La autora subraya que muchas iniciativas surgidas al calor de YouTube se atreven desde hace algún tiempo a alargar sus vídeos más allá de la “barrera” de los cinco minutos. “Nuestros creadores siempre quisieron hacer más largo el contenido. Solo estamos llegando a un determinado punto en el ciclo de vida del vídeo en el que la gente tiene el control sobre la audiencia y se pueden hacer vídeos más largos”, explica Tim Shey, director de YouTube Next Lab. “Cada vez más creadores están construyendo una audiencia enorme en YouTube y, una vez que se construye un público fiel on-line, se suele querer más contenido”, completa.
Una muestra de que los vídeos son cada vez más largos es la web serie Leap Year, cuyos episodios de la segunda temporada duran más de 20 minutos, mucho más de lo hasta ahora normal en este formato. “El año pasado nos llegaron multitud de correos y Tweets de seguidores que nos pedían capítulos mucho más largos. Eso nos va a permitir hacer historias mucho más profundas”, señala Wilson Cleveland, actor y productor de la serie.
The Lip.tv es otra iniciativa que apuesta por los vídeos de larga duración (de cerca de 50 minutos): “La mayoría de nuestros usuarios permanecen unos 36 minutos viendo el contenido”, explica Michael Lustig, CEO de la empresa. Liz Shannon Miller subraya, en cualquier caso, que para que un vídeo pueda llegar a tener una duración larga debe estar muy bien realizado. Para ello, debe conseguir mantener la atención del espectador durante todo el tiempo, porque si su interés baja, automáticamente parará el vídeo: "Se debe mejorar el formato o el ritmo de los videos y encontrar su longitud óptima mediante el examen de gráficos. Identificar las partes de los vídeos que son más interesantes para la audiencia (picos), y en qué momentos los espectadores pueden avanzar rápido o abandonar el video”.
En este sentido, muchos proyectos están sacando un buen provecho de la función de las anotaciones de YouTube, que permiten al usuario avanzar o retroceder hasta el punto que le conviene. Otro factor que contribuye a que los usuarios no sean ya reacios a consumir vídeos largos es la explosión de los dispositivos móviles. "La gente está cada vez más cómoda utilizando iPads e iPhones, por lo que es más fácil que se detengan a mirar contenidos más largos cuando les gusta lo que ven", explica Shey.