Reflexionar puede hacernos compartir parte del análisis crítico y analítico con el meramente emocional, porque la percepción que tenemos de las cosas y personas, especialmente de esos hechos y acciones que hemos llevado a cabo y que miramos por el espejo retrovisor del año que ya termina, nos permite encajar mejor lo malo y al mismo tiempo nos da impulso para potenciar lo bueno. Así de simple. Nuestra naturaleza tiende a excluirnos de cualquier sentimiento que nos haga sufrir. De ahí que hay que saber vivir lo mejor posible con el arrepentimiento y dejarnos impulsar hacia todo lo que expresamente consideramos que nos hace sentir orgullosos, que nos da felicidad y alegría.
Reflexiones de fin de año
La pregunta que a veces se formulan algunas personas es si al final de cuentas, vale la pena hacer estas reflexiones de fin de año, como si en algo fuera a cambiar nuestro destino. En principio, podemos decir que para nada se va a cambiar lo que está en marcha ni podremos tener tal influencia en nuestro entorno.
Lo que sí decimos es que nuestra actitud frente a la vida, cuando hemos tenido que pasar momentos difíciles y a veces traumáticos, tanto en los planos personales como profesionales, es la que puede hacernos sentir que se ha producido un cambio a nuestro favor. Que de algún modo tenemos cierta capacidad de influir en nuestras circunstancias porque asumimos un rol más activo, en el que hemos ganado en seguridad y aplomo justamente por haber sufrido y pasado malos momentos.
El hecho de que aún dejemos espacio para la reflexión, dando rienda suelta a que nuestros sentimientos afloren y nos expresen tanto el agradecimiento como la compasión, la satisfacción como el oprobio y un largo etcétera, si les ponemos en contexto junto a nuestro análisis crítico que hacemos en base a hechos y datos objetivos, nos ayudará a ver mejor nuestro horizonte de corto plazo. Es verdad. Nada podemos cambiar del entorno, pero sí puede cambiarse la forma en que nosotros nos movemos en él, cómo lo aceptamos y lo más importante, cómo lo anticipamos.
Tampoco se sorprendan nuestros lectores si es precisamente durante estos días en que les invade un sentimiento en el que hay que buscar la reconciliación con aquellos que durante el año discutimos un día sí y otro también; pueden ser compañeros de equipo, o el mismo jefe en el trabajo, también un vecino y seguramente con miembros muy próximos de la familia.
La conciliación es un término que indica que hay un sentimiento compartido de cordialidad, empatía, compañerismo, necesidad de muestras de cariño entre dos o más personas y un bien común al menos en los momentos en que se dan un abrazo o se estrechan las manos: satisfacción porque nos reconocemos en el otro compartiendo la felicidad que implica transferirnos el cariño y el respeto. Para sentirnos apreciados tenemos que apreciar primero. Para recibir tenemos que dar. Quién no busca no encuentra, quién no recibe es porque no da.
La reflexión pone en su justo valor, porque en esto todos somos conscientes, los momentos que no hemos estado a la altura, en que hemos flaqueado en nuestra preocupación por los demás, especialmente ante trances difíciles de enfermedades que una persona allegada estaba pasando. Nos gusta la comodidad y nos incomoda sobremanera todo hecho o acción, incluso palabra, que pueda comprometer ese lugar “de confort” en el cual nos creemos con derecho a permanecer instalados de por vida.
Comunicación
Como podemos deducir, la reflexión tanto interior como referida a nuestro entorno, resulta necesaria, sea en fin de año o cualquier otra época. Tanto un tipo como otro requieren comunicación para resolver las cuestiones que detectemos. Ciertamente, parece fácil comprender la comunicación con otras personas, en diferentes ambientes (familiar, laboral…), pero ¿comunicarnos con nosotros mismos?
Efectivamente, la autorreflexión diaria ya ha sido expuesta en esta tribuna en alguna que otra ocasión, como ejemplo no sólo de análisis de una determinada situación en las organizaciones, sino desde el punto de vista de los grandes líderes y su capacidad de afrontar algunas cuestiones relacionales no sólo con la cabeza, sino con el corazón.
Recordemos que el liderazgo se materializa con simplicidad, pero en el fondo incluye una reserva de cualidades innatas a todos, pero que no sabemos hacer aflorar ni desarrollar.
La comunicación con ese otro yo (el que siempre está dispuesto a escuchar) debe ser primordial cuando queramos plantearnos esas cuestiones espinosas de nuestra vida diaria. Si sabemos hablar con nosotros mismos sabremos hablar con los demás.
Mediación con el mundo
Son cuatro los principios de la mediación: voluntariedad, confidencialidad, neutralidad e imparcialidad. Si nos fijamos, es el primero el fundamental, como no podría ser de otra manera. Tener voluntad de mediar, voluntad de iniciar el diálogo, la reflexión y, por tanto, el análisis objetivo, es una característica (¡qué casualidad!) que tiene todos los buenos líderes: libertad e interés por resolver los problemas.
¿Puede haber un verdadero líder que para solventar los problemas surgidos en su organización se limite a mediar en una especie de careo entre las partes implicadas? No parece razonable. Los líderes estudian los problemas desde la reflexión a dos bandas que ya hemos señalado: interna y externa. Muy probablemente, su capacidad de reflexión con su otro yo le permite “hablar en voz alta” consigo mismo y plantear los problemas desde una óptica más visceral, lo cual permite aflorar soluciones aparentemente basadas más en los sentimientos. Pero no debemos equivocarnos: el líder no se deja llevar por la aparente insensatez, sino que lleva consigo una sempiterna sensatez, fundamentada, muy especialmente, en el sentido común propio y éste está, a su vez, basado en las reflexiones interiores que realiza dicho líder, especialmente cuando hay problemas de por medio.
Responsabilidad
Pero si sólo fuera eso, un líder no pasaría de un gurú con un ideario. La diferencia de los líderes es que están constantemente reciclando sus experiencias más allá de sus reflexiones personales. Por ello, ejercen una mayor responsabilidad de la que suelen hacer gala, transmitiendo siempre confianza en sí mismos, los demás y, por extensión, los problemas que puedan surgir en las relaciones.
Por ello, podemos decir que los otros tres principios indicados sobre la mediación de conflictos llegan de manera natural y consiguen que las personas que trabajen o colaboren con los líderes tengan la percepción de estar con alguien capaz de analizar (realmente “reflexionar, como hemos dicho al principio de este artículo) situaciones, circunstancias y problemas con simplicidad, naturalidad y competencia.
Así que, sea Navidad o no, nunca es mala fecha para practicar una reflexión sobre los cómputos anuales de nuestra vida, por decirlo de alguna manera, que nos permitan categorizar los problemas y analizarlos con sentimiento, pues eso nos permitirá resolverlos (si es que deben ser resueltos) con eficacia.
José Luis Zunni. Director de ECOFIN.es, coordinador de la División de Análisis de ECOFIN, del Blog de Mangement & Leadership y del Blog ECOFIN Business Schools. Junta Directiva de Governance2014. Coordinador académico de e Latam. Profesor de la EEN (Escuela Europea de Negocios).
Eduardo Rebollada Casado, miembro de la Junta Directiva de Governance2014 y co- autor con José Luis Zunni de más de 200 artículos de Management y liderazgo en la EEN (Escuela Europea de Negocios) y colaborador del Blog Management & Liderazgo de ECOFIN.