Uno de los críticos más feroces de Instagram últimamente ha sido el escritor y fotógrafo Kate Bevan, que aseguró en “The Guardian” que el uso de “filtros baratos” están “degradando” la fotografía real, que según él,” requería un cierto nivel de habilidad y, por tanto, tenía un cierto nivel de calidad”. “Para mí, Instagram es la antítesis de la creatividad porque hace que todas las imágenes tengan el mismo aspecto”, asegura.
Rebecca Greenfield también criticó la aplicación de “The Atlantic”: “Algunos pueden llamarlo democratización del proceso, porque parece que todo el mundo es profesional, pero en realidad es un gran engaño”. La misma línea sigue el diseñador gráfico Jaap Grolleman, que asegura que gracias a Instagram “nos estamos ahogando en un mar de fotos que anula la capacidad de separar lo bueno de lo malo”.
Ingram resalta que muchas de las críticas que recibe la aplicación se realizaban bajo el argumento de: “La fotografía real debería dejarse en manos de profesionales de la fotografía, el periodismo real se debe dejar a los periodistas profesionales y así sucesivamente”. El autor reconoce que Instagram puede utilizarse para publicar fotos “poco profundas sin nada especial”, al igual que Twitter se puede usar para “enviar mensajes acerca de qué vas a almorzar”. “Pero eso no cambia el hecho de que estas herramientas también rompen las barreras de participación de los aficionados con talento, ya sean fotógrafos, escritores o periodistas. Y las compañías de medios inteligentes se están ya aprovechando de esto”, señala Ingram.
El fotógrafo Teru Kuwayama hizo una comparación en este sentido: “Se podría hacer una analogía con la llegada de la guitarra eléctrica o la música electrónica. Para gran disgusto de los músicos clásicos, esas cosas hicieron un músico de todos. Yo me crié en el punk rock, en el hip hop, por lo que doy la bienvenida a la era post-clásica de la fotografía y la explosión de expresión de los aficionados”.
Ingram destaca que esa filosofía no debe aplicarse sólo a la fotografía, sino a todos los tipos de expresión, entre ellos la explosión de la escritura y el periodismo amateur que ha llegado a través de la blogosfera y Twitter. “Es la democratización de la distribución. ¿Hay un montón de usos superficiales de estas herramientas? Seguro. Pero eso no es lo importante”.