Las familias que invirtieron en la red social para su desarrollo en el mundo árabe están viendo como ésta se vuelve contra ellas. Según el investigador jordano Khaled Al-Ahmed, los habitantes del golfo representan nada menos que dos tercios de los 1,3 millones de usuarios de Twitter en el mundo árabe.
Esta situación supone una amenaza para los regímenes autoritarios del golfo, acostumbrados a una opinión pública dócil y manejada a su favor. Y es que hasta ahora, las críticas hacia el gobierno y las élites petromonarcas se reservaban hasta ahora a los Diwainiat, salones políticos de las grandes familias. Twitter las ha abierto al gran público.
Por eso, más de un disidente ha sido encarcelado a causa de comentarios considerados difamatorios publicados a través de esta plataforma. El caso más reciente es el del militante de los derechos humanos Nabil Rajab, que posee la cuenta de twitter más popular de Barhéin con 159.000 abonados, lo que supone un cuarto de la pblación del archipiélago. Según publicaba el diario Le Monde el 12 de julio, Rajab ha sido condenado a tres meses de prisión por el tribunal barheiní por un comentario publicado el 9 de julio donde arremetía contra el Primer Ministro suní bin Salman Khalifa.
Pero no es el único: a principios de junio, el Kuwaití Hamad Al-Naqui fue condenado a seis años de cárcel por un comentario juzgado ofensivo hacia el rey de Arabia Saudí y el profeta Mahoma. En Febrero, el saudí Hamza Kashgari fue acusado también de blasfemia en un comentario en esta red, por lo que fue arrestado en Malasia durante su intento de fuga.