y cambiar comportamientos en tiempo real”. Digamos que es de tal contundencia el palo que le pegan a las instituciones de postgrado, que tampoco entendemos cómo no ha habido una reacción más colectiva, no sólo en los Estados Unidos, sino en otras plazas tan importantes para la formación de postgrado como son la Unión Europea, India y China.
El razonamiento es sencillo, aunque no deja de ser profundo: los asuntos de la educación en cuanto a datos y tecnología son tan importantes para la economía de un país, que probablemente sea mejor que dejarla en manos de los educadores convencionales, al menos en un porcentaje decente, tendrían los programas que permitir que fueran dictadas en conferencias especiales extra curriculares, por mentes entrenadas en el pensamiento disruptivo, con ideas originales que provienen de sus visiones más que de su experiencia práctica o la educación previa.
Qué interesa más, el Richard Branson de turno que en dos horas le de un repaso a la forma de liderar que requieren las corporaciones que mueven los mercados en el mundo y que cambian e influyen en los hábitos de consumo de millones de ciudadanos, o el profesor que hace quince años dicta la misma asignatura. Es más, los profesores que incluso con gran background y destacada carrera profesional, lo lógico es que cada tres años se sometieran a una especie de tribunal (se soluciona con una ponencia) sobre cuestiones de actualidad en la materia que dictan. Seguramente, muchos de ellos tirarían la toalla antes que verse sometidos al bochorno de que en realidad ya no están en condiciones de enfrentarse a un aula de postgrado con gente que tiene ilusión de aprender y competir.
Los cambios necesarios son saltos discontinuos hacia adelante y no extensiones lineales de sistemas y programas heredados. En muchos sentidos, es como si el sector educativo de postgrado tuviese que despertar por fin del letargo y darse cuenta que así no se puede seguir. Que no es suficiente con adaptarse al cambio.
Hemos dicho en cuanto al liderazgo de organizaciones punteras a escala global, que los líderes de éstas no se conformaban en cómo gestionaban esa adaptación al cambio. A un Jack Welch, un Lee Iaccoca, etc., esto les sabía a poco. El cambio no es para adaptarse según estas mentes privilegiadas, sino influir en él. Provocarlo para que otras organizaciones y líderes les sigan.
Este es el guante que la educación de postgrado necesita recoger sin ambages. No seamos hipócritas ni tengamos obsesión por la “titulitis”, porque lo único que se logrará es desvirtuar la esencia de la responsabilidad educativa que tiene la formación cuaternaria: formar en el carácter y personalidad de los que serán los líderes empresariales del mañana. Muchos de ellos llegarán a puestos de alta responsabilidad de estado y no estaremos afectados por la tremenda incompetencia de las clases políticas gobernantes actuales, en que el background necesario para que una persona llegue a ministro, es haber sido leal al jefe de filas de su partido. Un auténtico despropósito en cuanto a la sociedad que necesitamos construir para los nuevos desafíos que el mundo digital nos pone delante.
Comprendan lectoras y lectores: no es cuestión de vender lo que se tiene para vender…¡NO! Es cuestión de que los alumnos compren lo que necesitan para tener éxito en el desarrollo de su carrera profesional.
La única manera de ir hacia delante es imprimir un impulso para hacerlo, cuestión que estudia la cinemática en la ciencia física. En el ámbito de las ciencias sociales, el movimiento no necesariamente es lineal y hacia un punto en el horizonte.
El buen liderazgo político, empresarial e institucional de las escuelas de negocio, debe hacer que estos movimientos vayan siempre en un sentido: al futuro y no quedándose en el pasado. Porque si sólo se hace lo que siempre se ha hecho, podrá conseguirse lo que siempre se ha conseguido, aunque cada vez menos. Es una forma de muerte segura. Se estarán poniendo límites. Y éstos están determinados por la actual falta de visión de muchas instituciones académicas sobre lo que es posible y lo que será posible con las nuevas herramientas que la innovación tecnológica nos pone a disposición.
Cada vez que los políticos e instituciones, que no empresas, aceptan el estado actual de las cosas casi como un destino fatídico, se estarán poniendo fronteras para no crecer más allá de ellas. Los grandes líderes son los que nunca fueron desmotivados ni por límites ni por fronteras. El mundo siempre será de quiénes tengan una visión que excede su propio alcance y mantengan la vocación de crecimiento y mejora que la tecnología y el avance les permite.
Si quiere salir de dudas, pregúntele en algún foro en Internet a Warren Buffett o a George Soros, por citar dos líderes destacados, qué es el mercado para ellos. Se sorprenderá de la respuesta, porque cuando no están en un mercado determinado porque no lo conocen, deciden entrar en él si consideran que el riesgo vale la pena por los beneficios a medio y largo plazo. Sopesar riesgos es tarea de líderes efectivos no mediocres. Pero además, este tipo de personalidades van a dar por respuesta: “hemos entrado en este mercado porque creíamos que las cosas se podían hacer de otra manera, que aún es un mercado joven, que tiene mucho que dar a los que apostemos por él”. ¿Se han puesto límites o fronteras? ¡Por supuesto que no!
Desde la EEN estamos trabajando no sólo para que nuestros alumnos de postgrado tengan mejores posibilidades de adaptarse al cambio y triunfar. Queremos que nuestras jóvenes promesas profesionales que pasen por nuestras aulas virtuales y físicas, estén en condiciones de poder influir en el cambio. Que su impronta se note en las organizaciones que les contraten porque estarán apostando por el talento y la determinación.
Finalmente, cuando en un mundo en el que estamos acostumbrados a cientos de regulaciones (fronteras legales), financieras (fronteras económicas), sociales (fronteras culturales), etc., pretendemos desde la EEN romper con las fronteras que operan en la mente de los individuos.
Trabajamos para una sociedad que pueda levantarse cada día sin el agobio de las fronteras. La etimología de la palabra frontera deriva de frente, y frente no es el fin de un territorio (geográficamente hablando), sino el inicio del mismo. Por eso, la frontera tecnológica actual está en comprender la revolución digital como el inicio de una nueva etapa. Las organizaciones ya lo han comprendido. Desde la EEN lo hemos comprendido. Esperemos que el resto de instituciones académicas lo comprendan.
Alberto Díez Fuertes es CEO de la EEN España (Escuela Europea de Negocios). Licenciado en derecho, master en contabilidad y profesor en escuelas de postgrado. Empresario en mercado del lujo y distribución.Asesor de PYMES por toda Europa y especialista en negociación y empresas familiares desde hace 25 años. Conferenciante sobre PYMES y empresas familiares, así como movilidad ecosostenible.
José Luis Zunni. Director de ECOFIN.es, coordinador de la División de Análisis de ECOFIN, del Blog de Mangement & Leadership y del Blog ECOFIN Business Schools. Junta Directiva de Governance2014. Coordinador académico de e Latam. Profesor de la EEN (Escuela Europea de Negocios).
Eduardo Rebollada Casado, miembro de la Junta Directiva de Governance2014 y co- autor con José Luis Zunni de más de 200 artículos de Management y liderazgo en la EEN (Escuela Europea de Negocios) y colaborador del Blog Management & Liderazgo de ECOFIN