A principios del año pasado se empezó a emitir, con gran éxito para los estándares actuales, la primera serie documental del canal Discovery Channel producida íntegramente en España. Se trataba de Mundo Hacking, un programa en el que un equipo de destacados especialistas en seguridad informática de nuestro país difundía las claves de esta disciplina. Uno de ellos se me quejaba con sorna de que había sido censurado. ¿Por qué? Por enseñar cómo trazar los movimientos de una persona en el mundo ‘físico’ (los informáticos suelen especificar).
En apenas diez minutos de programa, que nunca se emitieron, explicaba cómo seguir los pasos a un usuario de Twitter. Sin mucho conocimiento técnico, cualquiera podría ubicar desde dónde se ha conectado a la red social el titular de una cuenta. El ejemplo que utilizaban en el programa era el de Antonio Basagoiti, líder del Partido Popular en el País Vasco y, hasta hacía poco tiempo, amenazado por el terrorismo de ETA.
No es de extrañar que se negaran, incluso sus propios compañeros, a emitirlo. Basagoiti, por cierto, era muy activo en esa red social... hasta ese momento, en el que dejó de utilizarla (posteriormente canceló su cuenta). Alguien debió advertirle del contenido del programa.
Los políticos tienen equipos de comunicación que les asesoran y, en muchos casos, gestionan sus comunicaciones en las redes sociales. De hecho, cada vez hay más profesionales de la comunicación y del periodismo trabajando para ellos. Pero Twitter, por alguna razón, es percibido como algo personal. Y muchos se encargan de hacer ellos mismos sus comentarios de 140 caracteres. Eso hace que sea fácil espiar sus movimientos.
Por esa época, un hacker estadounidense fue detenido por difundir datos personales de, entre otras celebridades, Michelle Obama. Los movimientos en el mundo digital de la primera dama norteamericana habían sido espiados. Para observar, guardar y espiar los movimientos de millones de internautas hacen falta medios como los desplegados por la NSA... pero para seguir a una persona, sea un político amenazado o la mujer del hombre más poderoso de la tierra, solo hace falta saber un poco de hacking. Puede que a alguno le resulte tranquilizador. Por si acaso, sonría... le pueden estar grabando.