Nassim Taleb es el pensador y filósofo que creó esta teoría, cuyas tres características básicas son:
- Sucesos que provocan un gran impacto.
- Son difíciles de predecir.
- Sobrepasan las expectativas aceptadas.
Nassim Taleb nos habla principalmente de la poca capacidad que tenemos para predecir los grandes acontecimientos cuyos impactos cambiarán el futuro, y de nuestra obsesión por la modelización de la realidad.
La falta de previsión en cuanto al “alto impacto” de un evento como la crisis internacional primero y la crisis de la deuda europea después, coloca a esta última fuera del ámbito de las expectativas normales de la economía.
¿Por qué los políticos no encuentran hoy soluciones a la crisis de la deuda europea? A priori, tres razones:
- Porque lo sucesos excepcionales que sabían podían ocurrir, no previeron su magnitud y fuerza de choque.
- Porque no han sido creativos y perspicaces en adaptarse a las actuales circunstancias.
- Porque han fallado en la generación de nuevos programas y modelos.
Los líderes europeos deberían haber aplicado estrategias novedosas y haber sido pioneros en crear instrumentos capaces de contrarrestar eficazmente el sobreendeudamiento, a los fines de que fuera manejable e indoloro a las generaciones presentes, que están sufriendo la falta de trabajo y de créditos simultáneamente.
Faltó firmeza y determinación
La economía no es una ciencia exacta, por lo que las diferentes regulaciones deberían tener en cuenta el nivel de impacto de las crisis “importadas”, caso del origen de la crisis financiera internacional de 2008-2009 cuyo embrión crece y se desarrolla con las subprimes.
Pero la política y los acuerdos políticos no deben degradar la economía o al menos, no empeorar las condiciones económicas en general, y crediticias en particular, que se estaban produciendo antes de que la situación se descontrolara.
En la Eurozona se están dando fenómenos de cisne negro
Son circunstancias que se producen con una ocurrencia probabilística cada vez mayor, hasta introducirlas en la campana de Gauss, en el sector probabilístico de distribución normal.
Cual es la conclusión: si estamos viendo que los comportamientos normales antes eran excepcionales, entonces es hora de que los líderes políticos cambien las reglas del juego. Pero la realidad es que no solamente no las cambiaron, sino que los intentos por cambiar el orden de las cosas (legislación adecuada, supervisión, control, etc.) entra como siempre en el “pasillo burocrático” y de mayorías parlamentarias de los estados miembros, como si hubiera dos UE: la de Bruselas y la que después depende de los parlamentos nacionales.
El Cisne Negro se les presentó a los líderes europeos sin que estos se dieran cuenta.
Es como cuando uno está en una fiesta cómodamente sentado, departiendo con un invitado, y pasado un tiempo se percata que a su lado, hay otra persona sentada a la que conoce, pero cuya presencia no había advertido; análogamente, la crisis de la deuda era algo conocido, que convivía muy cerca nuestro, la hemos tenido siempre “sentada” confortablemente en nuestros mercados europeos, pero al igual que un virus biológico, estaba esperando el momento de mutar y atacar, mientras tanto era indefenso.
El alcance y las proporciones no previstas de la crisis de la deuda europea, desenmascararon la falta de reflejos de nuestros líderes políticos en Bruselas, que se limitaron a circunscribir zonas de cuarentena (Portugal, Grecia y España), pero no intentaron ayer ni lo intentan hoy, desarrollar e inocular el antígeno capaz de erradicar el mal; por el momento se trabaja sobre los posibles contagios, como la crisis chipriota, sin ir al fondo de la cuestión. Los mercados reaccionaban, en el caso de Italia, por miedo a que España la contagiara. Y antes, el temor de que Grecia contagiara a España y así en una sucesión de hechos que se van transformando en normales pero que en esencia no lo son.
Estos choques provocan sesgos psicológicos que hacen a las personas (líderes políticos) tanto individual como colectivamente, que estén ciegas frente a la incertidumbre e inconscientes de las consecuencias masivas del hecho económico que centra la vida y actividad de toda la unión.
El Cisne Negro se materializa en los EVENTOS INESPERADOS
El comportamiento de los mercados ante las sucesivas reuniones de Cumbres que no resolvían nada, terminó produciendo un fenómeno que nadie ha deparado en ello: lo inesperado en realidad era previsible. O sea que los mercados iban a seguir con turbulencias.
Aunque lo que realmente ha sido grave es la fuerza de choque del impacto del suceso y sus erráticas derivaciones, generadas por hechos extraordinarios. Esto sí es lo que sorprendió a los líderes políticos.
Las turbulencias progresaron al estado inmediato posterior, convirtiéndose por impericia de los reguladores estatales en eventos inconmensurables, circunstancias que se evidenciaron en sucesivos lunes y viernes negros. Aunque a partir de la crisis de Chipre, el auténtico CISNE NEGOR de la UE es la falta de reflejos de los líderes en Bruselas para evitar que tanto la Eurozona como toda la unión, siga siendo cuestionada como una región de inestabilidad e incertidumbre.