Se puede engañar a algunos todo el tiempo (Abraham Lincoln)
Lo que tenemos que tener claro y no olvidar nunca, es que el buen liderazgo se basa siempre en la verdad. El presidente Lincoln era un maestro de la dialéctica y tenía una virtud aún mayor: su extraordinaria capacidad de síntesis.
Cuando afirma que “Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo…se puede engañar a algunos todo el tiempo…pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”, con este pensamiento está sentando las bases de la política contemporánea, por lo menos en cuanto a declaración de principios.
Porque en los hechos, los que tenemos el privilegio de vivir en 2014, sabemos que las acciones de los hombres (algunas y a veces muchas), especialmente en la política, desmienten tajantemente al gran presidente norteamericano. Porque deberíamos –con todo respeto- corregir al presidente Lincoln en el sentido que hoy día y en todas partes, todo el mundo político está más proclive a enunciar medias verdades y desmentir falsedades, con tal de que los que ostentan el poder puedan seguir manteniéndose en su atalaya. Pareciera que el poder justifica la mentira y todo tipo de eufemismos que sostienen las verdades a medias.
Y la mentira sirve para clasificar a dos grupos de líderes: el bueno y el mediocre. El primero sabe que el cambio está a llegar y se prepara para ello. El mediocre, por el contrario, es sobrellevado por el cambio; cuando aflora la mediocridad siempre termina mal la historia.
Si se trata de una organización, tanto él como su gente y la empresa terminarán expulsadas del mercado. En la política, el líder mediocre hará que los ciudadanos padezcan en sus propias carnes los desaciertos de su gestión. Puede ser honrado, pero si es mediocre….NO HAY SALIDA.
¿Cuál es la auténtica medida del liderazgo? La distancia entre los grandes líderes y aquellos que se les considera mediocres, no se mide por la cantidad de aplausos y vítores de sus seguidores, sino por cuál es la medida de su carácter.
Un líder de carácter significa que sabe cómo afrontar la realidad con naturalidad y valentía por más cruda que se presente. En el ámbito político, sin cálculos electorales de por medio.
Por el contrario, el líder político mediocre tratará de disfrazar o maquillar la verdad para que los ciudadanos puedan ver solamente una cara de la luna. Harán todo lo posible para que no salga a la luz toda la verdad. Por ello, nunca mejor dicho lo de “verdades a medias” o lo que es lo mismo: MENTIRAS.
Pero pido a mis lectores que no se llamen a engaño: aquellos que por política defienden una verdad a medias, es como poco, ocultar la realidad que no es conveniente mostrar al ciudadano. Están cortejando a la mentira. ¿Miedo a perder votos? Peor aún: pánico por saber en su interior la impotencia y la incapacidad para resolver un problema.
El buen líder, justamente triunfa porque la gente confía en él al saber que se entrega en cuerpo y alma a la verdad y la difusión de la verdad. Esta es la gran diferencia. Pero además tiene la competencia profesional para hacerlo, que no es poco.
Un líder mediocre, no necesariamente es un mentiroso compulsivo. Lo que venimos a decir, es que puede actuar con nobleza y honestidad, pero sus intereses políticos personales y de partido, le obligan a acomodar esa verdad. Buscar una estratagema de cómo difundirla.
¿No le suena a Ud. conocido estos acomodamientos hacia qué es la “supuesta verdad”? En la comunicación que desde un gobierno se hace al ciudadano –tanto en las formas como en el fondo- subyace la auténtica medida de cuál es su liderazgo.
Un buen líder…los grandes líderes de todos los tiempos…afrontan la verdad para resolver el problema acuciante y restablecer ese estado de equilibrio previo al hecho al que se enfrentan; al mismo tiempo difunden toda la verdad por más dolorosa que sea, para que los ciudadanos sepan en qué escenario se están moviendo.
Es imperativo recuperar el liderazgo político europeo y más próximo a nosotros, reconducir la política española hacia cotas más elevadas de esa medida de liderazgo que determina el carácter de los grandes hombres y mujeres fundados en la verdad.
La sociedad española es adulta hace tiempo ya. Hay que tratarla como tal!!
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Últimos comentarios de los lectores (1)
780 | Carlos L - 12/11/2019 @ 14:47:32 (GMT+1)
Desgracidamente, en las organizaciones políticas, como en otras, el liderazgo basado en la autenticidad y la verdad es laminado en las capas inferiores de la organización. La autenticidad implica expresar la propia verdad y ese es un tabú en un partido político. Para ascender en un partido no es imprescindible (incluso resulta ser contraproducente) el talento, ni la bondad sino el sometimiento a la autoridad el tiempo suficiente para ascender y poder dominar la pirámide. Los verdaderos políticos al uso, esos que se denominan a veces a si mismos vergonzosamente como "animales políticos", completamente alejados del sentido aristotélico del término, son seres dominados básicamente por el deseo de poder y control. La enfermedad del poder diría yo. La vil motivación dineraria es propia de cuadros intermedios y seres que se acercan a los líderes, pero no de estos. Por eso los grándes líderes políticos se valdrán del cuchillo en la espalda para deshacerse de sus oponentes. Por eso sonreirán y tramarán sus pasos al acecho del macho o la hembra alfa. Por eso mentirán con tanta naturalidad como para creerse sus mentiras para defender el poder obtenido. Por eso envejecerán en pocos años en el ejercicio de la búsqueda del poder omnómodo que les consumirá pero al que no podrán renunciar, y mentirán, ocultarán, distorsionarán y pagarán cualquier precio con tal de mantener sus dosis necesaria de poder. Por eso no les importa en realidad el bien público, ni la marcha de país alguno. Todo estará al servicio de su propia adicción al poder. Por supuesto no siempre fue así. Tal vez, con suerte, en un principio tuvieron ideales, o creyeron que tenían idelales, pero estos se deshechan rápidamente en el ascenso al poder y se recuerdan como una tara o algo románticamente ñoño cuando se sienten en la cúspide de la Nada.
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