De poco le ha servido a Kodak el exitoso lanzamiento de Instagram. La aplicación fotográfica, catalogada como una de las cinco mejores apps de 2011, y nacida como homenaje a las Kodak Instamatic y a las Polaroid con la que nuestros abuelos ilustraron sus recuerdos más entrañables no ha servido para reflotar la malograda compañía fotográfica.
La compañía Eastman Kodak se declara en quiebra voluntaria, aunque espera poder salir a flote gracias a una línea de crédito alcanzada con Citigroup por valor de 950 millones de dólares a pagar en 18 meses. La filial europea de la compañía parece estar fuera de peligro, pero el futuro de la firma no deja de ser un interrogante abierto.
"El consejo de administración y todo el equipo directivo por unanimidad creen que este es un paso necesario y lo que hay que hacer para el futuro de Kodak", aclara en un comunicado la firma con sede en Rochester (Nueva York).
El progreso tecnológico parece haber devorado a Kodak, quien dominó en el pasado su mercado. La cámara digital, que esta misma firma puso en el mercado parece haber sido la causante de una mala racha financiera que podría resultar definitiva. Ya son tan sólo algunos pocos nostálgicos los que siguen comprando la película fabricada por la firma estadounidense.