La comunicación, las ideas contagiosas y el poder de las personas centraron el debate de la primera mesa redonda de iRedes. Delia Rodríguez, redactora jefe de Huffington Post, habló sobre su libro “Memecracia” y expuso algunos aspectos clave para entender este concepto que nació en los años 60. Memes son ideas contagiosas, que han existido siempre. Pero la llegada de Internet ha provocado que las ideas se transmitan en todas las direcciones de forma intensa, no sólo desde las altas esferas de la sociedad hacia abajo. El hecho de poder elegir qué es lo que más nos conviene es algo positivo, pero el aumento del ruido en la red ha provocado la llegada de la memecracia, un entorno en el que sólo tienen éxito las ideas más virales, que más se contagian. Hoy en día lo anecdótico triunfa sobre lo importante y todos los actores sociales están entregados a los memes, desde los medios de comunicación hasta políticos como Obama, pasando por los premios Oscar. Pensamos, compramos y actuamos teniéndoles presentes.
Pablo Herreros, autor del libro “El Poder es de las Personas”, considera que lo interesante de convertir en viral un contenido es que no lo compartes porque creas que es bueno para ti, estrategia errónea que siguen algunas empresas, sino porque piensas que interesará a tus seguidores. Hay que saber ponerse en los zapatos de otros y pensar en qué les gustaría leer. Aunque asegura que no tiene la fórmula mágica de la viralidad, considera que los valores tradicionales siempre triunfan: el sexo, el amor, el humor o los contenidos didácticos. En un contexto de corrupción como el que estamos viviendo, en el que los ciudadanos se sienten huérfanos de valores y buscan barcos de ética a los que agarrarse, las empresas deben saber aprovechar esta necesidad y hacer de la ética una bandera. Para Delia, la clave es la transparencia. Hay personajes y empresas cuya estrategia es tener mala fama, otras no pronunciarse nunca… Y en medio hay una gama infinita de posibilidades de comunicación.
Arnaud Roy, que trabaja con empresas en Augure, considera que es inevitable que cualquier marca se vea envuelta en fenómenos virales incluso a su pesar. Lo importante es buscar la viralidad positiva. Pero hay que conocer bien los mecanismos que intervienen en la propagación de un mensaje, sea del tipo que sea. Ha observado que no se produce de forma lineal, siempre hay nudos que precipitan que la información se extienda y, detrás de ellos están los conocidos como influencers. En las campañas publicitarias hay un interés creciente en localizar a estas personas, que no tienen por qué ser ni las más famosas ni las que más seguidores tengan, sino las que sirvan como puerta de entrada a otros grupos de población que encajen en nuestra comunidad.
Delia incidió en la dificultad de encontrar una fórmula para lograr la viralidad, ya que el factor humano de contagio es imprevisible. Pero sí se sabe que la clave está en los contenidos que causen cualquier tipo de emoción. Algo extremo, algo intenso, tiene más posibilidades de ser viral. Consideran que vivimos una dictadura de la página vista, por lo que se potencian temas intrascendentes y no los más valiosos. Esto es culpa de todos los actores, pero Delia señala a los anunciantes, a los que pide un cambio de mentalidad y a las compañías periodísticas, que deben buscar un término medio. Recuperar la calidad y venderla lo mejor posible. Acabar con el contenido aburrido, crear titulares sociales pensados para Twitter y Facebook más que para Google y no tener miedo a utilizar el formato que más convenga a cada información, ya sean gifs animados, vídeos en Vine, etc. De esta forma, se convertirán en virales pero sin perder un ápice de calidad.
Por último, los ponentes dieron su opinión sobre los tweets patrocinados. Arnaud considera que es mejor que una persona ajena hable de una marca, porque generará mayor confianza que pagar por hacerlo. En cambio, Pablo considera que si una compañía tiene suficiente presupuesto y quiere hacerse oír en el ruido de Twitter, es bueno que pague por aparecer. Incluso asegura que conoce casos de empresas que han ofrecido dinero a personas que habían compartido entre sus muchos seguidores su campaña. Delia considera que el problema no es el tweet patrocinado, sino aquellos que no aparecen identificados como tales. Estamos ante un problema legal.