Ya dijeron Marshall y Eric McLuhan hace años que cuando una nueva tecnología madura y expande sus límites, su cualidad informativa se invierte en una incapacidad para comunicar. La digitalización de la información empieza a dar signos de esta peligrosa inversión de valores.
Por un lado tenemos "muros de pago", que a duras penas y con tarifas de saldo -una fracción del coste de un periódico en papel- logran resultados económicos relativamente escuálidos. Y por otro, florecen medios digitales con tarifas de suscripción muy elevadas que alcanzan rápidamente sus objetivos financieros. Un ejemplo de lo segundo es Capital New York, propiedad de "Politico", cuya tarifa de suscripción digital es de 6.000 dólares. Pero también el servicio "Pro" de "Politico", cuesta entre 3.000 y 100.000 dólares, según el número de suscripciones demandadas. Ofrece contenidos especializados en temas como la energía, la defensa, la fiscalidad, el comercio electrónico, etc. Estos ingresos han permitido a la empresa entrar en beneficios y mantener una plantilla de más de 300 periodistas. No olvidemos, por otra parte, que servicios de noticias y datos como el de Bloomberg cuestan 20.000 dólares al año y tienen miles de suscriptores.
A la vista del difícil entorno del negocio de los medios de comunicación, algunas organizaciones se están moviendo hacia un modelo diferente, que podríamos llamar de información privada. El instinto de los periodistas es llegar con su trabajo a un número masivo de personas, cuantas más mejor. En un determinado contexto, esa tendencia puede ser un error fatal. Si queremos periodistas altamente capacitados y bien pagados, tal vez deberíamos avanzar en una estrategia distinta: concéntrate en la profundidad, la especialidad y la calidad, la exclusividad. "Business Insider", que está cerrando con muros de pago su abundante información de calidad, ya ha dicho que va a potenciar la venta de informes especializados realizados por periodistas, pues lo considera un nicho muy prometedor. Estos informes, redactados con agilidad y rapidez, pueden competir de hecho con los carísimos y sesudos informes de las firmas de consultoría.
Siempre ha habido una brecha en la información, en la estructura social que la demanda y la paga. Pero la era digital está dilatando esta distancia muy rápidamente. Es todavía demasiado pronto para saber si nos encaminamos a un mundo informativo polarizado, con una información de alta calidad para quien pueda pagarla y otra gratuita o de saldo para los que no pueden. Pero, desde luego, no es pronto para señalar este peligro.