Como un roedor dentro de una rueda. Cuanto más corre, más rápido gira la rueda y más difícil le resulta salir de la situación. Así es como se sienten cada día más y más periodistas, atrapados por las exigencias de la empresa y la evolución de su perfil profesional. Los medios están atenazados por la crisis de su modelo de negocio y presionan a sus menguantes plantillas a mantener la productividad y a forjar una imagen digital en los nuevos medios de comunicación. La labor del redactor ha pasado de investigar e informar a contar y difundir. Difundir sus artículos a través de Facebook, Twitter, blogs, podcast y un sinfín de herramientas que nacen y cambian continuamente. Dean Starkman creó la imagen que abre este texto: el periodista como un hamster dentro de una rueda. Es un fenómeno que traslada el acento de la profesión desde la investigación hacia la productividad, medida muchas veces en términos de difusión o relevancia 2.0. Impulsados a verter contenidos en Internet y a sostener conversaciones con los lectores (para demostrar el compromiso “social” del medio) los reporteros de la vieja usanza hace tiempo que cedieron su sitio a un profesional muy diferente, que investiga a través del ordenador. Estos nuevos usos cuentan con pocas simpatías entre las figuras de la vieja escuela. La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), la institución pública norteamericana, afirma en un reciente informe , que los empleados de prensa afrontan su día a día como una “sucesión de plazos de entrega con los que deben lidiar entre publicación y publicación de post para la página web de su medio”. El informe, coordinado por Steven Waldman, retomó la imagen ideada en su día por Starkman para acuñar un término que ha hecho fortuna: la hamsterización del periosimo. Las críticas no se dirigen hacia la deriva digital (que está promoviendo experimentos tan interesantes como Counterparties, el portal de edición social patrocinado por Reuters), sino hacia una forma de mercantilizar la profesión desde con el pretexto de postulados tecnológicos. Lo principal es publicar rápido e incrementar el tráfico hacia la web del medio. “Es el movimiento por el movimiento; volumen en vez de reflexión. Tiene que ver con la histeria informativa, la ausencia de disciplina, la incapacidad de decir no”, concluía la FCC. Algunos medios intentan erigirse en baluartes contra el vértigo de la hamsterización. El semanario Die Zeit decidió obviar las recomendaciones de los asesores de medios y redoblar sus esfuerzos en investigación periodística. La cabecera alemana no ha dado la espalda a las nuevas tecnologías, pero profundizó en su línea de largos y concienzudos reportajes en papel. “El periodismo digital hace de todo menos dinero”, afirmaba en una reciente entrevista su director, Giovanni di Lorenzo. El semanario ha obtenido los mejores resultados de su historia, pero su éxito no es una enmienda a las nuevas tecnologías. Si la última década nos ha enseñado que el futuro del periodismo no se concibe sin Internet, el reto actual consiste en aprender que Internet no es lo mismo que precipitación y la falta de profesionalidad.
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