Pero lo que no me parece de recibo es que las agonizantes cabeceras diarias, las aglutinadas en AEDE, hayan presionado al arrinconado gobierno de Rajoy para que les subvencione sus millonarias pérdidas. Los diarios del papel llevan años agonizando. Acostumbrados al maná de la publicidad institucional, a dar sablazos a grandes empresas para que sufragaran su costosa tercera planta noble, donde decenas de altos ejecutivos se lo llevaban crudo, en salarios, en tarjetas visa oro, en coche oficial con chófer, incluso con jet privado para sus viajes a América. Y eso se ha acabado. Pues estos, los de las plantas nobles, quieren que Google y los demás agregadores les saquen de la ruina. Y va el ministro y cuela la llamada tasa Google de rondón en un Proyecto de Ley que pretende proteger todos los contenidos intelectuales, sí o sí, y por supuesto darlo a una entidad de gestión, Cedro, para que lo reparta, a los de AEDE, claro.
Ese experimento no ha resultado en ningún país de Europa. Google deberá de pagar, vía impuestos, lo que gana en España, en lugar de cotizar en Irlanda por una miseria. Habrá que cambiar las leyes actuales. Pero el sablazo para los AEDE tiene mala pinta. Huele mal.
Porque muchos periódicos digitales ofrecen gratuitamente su información y lo que les interesa es que sean visibles en Google y demás buscadores, ya que a muchos más de la mitad del tráfico les llega por buscadores. Si ahora estos deben pagar, a lo mejor dejan de indexar y se lía la parda.
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