Según informa el centro investigador, el método se ha conseguido a partir de células madre pluripotentes. Las señales intrínsecas de estas células guiaron el desarrollo hacia diferentes tejidos interdependientes del cerebro, creando un sistema menos complejo al de un adulto pero similar al producido en las primeras etapas embrionarias.
Según el doctor Jürgen Knoblich, del IMBA, además de la posibilidad de descubrir nuevos datos sobre el desarrollo de los trastornos del cerebro humano, los minicerebros se emplearán en la industria química y farmacéutica. El descubrimiento permitirá probar terapias contra defectos cerebrales y trastornos neuronales.
Después de dos meses, los desarrolladores consiguieron que los minicerebros alcanzaran el tamaño máximo, más o menos a similar a las dimensiones de un guisante. Aún así afirmaron que gracias a un sistema de circulación que permita nutrientes y oxígeno estos nuevos avances podrán lograr un crecimiento mayor.
El equipo destaca especialmente su futura aplicación para los trastornos del cerebro humano, ya que los modelos animales que se usan actualmente son menos complejos. Ofrecen un gran potencial como modelo humano para el análisis de la aparición de la microcefalia, trastorno neurológico que provoca cerebros más pequeños.