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Midnight Cowboy (Cowboy de medianoche) o cómo erradicar la negatividad de nuestras vidas

La sociedad actual se ha convertido en un campo de batallas en el que se mezclan esperanzas y frustraciones. A menudo, por no decir casi siempre, la frase “la realidad supera la ficción” se convierte en algo axiomático. De ahí que hay que evitar a toda costa que nos invada ese sentimiento de negatividad que hunde a las personas. Es por ello que he elegido hoy como storytelling de debate a Midnight Cowboy (1969), que es una de esas joyitas que da gusto volver a disfrutar de vez en cuando, del director John Schlesinger y con las actuaciones estelares de Dustin Hoffman y Jon Voight.
Existen dos líneas argumentales: la primera y más obvia, el relato crudo y excesivamente realista sobre la marginación, en que al igual que un texto Shakespereano moderno, Schlesinger hace una disección milimétrica de los personajes, deja sus almas al desnudo y de manera ácida, sin paliativos, nos describe las miserias humanas que conviven a nuestro alrededor en una mega ciudad como Nueva York; la menos evidente pero que se fortalece a medida que la cinta avanza, es la amistad, cómo surge y la poderosa fuerza que ella tiene en las personas, para transformarlas hacia el lado bueno del alma humana.

Jon Voight encarna el personaje de Joe Buck, un ingenuo tejano que se va a vivir a Nueva York y comienza a trabajar como gigoló seduciendo a mujeres maduras de Manhattan. Pero, lo que parecía ser una vida de placer, pronto descubre que dicho mundo no es como él se imaginaba.

El otro personaje, Rico Rizzo, interpretado magistralmente por Dustin Hoffman, es un timador enfermo de tuberculosis que sueña con el dinero fácil. Es más, la paradoja de la película radica en que quien será su amigo incondicional es al que tima primero. Lo único que les importa es sobrevivir en una ciudad que no perdona ni la miseria ni los marginados.

¿Qué lecciones podemos extraer de esta historia excelentemente relatada por Schlesinger?
Que en este submundo de marginación de las grandes metrópolis, existen almas humanas, no despojos como la realidad lamentablemente nos muestra a diario. Que la pobreza y la miseria que se adueña de las vidas de millones de personas en el mundo, no puede quedarse en una mera estadística, caso de los 45 millones de “homeless” (los sin techo) que pululan por los barrios marginales de las grandes ciudades de Estados Unidos. Qué hablar entonces de la marginación en Latinoamérica, Asia y obviamente en África. Debería sonrojar de vergüenza a los líderes políticos mundiales.

La lucha más contundente que se puede librar contra la pobreza, la miseria y la marginación, además de que se combata por el esfuerzo de gobiernos y políticas por una mejor distribución de la riqueza, debe provenir del interior de cada individuo y de que sientan que efectivamente siguen siendo personas con derecho a la vida, el disfrute, una sonrisa y gozar de buena salud.

Goi Nasu dice:“Todo un mar de agua no puede hundir un barco a menos que se meta dentro de la nave. Del mismo modo, la negatividad del mundo no puede hundirte a menos que permitas que entre en ti”.

¿Cómo es que la negatividad entra en nuestras vidas?
El personaje de Jon Voight se resiste a aceptar esta negatividad. Quiere cambiar este que parece ser su destino y no acepta que el enfermo que interpreta Dustin Hoffman, se entregue a un fatalismo inmodificable porque su negatividad está tan arraigada en su vida que ya se ha acostumbrado a vivir con ella. Porque está convencido que es su destino.

Voight por el contario no cree que las cosas vayan a ir a peor y se preocupa por cambiar el estado anímico de su amigo. Sale a buscarse la vida, trae unos pocos dólares, con los que compra medicinas, comida y algo de vestimenta para combatir el terrible frío del invierno neoyorquino, al cual no pueden combatir con calefacción porque no tienen, ya que están viviendo en un edificio abandonado.

La enfermedad de Hoffman se agrava y para cumplir lo que se habían prometido, inician un viaje en bus a Miami, ciudad que no podrá ver a pesar de los cuidados recibidos de su amigo Voight porque fallece antes de llegar a destino. Miami significa buen clima y posibilidades. Voight quería desempeñar un trabajo en condiciones y alejarse de las cosas que había tenido que hacer en Nueva York para sobrevivir.

Todo el aspecto duro del personaje, no proviene de su físico (que lo tiene por su altura y estado atlético) sino de su mentalidad y forma de ver la vida, el Joe Buck de Voight no entiende la derrota, ni acepta la miseria y se rebela contra la injusticia. Aunque su amigo fallece y no puede disfrutar su nuevo destino, el menaje final de Schlesinger es también tremendamente duro y efectivo: sólo los más fuertes física y mentalmente sobreviven. No es casual que así finalice el relato, en una sociedad norteamericana que premia a los mejores. Aquello que hemos explicado una y otra vez en liderazgo de que: soy el primero…el mejor…diferente.

Esta forma de enfocar el liderazgo circunscribiéndose únicamente a estas tres palabras y sin otra consideración, no es el liderazgo actual, moderno, efectivo y humano que venimos enseñando en los últimos años. Schlesinger contó una historia como tantas que ocurren a diario que hacen que unos pocos lleguen a la meta que se hayan impuesto. Muchos quedarán en el camino.

La concepción actual por la que vengo luchando y por la que se me conoce en los últimos años, es justamente la contraria a la visión que Schlesinger da de la persona: hay que formar y preparar a la gente para que sepa enfrentarse a la adversidad. Pero jamás aceptaré el hecho de que el fatalismo histórico que representó Hoffman de manera impecable, tenga que permanecer en cientos de miles de vidas que en el presente se debaten por falta de trabajo, emigración de los más jóvenes y preparados y un largo etc. de sufrimiento.

El fatalismo histórico que emana de Bruselas y que ha sostenido este gobierno como el único KARMA, no es aceptable, menos aún considerar normal que miles de ciudadanos puedan quedar en una suerte de marginación que sin llegar al extremo del personaje de Hoffman, se le aproximen peligrosamente.

De ahí que los que tienen la responsabilidad de gobernar en Bruselas, también en España, se afanen en lograr que la negatividad no hunda el barco de las vidas de la gente. Basta con unas pocas demostraciones de sensibilidad de parte de los dirigentes políticos, no solamente que se preocupen en momentos preelectorales.

Elimine Ud. la negatividad, es posible cambiar su destino mejorando su actitud frente a la vida a pesar de la crudeza y sinsabores por los que atraviesa. Recuerde el personaje de Joe Buck, que dejó la “mala vida” y que le dio esperanzas y dignidad humana a un ser enfermo y vilipendiado por todos como Hoffman.

Los grandes líderes siempre han dignificado la vida humana. Han tenido una privilegiada visión del mundo y un irrenunciable e irreductible sentido de la justicia.

Midnight Cowboy es una autocrítica tremenda a la insensibilidad de la sociedad actual, que después de 45 años de haber sido estrenada, no parece que se haya comprendido en el mundo que la miseria, marginación e injusticia nos degraden a todos…a nuestra especie.
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