Ayer, último día de agosto, y en el marco de una visita a la agencia de noticias pública, Télam, el ministro del Interior de Argentina, Florencio Randazzo, acusó a los dos principales periódicos del país de haber “condicionado a todos los gobiernos democráticos en toda la historia reciente de la democracia”. Hoy, lejos de poner paños fríos, otros miembros del Ejecutivo redoblaron la apuesta de Randazzo.
Los motivos del ataque del funcionario kirchnerista a Clarín y La Nación obedecen, a grandes rasgos, a dos razones fundamentales. Una, inmediata, la publicación por parte de estos periódicos de presuntas irregularidades detectadas en las pasadas primarias en las que Cristina Kirchner venció a los políticos opositores con tal holgura que en mucho se pareció a una verdadera paliza. La segunda razón, responde mas a cuestiones de sociología política que a causas coyunturales: la necesidad del Gobierno de contar con un enemigo – no adversario – a quien combatir. La oposición está formada por un grupo heterogéneo de partidos y siglas políticas con escasa vocación de unidad, fenómeno que, como se vio en las pasadas primarias, impide la creación de un polo real de poder. Ante este panorama, y teniendo en cuenta que Néstor Kirchner, y su esposa y sucesora después, entienden a la política bajo el antagonismo amigo-enemigo, la prensa independiente es el blanco a disparar, independientemente de la vocación mostrada desde siempre por ambos componentes del matrimonio presidencial de editorializar la realidad según su visión e intereses.
Así las cosas, a la nueva ofensiva lanzada por Randazzo pronto se le sumaron los disparos llegados desde otros despachos oficiales. Escuchemos. El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández dijo que a los periodistas les molesta que “un ministro les diga las cosas en la cara” y el ministro de Economía y compañero de fórmula de Cristina para las elecciones presidenciales de octubre próximo, Amado Boudou, afirmo que “Randazzo explicó claramente el resultado de las elecciones y tanto Clarín como La Nación realizaron un análisis sesgado, con muchas mentiras, creando un clima de crispación”. El secretario de Comunicación Pública de la Presidencia, Juan Manuel Abal Medina, no contribuyó a bajar los decibeles, precisamente. Aseguró que “los diarios atacan el sistema democrático” y acotó que le parecía “una verdadera lástima que quienes vociferan por la defensa de las instituciones no tengan ningún reparo en atacar al sistema democrático sólo porque los resultados le son adversos”.
Los políticos de la oposición salieron en defensa de los medios agredidos, con sus cada vez más débiles y divididas voces.