La Asociación de la Prensa de Madrid ha llamado la atención con un duro comunicado en el que afirma que “aprovechar esta crisis para convertir la información en espectáculo con el objetivo de ganar audiencia anula la credibilidad de los medios y su función de servicio público y deja a los ciudadanos indefensos cuando están más necesitados que nunca de recibir datos verídicos, rigurosos y debidamente contrastados”.
La intromisión descarada de muchos medios en la intimidad de algunas personas realmente afectadas, la vergonzosa propagación de opiniones sin un rigor ni conocimiento técnico, ha puesto en evidencia el empobrecido nivel del periodismo que se practica hoy en España. Parece que con los 11.000 puestos de trabajo suprimidos en los medios en los últimos años se haya tirado por la cisterna, el rigor, la mesura, la responsabilidad, ante un caso en el que el manejo de la opinión pública debe ser un delicado equilibrio entre la transparencia y la contención. Por supuesto que este reproche no puede generalizarse con carácter total, pero la tónica más extendida de la información sobre la crisis del ébola ha traspasado con frecuencia las líneas básicas de la ética de la profesión.
En España necesitamos urgentemente establecer algo así como una alternativa de la norteamericana Knight Foundation, una organización privada, sin fines de lucro, dedicada a apoyar “las ideas de transformación que promueven el periodismo de calidad, la innovación en los medios, involucrando a las comunidades en esta tarea”. Sería bueno una contribución de Google y otros gigantes digitales al respecto. Porque no solo la transición digital sino la calidad misma de la democracia está en juego ante la pauperización del periodismo de calidad como servicio público.