Los políticos son perfectamente conscientes de ello y por ello con el arranque de la campaña para las elecciones de este próximo domingo ha habido una auténtica explosión de noticias económicas positivas. Botín ponía su grano de arena advirtiendo que en cinco años no nos va a reconocer ni nuestra madre de lo bien que estaremos y numerosas marcas patrocinan en los boletines de radio las buenas noticias del día.
¿Ilusión? ¿Espejismo? Probablemente padezcamos el síndrome de escuchar lo que lo que queremos escuchar por encima de otras noticias, pero el hecho es que los medios saben qué es lo que la audiencia quiere de ellos y eso es exactamente lo que buscan ofrecerle. En ese caso, démosles los profesionales de las relaciones públicas lo que necesitan.
Así, si en los primeros años de la crisis cualquier titular vinculado con ella era tenido en cuenta –desde su impacto en el consumo de un producto hasta su incidencia en las relaciones íntimas de los españoles- ahora lo que vende, lo que la audiencia busca en los medios son las buenas noticias.
Esta evolución de lo que es interesante para la población –para los medios- es un pulso que los profesionales de las relaciones públicas debemos seguir de cerca. La oportunidad hoy no radica en convertir a nuestras marcas en noticia, sino en ser parte activa de la creación de un mayor optimismo. La diferencia radica en remarcar, más que nunca, el beneficio que el hecho en sí tiene para el consumidor, la historia de éxito que está detrás de esa innovación, las oportunidades que supone un nuevo lanzamientoo en promover una corriente iniciativas que lleven a la acción y hagan que el consumidor se sienta bien y tenga un motivo, aunque sea pequeño, para sonreír.