Algunas reglas para hacer de nuestra mente una herramienta flexible y poderosa:
1º No disimular sus emociones
El liderazgo efectivo demuestra que los buenos líderes tienen emociones y saben gestionarlas muy bien. Les facilita la relación con sus equipos de trabajo y, cuánto más empatía tiene un líder, mejor seguimiento tendrá.
2º Viva el presente, no lo desperdicie
Saber aprovechar el presente frente a las personas que están pendientes del pasado y del futuro. Y aquí cabe una pregunta: ¿Somos los seres humanos conscientes de nuestro presente vital?
Las personas estamos cargados de sentimientos, tantos como células tiene nuestro cuerpo. Somos un cúmulo de sentimientos con inteligencia. Al ritmo vertiginoso en el que vivimos, es evidente que pesan más el pasado y el futuro que el presente. Estamos demasiado atados al pasado y creando siempre expectativas para el futuro. Este mecanismo es el camino directo a generar estrés y angustia.
3º Medir el alcance de nuestras acciones. Nuestras aptitudes frente a las actitudes
Para vivir el presente debo dimensionar mi vida. Buscar un equilibrio entre nuestra capacidad técnica (conocimiento) y cómo encaja en nuestra vida laboral, profesional y personal. Tanto más importante es la actitud con la que se asume un problema como la aptitud para resolverlo.
4º Saber priorizar
Trate de ver, de descubrir usted mismo la perspectiva de su vida. Miremos hacia nuestro interior, porque la real perspectiva de nuestras vidas viene desde el fondo de nuestra mente y nuestra alma.
5º La reflexión y la introspección son esenciales para encontrarnos a nosotros mismos.
¡No, no se asusten ni se impacienten! No es para nada fácil buscarla. Requiere tiempo, años de experiencia y madurez. ¡Muchas son las personas que no la han encontrado nunca!
Algunos otros factores a tener en consideración para encauzar el camino del éxito:
- Miremos más allá de un día. Ser muy conscientes de nuestro presente con una clara vocación de futuro. Esto requiere de un plan de vida (nuestro personal plan estratégico) basado en principios en los que creemos son los mejores. Cuando nos aferramos a nuestros valores, podremos ver con claridad el día de hoy…el de mañana…y ver también con nitidez un futuro. Una vez más, la perspectiva de nuestras vidas.
- Seamos estudiosos de la realidad que nos rodea. La que está más próxima e influye directamente en nuestras vidas y también la que lo hace de manera más indirecta. Comprendamos y toleremos mejor tanto el ambiente laboral como el familiar, buscando la conciliación y no la confrontación. Los ambientes cargados de energía negativa terminan transfiriéndonos parte de ésta, quitándonos fuerza para afrontar las tareas y estar bien predispuestos para ejercer nuestras responsabilidades diarias.
- Saber diferenciar lo posible de lo imposible. Son inútiles los esfuerzos por querer “cambiar el mundo” cuando lo único que debemos hacer es “cambiar nuestro mundo”, lo que nos dará una paz interior y felicidad a pesar de tener que enfrentarnos a los problemas que diariamente se nos presentan.
- Confiemos en el Grupo. Nunca sentiremos la confianza de los nuestros -seres queridos o compañeros de trabajo- si primero no confiamos en ellos. El sentimiento de pertenencia a un grupo es fundamental en la búsqueda de esa perspectiva vital.
- Saquemos lo mejor de nosotros mismos. Deben eliminarse tópicos como “no puedo hacerlo”, “esto no es para mí”, etc. Introducirse en un nuevo tema que no se conoce y es imprescindible en nuestro trabajo, implica esfuerzo. Tenemos que asumir que todas nuestras acciones requieren de sacrificio, lealtad a los nuestros, disciplina, conducta y buenos hábitos.
- Seamos merecedores y dignos del esfuerzo. No se llega al éxito sin reconocer lo que los demás hacen por uno. Un buen líder jamás es un ingrato.
- Tener siempre presente que somos interdependientes. Hay que tener cuidado en no obsesionarse ni con los tópicos ni con lo que los demás opinan de uno. Es casi una norma, nuestra creencia de que la forma en que observamos una cosa o un problema debe ser la misma que tienen que tener los demás. Asumamos nuestra posición sobre cualquier tema o problema, con criterio propio y sinceridad, pero sin menoscabar la opinión del otro. Dejemos que los demás sepan cuáles son nuestros objetivos.
- No habrá éxito sin el cumplimiento estricto de las metas que nos hayamos impuesto. No se puede lograr el éxito en ninguna empresa que nos impongamos en la vida, sin perseguir con decisión los objetivos fijados en nuestros planes, para poder “coronar” la meta con la que soñamos y por la que luchamos.
- Sin disciplina condicionaremos nuestro futuro. Si no tenemos la disciplina y la conducta para que nuestras acciones nos lleven con éxito a las metas propuestas, no solamente no las conseguiremos, sino que nos condicionarán en la obtención de otras metas que nos propongamos. Nadie debe pretender influir ni en la realidad ni en las circunstancias. Se dan, son hechos y no se pueden cambiar. Lo que sí puede hacerse, es circunscribir mi realidad y mis circunstancias en función de las metas propuestas.
Posteriormente hay que evaluar los resultados obtenidos. Corregir y volver a planificar (priorizar) nuestras acciones.
Si no comprendemos que lo que nos une y desune a los seres humanos es el nexo emotivo, de nada servirá más tecnología para lograr estadios de felicidad más elevados.