Las reporteras de la revista de investigación Contralínea, Ana María Marcela Yarce Viveros y Rocío González Trápaga, fueron halladas muertas en el parque Iztapalapa, del Distrito Federal. Las periodistas, cuyos cadáveres estaban desnudos, habrían muerto por asfixia.
Tras la denuncia de varias personas que pasaban por el lugar, la policía acudió al parque a las 7:30 de la mañana donde certificó la presencia de dos cadáveres femeninos que luego se comprobó pertenecían a las periodistas de Contralínea.
Según El Universal, las primeras indagatorias mencionan que las periodistas fueron vistas por última vez la noche del miércoles, y que acordaron encontrarse para tomar un café en el cruce de Balderas y Juárez, donde están las instalaciones de la revista Contralínea, en la que trabajaba Yarce Viveros como gerente de Relaciones Públicas. Después no se supo más hasta la mañana siguiente.
En tanto, González Trápaga fue reportera de Televisa y directora de Comunicación Social del Fondo de Fomento y Garantía para el Consumo de los Trabajadores (Fonacot). Además, propietaria de una casa de cambio en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Si bien aún se barajan distintas hipótesis sobre los motivos del doble homicidio – el feminicidio es una de las líneas de investigación que se están siguiendo para esclarecer el asesinato de las comunicadoras - tampoco se descarta que hayan sufrido un robo. En efecto, el titular de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), Miguel Ángel Mancera Espinosa, indicó que surgió una nueva línea de investigación en el caso de González Trápaga, pues al parecer la periodista realizó una transacción importante en una casa de cambio, sin especificar si la misma se produjo en el local de su propiedad.