La prensa diaria japonesa es un caso aparte en el mundo. En uno de los países tecnológicamente más avanzados del globo, la revolución digital apenas ha afectado hasta ahora a los gigantescos diarios, como el “Yumiuri Shimbun”, que tira la friolera de 9,9 millones de ejemplares cada día. La circulación de la prensa diaria nipona ha disminuido, pero aún es record mundial: en 1990 era de 1,29 ejemplares por hogar y 10 años más tarde había bajado hasta 0,95 ejemplares. A pesar de esta sensible disminución y de una fuerte contracción en los ingresos publicitarios desde 1990, los diarios japoneses han ido a contracorriente del resto del mundo. Las informaciones de los diarios colgadas de sus webs son aún insignificantes, un conjunto de notas breves gratuitas.
Recientemente, algunos diarios han comenzado a proponer un abono de pago para acceder por Internet a la integridad de sus contenidos en papel. Pero el tsunami que afectó a Japón hace meses y la catástrofe radiactiva subsiguiente, amenaza con cambiar este estado de cosas. En un país que tiene una altísima tasa de teléfonos inteligentes entre la población, de conexión a Internet, de uso de redes sociales, se ha producido un sensible desplazamiento en la forma de informarse de la gente, recurriendo masivamente a Internet para estar al tanto de lo que estaba sucediendo en el país. Las redes sociales recogen miles de quejas de la gente que acusa a los diarios tradicionales de no haber informado con veracidad y diligencia del desastre del tsunami y de sus consecuencias. Les acusan de haber sido muy respetuosos con el operador de la central nuclear accidentada, Tepco, que es un importante anunciante. Las redes sociales y los portales de noticias de Internet están comiendo el terreno a la prensa diaria tradicional más poderosa del mundo.