Personalmente recuerdo mis primeros años de prácticas donde se me asignaban cubrir informaciones sin indicarme a quien debía favorecer. En la redacción apenas trabajaban seis periodistas y era más numerosa la plantilla de talleres que todas las demás secciones juntas. Claro, me refiero cuando los diarios de provincias se despachaban con solo 16 o 20 páginas, que los ciudadanos devoraban en su totalidad.
No se en qué momento se produjo el cambio, pero recuerdo que a comienzos de la década del ochenta inicié el proyecto de un nuevo diario para una pequeña provincia andaluza y cuando fui a contratar periodistas me encontré con que la práctica totalidad eran ideológicamente de izquierdas, como si eso fuera lo correcto en democracia. Y cuando se celebraron las elecciones del 28-O, donde Calvo Sotelo perdió y Felipe González obtuvo aquella mayoría, toda la redacción celebraba junto al pesoe el triunfo.
Desde que los periodistas dejaron de ser independientes para convertirse en lo que son ahora, muchos de ellos, los diarios dejaron de ser atractivos al público que empezó a elegir el periódico según la ideología del medio.
Ahora es difícil encontrar una redacción como las que he mencionado antes. Todas mantienen a todo un ejército de periodistas encantados de ser invitados a actos políticos, de recibir regalos, de estar vendidos a una determinada ideología. Hablemos claro, periodistas vendidos y nada independientes. Ya no es suficiente el ingreso por suscripciones y venta sino que necesitan una abultada cartera publicitaria para pagar la nómina. Durante años muchas campañas se han negociado directamente con el presidente de la comunidad autónoma. En base a compromisos informativos se daban miles de millones de las antiguas pesetas... Editar periódicos en provincias pesó a ser de un servicio a la sociedad a un muy buen negocio para los propietarios.
Este año, y el que viene, veremos las consecuencias de haber vivido esa burbuja de medios, todos imitando a El País en su provincia correspondiente. El suicidio es colectivo y me temo que sólo internet salvará la libertad de expresión.
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