“Desde el punto de vista estrictamente empresarial, la idea es inteligente. Sin embargo, desde un punto de vista puramente periodístico, plantea muchas preguntas”, reflexiona la autora, que se hace algunas cuestiones: ¿Cómo son estos textos? ¿Podemos hablar realmente de periodismo¿ ¿No se disfraza la publicidad de reportaje?
Collard reconoce que mucha gente cree que no hay ninguna diferencia real entre el periodista al que le paga una empresa como Cisco para escribir en su página web y otro al que le paga la cadena NBC, filial de General Electric, porque en ambos casos, y en última instancia, al redactor le paga una gran corporación. “Lo que olvidan decir es que las compañías de medios deben cumplir con ciertos criterios y sus periodistas están sujetos a un código ético”, dice la autora.
“Sí, pero nuestra meta es clara y decimos alto y claro que estamos trabajando para la empresa X. La transparencia es la nueva objetividad”, se defienden los que ponen su pluma al servicio de una marca, prosigue Collard, que asegura que estas afimaciones contribuyen a difuminar la línea entre periodismo y comunicación.
“Esto está lejos de ser color de rosa para el futuro del periodismo profesional, una industria donde las condiciones de trabajo están debilitándose, en la que se hace cada vez más tentador responder a la llamada de las empresas que están dispuestas a pagar más que los medios de comunicación tradicionales para hacerse con los servicios de un profesional que sabe escribir y tiene reflejos”, dice la autora, que remata: “Seamos claros, no hay nada malo en escribir para una empresa, pero, por favor ¡no lo llamen periodismo!”.