La calidad de la industria audiovisual española es reconocida. Famosas series de animación como Pocoyó, Willy Fog o David el Gnomo se siguen viendo en canales de pago como Disney Channel y en televisiones de todo el mundo. De hecho, el 70% de la facturación del sector procede del exterior, pero su escaso peso industrial le impide dimensionarse en la medida de su calidad. En España hay más de 200 empresas que facturaron 306 millones de euros en 2011, logrando un efecto en la economía de 729 millones de euros, solo un 0,04% del PIB. La industria emplea a casi 8.600 trabajadores, de forma directa e indirecta, por lo que el grueso del talento emigra. En Londres, Hollywood, Canadá y hasta en Singapoor hay profesionales españoles de prestigio, y los empresarios temen que esta fuga de cerebros se acelere.
La situación es insostenible tras el cierre del grifo de las televisiones públicas, que tradicionalmente han financiado la producción de la animación. El merchandising y la exportación generaban el ajustado beneficio del que vivían las empresas. Los empresarios quieren ahora completar una buena base de talento con formación, fiscalidad e incentivos para hacer un sector industrial fuerte que genere el retorno económico necesario para crecer.
El libro blanco es un buen ejercicio de reflexión del sector, y plantea propuestas para pasar del milagro de la animación española a una industria próspera. Las perspectivas son inmejorables si se aprovechan las oportunidades de contenidos de animación demandados para aplicaciones para móviles y tabletas, videojuegos educativos, mundos virtuales y libros interactivos. Los empresarios deberán producir pensando en el mercado global, tal y como ha hecho Grupo Zed al realizar su película Planet 51. Es la película más internacional del cine español, se estrenó en 170 países de forma simultanea, y su cifra de taquilla ha superado los 120 millones de dólares, un hito.
Diboos (Federación Española de Asociaciones de Productoras de Animación), Víctor Calvo Sotelo (Secretario de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información), Teresa Lizaranzu (Directora General de Política e Industrias Culturales y del Libro del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) respaldan el proyecto de la animación española con su presencia en la presentación del Libro Blanco. Falta que se cumpla.