Las compras minoristas suponen 15 billones de dólares al año en el mundo. El año pasado, 235.000 millones de esa suma se realizó pagando con el móvil, según Gartner. Esa cantidad va a triplicarse en breve. La moneda, que la humanidad inventó hace cerca de 3.000 años, va a desmaterializarse. Los bancos han sabido mantenerse en el centro de este fabuloso negocio, incluso cuando los medios de pago se generalizaron con el uso de las tarjetas. Ahora lo va a tener más difícil.
En el plazo de unas pocas semanas, se han producido varios anuncios. Facebook está a punto de obtener en Irlanda el permiso para que sus usuarios puedan almacenar y enviar dinero electrónico. La china Alipay y Tencent están desarrollando sus propios sistemas de pagos electrónicos. Apple ha confirmado su interés en el sector de los pagos móviles. En una reunión en Londres, de la que da cuenta "Financial Times", se ha puesto de relieve que entre los gestores de fondos el mayor temor es que Google entre en la gestión de activos, tras el lanzamiento de Google Wallet. Las comisiones que percibe la banca tradicional están en peligro con las monedas virtuales. El futuro de los servicios financieros está entrando en fase de mutación.
Curiosamente, es en los países emergentes en dónde va más adelantado algún aspecto importante de este proceso. En Kenia, la mitad de su población usa su móvil (móviles corrientes, baratos) para pagar sus gastos corrientes y diarios. Más de la mitad de los pagos con móviles que se realizan en el mundo tienen lugar en el África subsahariana. En nueve de esos países ya hay más cuentas de pagos móviles que cuentas bancarias. Aviso a navegantes. Por aquí, solo Francisco González, un tecnoadicto, predica bastante en el desierto sobre la gran mutación bancaria en ciernes. La base misma del negocio bancario se enfrenta a un tsunami.