Con los datos al cierre de noviembre, los dos diarios líderes de España han continuado cayendo sin cesar en sus ventas. “El País” en torno al 8% y “El Mundo” en torno al 10%. El líder absoluto “El País”, está vendiendo en torno a 160.000 ejemplares de media diaria. Recordemos que cuando Cebrián deja el cargo de director este diario había superado el listón del millón de ejemplares de difusión los domingos. En términos generales, los diarios en España han perdido en torno al 70% de sus ingresos publicitarios en los seis años pasados desde 2008. Estamos, por tanto, ante una tendencia estructural que es claramente irreversible. No solamente los diarios, en estos seis años han desaparecido en torno a 2.500 millones de euros de ingresos publicitarios en los grandes medios, televisión, diarios y radio. La publicidad está en un cambio estructural radical, pasando de las fórmulas de masas a la fórmula personalizada de la publicidad programática. Con la incógnita añadida del rechazo generalizado a la publicidad que el lector considera invasiva. Recordemos que el bloqueador más conocido, AdBlock Plus, ha superado los 300 millones de instalaciones en todo el mundo.
En este contexto, aferrarse a la continuidad de un modelo es suicida. Como acaba de recordar el experto Martin Langeveld, los editores americanos que aún quedan en papel, saben perfectamente que el modelo de impresión de siete días está condenado. El nuevo modelo emergente está concentrándose en torno a editar en papel una vez a la semana (o dos o tres veces como máximo) con suscriptores para la edición digital que pagan pequeñas cantidades por esta combinación. Como recordaba recientemente Pedro J. Ramírez en una entrevista a propósito del lanzamiento de su digital puro “ElEspanol.com”, es completamente absurdo que los editores españoles de diarios se hayan gastado en 2014 casi el mismo dinero en comprar papel que en pagar periodistas. Una situación claramente sin futuro.
La prensa diaria en España está en quiebra: sus crecientes números rojos en absoluto pueden pagar su endeudamiento. Como consecuencia, los grandes diarios están en manos de los bancos. Su información tiende cada vez más a hacerse clónica, continuista, y ha dejado de lado su función social de contar la verdadera realidad de lo que pasa. Su credibilidad, como no podía ser de otra manera, está por los suelos. Una curiosa estadística publicada por “The Economist” muestra que la credibilidad de la prensa está a la altura de la comida basura. Los consumidores de la Unión Europea estarían dispuestos a prescindir antes de la comida basura y de los diarios que quedarse una semana sin Internet en sus teléfonos móviles. La ducha y el sexo es lo más valorado.
En su último libro, “Unaccountable”, la profesora de una universidad americana, Janine R. Wedel, llega a una conclusión muy preocupante: las élites en el poder que gobiernan el mundo se comportan de manera irresponsable y propician que los medios de comunicación ofrezcan un simulacro en lugar de verdadera información sobre lo que nos pasa. Y nos pasa que no sabemos lo que nos pasa.