El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner está aplicando, en los hechos, una política de sustitución de importaciones a través de las prácticamente insuperables trabas que imponen a los productos provenientes del extranjero. Independientemente de los motivos que llevan al Ejecutivo argentino implementar este tipo de medidas, lo cierto es que ya están observando las primeras consecuencias negativas. Y para peor, tal como se verá, la no oficial política de sustitución de importaciones es parcial ya que no genera mano de obra, al menos en la escala que debiera ser.
En efecto, el Ministerio de Economía por intermedio del secretario de Hacienda, Hernán Lorenzino, informó que el rubro equipos y materiales electrónicos presentó durante el periodo enero-septiembre de 2011 un déficit de 7 mil millones de dólares, seguido por la categoría sustancias y productos químicos que dejó una pérdida de 4 mil millones de dólares.
Veamos las causas de tal desajuste que llevó a los productos electrónicos a dejar en el camino tantos miles de millones de dólares, sobre todo si se tiene en cuenta los incentivos que recibe la austral provincia de Tierra de Fuego para que las fábricas o talleres de ensable de equipos y materiales electrónicos se instalen en ella.
Una primera explicación roza lo obvio: los productos tecnológicos representan un negocio en fuerte expansión, con una doble demanda. En primer lugar, aquella que busca ingresar en este mercado; y, en segundo término, la demanda más sofisticada interesada en renovar los equipos, sean móviles, televisores u ordenadores.
La segunda causa, es casi tan de manual como la primera: En Tierra del Fuego lo que hay mayormente son armadoras, por lo que gran parte de los componentes son importados.
Al experto Enrique Carrier este escenario no le sorprende. “Esto era sabido desde la definición del modelo, por lo que hoy los datos de la balanza comercial no deberían sorprender. La realidad es que con o sin Tierra del Fuego, el sector de electrónicos será deficitario, al menos por unos cuantos años, salvo que se bloquee la importación de componentes y/o productos terminados. Pero en ese caso, el remedio sería peor que la enfermedad”, explica.
Por lo visto, ya nada es como parece.