Para algunos es la adaptación del viejo concepto del dinero a la era digital. Para otros, en el mejor de los casos una burbuja y, en el peor, una estafa piramidal que llegó a atraer casi ocho mil millones de dólares. Como todas las monedas, tiene su cara y su cruz. O, en este caso, su cero y su uno.
Los especialistas no se ponen de acuerdo en cuánto vale, objetivamente, un Bitcoin. El intento más serio por establecer un precio, aunque no ha sido el único, lo hizo hace un año, en diciembre de 2013, Merrill Lynch. Haciendo unas estimaciones de la "cuota de mercado" sobre el volumen total del comercio en internet que podría captar como medio de pago Bitcoin, la tasa de ahorro de los estadounidenses y otras variables, este importante banco de inversión norteamericano calculaba la capitalización de mercado total que debería llegar a tener: casi diez mil millones de dólares.
Eso hacía un precio, entonces, más o menos de unos 800 dólares por Bitcoin (y le auguraba un precio máximo en el futuro de 1.300 dólares). Curiosamente, la capitalización total en ese momento era ya cuatro mil millones superior a la que Merrill Lynch estimaba que sería su techo y, al cambio, el Bitcoin, llegó a estar a 1.151 dólares, lejos de esos 800. Efectivamente, había una burbuja... que no tardó en desinflarse. Pero no por las estimaciones del banco de inversión, sino por casos como el de Silk Road, la tienda on-line de drogas cuyos pagos se hacían exclusivamente mediante Bitcoin.
O de la quiebra de la plataforma MtGox de intercambio de Bitcoin, a la que le robaron casi setecientos ciencuenta mil unidades de esta moneda (casi seiscientos mil millones al cambio en ese momento). El intermediario, que operaba desde Japón, estaba mal gestionado y mal programado. Bitcoin es invulnerable. Pero si te roban la clave, pueden hacerse con todo el dinero que tengas ahí metido. Y difícilmente lo puedes recuperar.
Hay ventajas que juegan a favor de Bitcoin. Por ejemplo, la rapidez y seguridad de las transacciones, el hecho de que la masa monetaria total esté preprogramada y sea invariable o que la red esté distribuida por todo el mundo. Aunque haya países que hayan prohibido su uso, no pueden clausurar la red. El hecho de que se base en código abierto, ha hecho que proliferen los imitadores. Un programador cambia los parámetros como la masa monetaria o el número de decimales que admite (ocho en Bitcoin), y lanza su propia moneda en su propia red.
En realidad, ya antes de Bitcoin habían surgido intentos de hacer algo parecido. Por ejemplo, eGold, una moneda digital con respaldo de oro real. Llegó a tener cinco millones de usuarios desde 1996, cuando se fundó, hasta 2009, cuando las transferencias fueron suspendidas. Fue cerrada por las autoridades estadounidenses en 2011. Igual que se cerró la red de intercambio de archivos Napster... que cometían el error de mantener un servidor central para sostener a la red.
Que Bitcoin se consolide como medio de pago en internet y como divisa sin bandera dependerá de la aceptación que encuentre entre el público. Para muchos tiene unas enormes posibilidades. Para otros, no es más que humo. Pero, ¿no hay quien se ha hecho rico vendiendo parcelas en la Luna? El humo, a veces, da señales.