Ya saben que ‘escrache’ es una de esas tendencias que marcan moda en 2013. Antes se iba de botellón, pero los prohibieron. También estaban las ‘quedadas’, que tan buen resultado electoral y social dieron ante las sedes del PP después del 11S. Ahora convivimos con las ‘manifas’ y las ‘sentadas’ en Neptuno, porque la policía ya no deja hacerlas en la puerta de Las Cortes y suelen convertirse en modernos ‘sketchs’ de la memorable película de los 300, y no sólo por las proporciones numéricas –que también- sino por las proporciones épicas de algunos de estos encuentros amistosos.
Pero de verdad, de verdad, lo más ‘in’ de todo es participar en un ‘escrache’. Y aunque quedar en la puerta de la casa de Soraya Sáenz de Santamaría no está al alcance de todos, seguro que el ex delfín de Fraga Iribarne, Jorge Vestringe, tiene otras recomendaciones que hacernos ahora que ha vuelto a la palestra marcando tendencia en esta moda.
Por si alguien anda algo despistado, les recuerdo que el ‘escrache’ es esa reunión informal con amigos de las redes sociales o del barrio que se hace a las puertas de la vivienda de algún político con ánimo de cantarle las mañanitas. No es necesario que cumpla años el interesado, ni acudir vestido de tuno (¡qué los hay!). Lo importante es avisar previamente a toda la pandilla y a unos cuantos medios de comunicación, prioritariamente gráficos de prensa y teles.
Como casi todo, esto lo inventaron los argentinos hace diez años, cuando comenzaron a sustituir las baterías de cocina (‘caceroladas’) por los megáfonos. En aquella prehistoria de los ‘escrache’ se recorría el vía crucis de las mansiones de los que apoyaron los crímenes de la dictadura de Videla y el indulto dado por Carlos Menem. Pero como la seriedad de las causas justas nunca estuvo reñida con el sentido del humor, los argentinos innovaron en estas ‘quedadas informales reivindicativas’ incorporando las parrilladas con asado de tiras, concursos de tiro al pato con huevos de gallina y hasta pequeñas representaciones teatrales al más puro estilo de los autos sacramentales medievales.
En fin, que las tendencias y las tradiciones siempre acaban bebiendo de las mismas fuentes y no hay nada nuevo bajo el sol.
Ahora, en Madrid y Barcelona 2013, los que están marcando esta tendencia son algunos miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que fueron los primeros en quedar el ‘finde’ en la casa de Esteban González Pons, Alicia Sánchez Camacho o Alberto Ruiz Gallardón. ¡Es otra forma de pasar el ‘finde’!
El caso es que a varios parlamentarios no les sentó muy bien. Porque no es lo mismo dejar la manifestación en el trabajo (en la Puerta de los Leones), que llevarte trabajo a casa y que te vean los vecinos y la familia. En fin, que era un cante el que te canten las mañanitas a las puertas del hogar.
La indignación de los parlamentarios se hizo eco en las tertulias de radio. Y los grandes comunicadores de este país se solidarizaron con los políticos hogareños. Y así, lejos de apagar las ascuas, se avivó aún más el fuego y aumentó el efecto llamada a la tendencia. Y ahora, no conozco a nadie que no me pregunte por los ‘escraches’… y la mayoría con ánimo de apuntarse al primero que se anuncie.
Eso sí, en el manual del buen ‘escrache’ figura el buen humor, la creatividad, la protesta informal y la sana reivindicación del derecho ciudadano a la manifestación y a solicitar a sus políticos en nómina (cargos electos) que cumplan con la misión encomendada. No tienen nada que ver con las manifestaciones violentas, ni con la extorsión, ni con el acoso, ni con pegarse con la policía.
También es verdad que a los ‘cargos electos’ también deberíamos exigirles estas mismas normas de deportividad, cortesía, buen humor y hasta ser buen anfitrión. O es que no se imaginan el éxito de Soraya Sáenz de Santamaría si cuando le montaron el ‘escrache’ en casa, en lugar de llamar a la policía hubiera salido con una bandeja de galletitas a invitar a los colegas de ‘escrache’ (?). ¡Hubiera sido una pasada al estilo Halloween!
Ojalá hubiera más sentido del humor en estos días, entre los que lo están pasando muy mal y también entre los que comiendo bien, pasan malos tragos aprobando leyes no deseadas por insolidarias… ¡qué es otra forma de pasarlo mal!
En fin, arriba las cacerolas, manos fuertes al rabo de la sartén y a sonreír. ¡Cada palo, que aguante su vela! O eso digo yo.
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Salvador Molina
Presidente de la Asociación de Profesionales de la Comunicación (ProCom)
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