En la votación en la que participaron 1.061 personas (el 73% de toda la plantilla), el paquete de recortes fue rechazado por por un 48% de los votos, mientras que un 44% se expresó a favor. Este resultado, que ha sorprendido a los representantes de los trabajadores y a la propia empresa, paraliza la ampliación de capital por 400 millones de euros que la propietaria de Unidad Editorial, RCS Mediagroup, preparaba para este mes de septiembre. RCS supedita esta operación a una reducción de costes de 13 millones de euros, que quedan en el aire tras la votación del miércoles. Ahora Unidad Editorial, presionada por su matriz italiana que está preocupada por la grave situación financiera, se enfrenta a una drástica encrucijada y podría aplicar unilateralmente un paquete de recortes.
El plan de ajuste rechazado por la plantilla era condición necesaria para que RCS Mediagroup hiciese efectiva la ampliación de capital que permitiría mantener a flote la compañía española. Este plan incluye recortes salariales escalonados, excedencias parcialmente remuneradas pero también bajas voluntarias atractivas (los trabajadores con más de cinco años de antigüedad podían marcharse con 45 días por año trabajado si se decidían antes del día 15 de septiembre o con 35 días más 5.000 euros si lo hacían a partir de esa fecha). A cambio de estas condiciones la empresa se comprometía a no realizar despidos objetivos. Al oponerse al acuerdo, ahora la plantilla no sabe si se mantendrán las bajas voluntarias en las mismas condiciones.
En total, Unidad Editorial representa más del 90% del total de sus pérdidas operativas para RCS Mediagroup y esta sangría ha obligado a la compañía italiana a aprobar una reciente ampliación de capital por valor de 409 millones de euros. Según los datos publicados en agosto, la editora de El Mundo registró unas pérdidas de explotación (EBIT) de 14 millones de euros en los seis primeros meses de 2013, con caídas del 12% en los ingresos y del 18% en la recaudación publicitaria. Las continuas pérdidas en los últimos años han llevado a Unidad Editorial, presionada por su matriz italiana, a poner en marcha fuertes ajustes de plantilla y recortes salariales. Un plan que ahora queda en el aire, poniendo en “grave riesgo la viabilidad” de la empresa.