La Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) está pronta a su fin. Será una simple dirección general dentro de la Comisión Nacional de Competencia y Mercados que está en su recta final de creación. España tendrá un modelo europeo similar al alemán o al británico que concentran todo el poder de control de la competencia de todos los mercados regulados. Las seis agencias reguladoras sectoriales, entre las que se encuentra la del sector de las telecomunicaciones, se integrarán en una.
La integración supondrá para la CMT la pérdida de alguna de sus funciones a favor del Ministerio de Industria, Energía y Turismo. “Eso es coherente con la previsible evolución del entorno regulatorio en las telecomunicaciones”, escribe Gámir. Tal es así por la transformación de la regulación ex post (cuando se han producido los hechos), desapareciendo la actual regulación ex ante (antes de producirse) denunciada por operadores de telecomunicaciones. Un dato favorable, la CNMC integrará todas las competencias horizontales de la actual Comisión Nacional de la Competencia, y será la encargada de vigilar posibles comportamientos anticompetitivos. “Esta reestructuración puede ser coherente para facilitar la previsible evolución del entorno regulatorio en el sector de las telecomunicaciones”, puntualiza Gámir.
Luis Gámir evalúa la creación del nuevo organismo regulador de forma positiva en su libro “La economía de las agencias reguladoras”, publicado por el Instituto de Estudios Económicos. La evolución de los organismos reguladores no termina aquí, para Luis Gámir. “Queda mucho camino por recorrer, la regulación en España es muy reciente, data de 1980, y carecemos de una experiencia tan acreditada como la de Alemania o Reino Unido”, puntualizó el exministro de Comercio y Transporte en la presentación del libro.
Gámir defiende la necesidad de una “desregulación selectiva” en nuestra economía, dentro de la importancia de acudir más al mercado como sistema básico de asignación de recursos en una crisis como la actual en la que se debe incrementar la competitividad. Sobre los mismos asuntos, argumenta, pueden intervenir los Ayuntamientos, las Diputaciones, los Gobiernos autonómicos, el Gobierno central y los órganos de Gobierno europeos.
Tal situación ha llevado a una hiper-regulación, de acuerdo con el principio político de que “quien regula manda”. Pone un ejemplo, los boletines oficiales sumaron 876.000 páginas en España durante 2010, y solo 250.000 correspondían a la Administración Central. La cifra se redujo hasta las 400.000 páginas en Francia. Precisamente la hiper-regulación ha sido uno de los principales dolores de cabeza para los operadores de telecomunicaciones, obligados a cumplir legislaciones hasta de pequeños municipios para instalar sus redes. Esa situación ha encarecido y ralentizado el mercado, esperemos que llegue su fin.