Mujeres liderando
Este liderazgo de la mujer se ha puesto de manifiesto con rotundidad desde el inicio de la crisis porque la tipología de líder convencional y masculino no iba a dejar de estar buscando afanosamente beneficios para su organización, antes de que se entrase en recesión.
El problema surge cuando a este tipo de líderes le sobrevino el recorte de beneficios y ya no podía cumplir los objetivos que se habían fijado con los accionistas. En cambio, la mujer no focaliza tanto en los números como en la gente (los equipos de trabajo) tratando de llegar a compromisos entre organización y empleados para lograr que la empresa pase a la categoría de sostenible. Por supuesto, no desprecia los resultados pero sabe que se construyen con el esfuerzo de todos y no simplemente con recortes de plantilla. Esta es una clara diferencia en el liderazgo de la mujer.
En la conferencia de Nueva York, Sinek decía también: “si usted quiere que la gente le ayude a construir su visión, ésta tiene que ser tangible y expresada de manera simple para que todo el mundo pueda tener la misma visión”. Los números y los datos son importantes para medir el crecimiento o cómo se está atravesando un momento recesivo y muy complejo en el mercado pero, la visión, debe ir más allá de los números en referencia clara a que los momentos excepcionales como el que estamos viviendo requieren de medidas excepcionales, especialmente en la gestión de los recursos humanos.
No se puede contar con compromiso alguno de la gente cuando ésta tiene desconfianza en la dirección de la empresa más que en el mercado. Y para generar la confianza, la mujer es la nº 1: escucha y empatiza, fortalece los lazos y las relaciones interpersonales, le saca partido al intercambio de opiniones y aprovecha la experiencia de todos los cuadros, especialmente los que tienen trato con los clientes.
Ambos, hombres y mujeres, son buenos líderes en el momento que obtienen buenos resultados. Pero los primeros sufren más por la cuenta de explotación y los beneficios netos que las mujeres líderes, que si bien cuidan los resultados, lo que las diferencia es que prefieren dar menos beneficio este año para garantizar más beneficios en el futuro. Incluso, comunican mejor con la parte propietaria, porque tienen la habilidad de hacerle ver de manera simple pero efectiva su visión de negocio y de empresa. El hombre se preocupa más por el negocio que por la propia organización, excepto aquellos buenos líderes que han comprendido la efectividad de las reglas del liderazgo de la mujer.
Vivimos, como alguien dijo, una era post-post feminista porque hombres y mujeres son diferentes en ciertos aspectos, especialmente en cómo actúan, y esto puede verificarse perfectamente en el ámbito laboral. No es que sean diferentes, que lo son, sino que lideran de manera distinta.
Una característica irrefutable del liderazgo de la mujer en el presente, es su capacidad para innovar y crear nuevos negocios. Durante los últimos veinte años Hadary, fundadora del Centro de Investigación de la Mujer (Center for Women’s Business Research), y Henderson Prospect Associates, una empresa de investigaciones biomédicas, ambas en Estados Unidos, han llevado a cabo investigaciones de la mujer en su rol como líder. Hay datos que están sustentados en prestigiosas universidades y escuelas de negocio como es el caso del MIT (Massachussetts Institue of Technology), que ha llegado a la conclusión de que los equipos de trabajo más creativos y productivos cuentan son mujeres entre sus filas.
Llegaron a demostrar que las mujeres que consiguieron mejores objetivos son las que han definido el éxito con su propio estilo, integrando muy bien los equipos y obteniendo muy buenos resultados financieros en la creación de los nuevos negocios. Y lo hicieron porque reflejan la mayor pasión que ponen en sus acciones (mayor responsabilidad social corporativa, preocupación por los productos y servicios ofrecidos, mejores oportunidades para que la gente pueda desarrollar su carrera profesional dentro de la organización, etc.).
Pero algo que sorprende es que, si bien se exigen mucho a sí mismas para alcanzar las metas, una vez logrado los objetivos ellas mismas suben el listón mucho más alto. Tienen un espíritu altamente competitivo y son tremendamente exigentes con los valores y principios en los que creen y practican.
Es más fácil encontrar un hombre hipócrita en un ambiente de trabajo que una mujer, porque ella siempre es directa, dice lo que piensa y le preocupa a su vez lo que piensan y sienten los demás.
Es más sensible, no tiene que hacer ningún esfuerzo porque es parte de su naturaleza. También identifican las oportunidades y diferentes alternativas de negocio, porque son de espíritu colaborativo.
La mujer sabe mejor que nadie que el éxito es un proceso y no es un golpe de suerte en determinado día.