Vivimos a diario gestionando cosas, empezando por las palabras que intercambiamos, porque también hay que usarlas con cuidado y respeto. La vida es un continuo subir y bajar pendientes más o menos empinadas, también atravesar valles que no ofrezcan resistencia, por ello no te resultará extraña la expresión “ir subiendo los escalones de la vida”.
Son aquellos que vamos subiendo y también los pasos que damos caminando por zonas llanas sin resistencia a nuestro esfuerzo por caminar (o sea, libre de obstáculos). Pero lo que tienes que tener bien claro es que se supone que siempre tratamos de pasar de un estado inferior a otro superior, porque es inevitable que los seres humanos buscamos la mejora en nuestras vidas.
Pero siempre ocurre que habrá un momento en particular, cuando estés “pisando” (estacionado) en determinado escalón de tus progresos vitales, que será ese instante en el que te ayudará a reflexionar sobre cuál es tu voluntad y determinación, o sea: cuál es el carácter que realmente tienes.
Insisto: tú carácter (el mío y el de todos) es un sello de identidad único, algo así como las huellas digitales para la identificación policial. Es un valor innato, con él venimos al mundo. En cambio, la personalidad se va definiendo a través del más o menos sinuoso camino de nuestra existencia.
¿Te habrás fijado que con frecuencia no descubrimos realmente quiénes somos? ¡No lo tomes a mal! No lo digo en el sentido de que no sabes quién eres, sino en sentido mucho más serio, de cuánto es lo que eres capaz de dar con el carácter que posees, ese que te distingue y caracteriza.
Pero seguro, que tu propia vida (como a todo el mundo le ocurre) es la que te hará ir descubriendo con los sucesos que vas atravesando, cuál es en definitiva el carácter que te distingue. Porque será en dichos momentos (una incansable cantidad de situaciones) en las que casi de manera inconsciente, reaccionas frente a las cosas, especialmente los problemas y también a los retos, de determinada manera. Te vas descubriendo a ti mismo.
La gran mayoría de las personas que suben los particulares escalones de su vida, se formulan preguntas y reflexionan, pero son los hechos que van ocurriendo los que hablan por nosotros. Por aquello de que “obras son amores y no buenas razones”, porque lo que sucede en realidad, la experiencia vivida nos alecciona. Es el aprendizaje que se graba a fuego. Y si bien nos dan experiencia, no necesariamente nos facilitan que tengamos una personalidad anticipativa, que no temamos al cambio, que nos anticipemos a éste y lo más importante, que podamos influir de alguna manera en el mismo.
Pero esta es otra cuestión, porque para tener la capacidad de anticipación al cambio, debes formarte y capacitarte. Para no temerle a la velocidad del cambio y la profundidad que nos muestra a diario que tiene y cómo influye en nuestras vidas, además de tu experiencia y formación para afrontarlo, contará de manera decisiva tu actitud frente a él. Y tú actitud, en definitiva, es la manifestación clara de cuál es tu carácter.
Te invito hoy a una profunda reflexión (sabes que es mi estilo) sobre una serie de escalones que seguro vienes subiendo y especialmente me interesa compartir contigo, ¿cuál crees que es el escalón en el que hoy te encuentras? Y te aclaro algo importante: una cosa es ir subiendo progresivamente los escalones (es tu voluntad, determinación, capacidad y experiencia) y otra, es la actitud que vas a adoptar en cada momento (en todos los diferentes escalones que subas en tu vida).
Los escalones los mostramos aquí como que determinan nuestra actitud, las cuales cada uno de ellas (nuestras actitudes) en algún momento de nuestro particular ascenso en nuestra vida, aflora en nuestro pensamiento y puede paralizarnos o impulsarnos. No hay más opciones. De esto se trata: si somos capaces de seguir avanzando.
Por ello, te preguntaba si sabías que escalón ibas a subir hoy. Lo comprenderás mejor con el siguiente relato:
Un alumno de la licenciatura de historia en su primer año de curso, le preguntó a un veterano profesor, famoso por sus definiciones y por la forma de contar la historia y hacerla entretenida y comprensible.
– ¿Qué es la historia profesor?
– Es el relato sistemático y ordenado de la sucesión de hechos políticos, económicos, religiosos, sociales, etc. que caracterizaron cada época estudiada.
Atónito el alumno y sus compañeros comprendieron que lo que marca la evolución de nuestra civilización según decía el profesor era “que los sueños sean más grandes que los miedos, pero las acciones tienen que escucharse más que las palabras”. Lo que decíamos más arriba de obras y acciones, no palabras. Es obvio que se refería al ruido de la acción que enmudece la palabra y está generando aquellos sucesos que conforman la historia.
En la siguiente clase, los alumnos le volvieron a hacer otra pegunta al profesor:
– ¿Qué tiene más fuerza en la vida, nuestros deseos o nuestras decisiones?
Y el profesor respondió: “un deseo no cambia nada. Una decisión lo cambia todo. Pero cuidado, que la clave está en qué momento debemos tomar las decisiones”.
Y al tercer día de la clase de historia, los alumnos ya no sabían qué preguntar.
Entonces, llegó el profesor y viendo que nadie le interpelaba por ninguna cuestión, inició su clase, diciendo cosas como éstas: “si no peleas por lo que quieres…no llores por lo que pierdes. Porque si sigues focalizando en la herida continuarás sufriendo. En cambio, si lo haces sobre la lección que has aprendido, entonces continuarás creciendo”.
Por tanto, si aplicas esta enseñanza de los alumnos de este relato, verás que, en el tercer día, cuando ya nadie le hacía preguntas al profesor, este laureado maestro de la historia les estaba dibujando ese escalón al que me estoy refiriendo hoy, ya que cuando les dice que “si no peleas por lo que quieres…no llores por lo que pierdes” les está instando a seguir en el ascenso de la escalera (una lucha constante).
Cuando continúa diciendo “Porque si sigues focalizando en la herida continuarás sufriendo. En cambio, si lo haces sobre la lección que has aprendido, entonces continuarás creciendo”, les está advirtiendo de los retrocesos normales que todos experimentamos en la vida, bajamos escalones a veces sin darnos cuenta. No deben desanimarnos estas circunstancias, debemos verlas como lo que son, solo circunstancias, que más o menos adversas, gracias a nuestro carácter y determinación en la acción, volveremos a recuperar ese escalón en el que estábamos ayer o en el día de anteayer. O sea, como decía el profesor: “si lo haces sobre la lección que has aprendido, entonces continuarás creciendo”, porque sabes qué errores no volverás a cometer, qué cosas ya sabes perfectamente vas a tener que tolerar y cuáles vas a tener que eliminar.
Sabrás también que, a lo mejor, hoy te conviene permanecer en el escalón que estás, y mañana, tal vez cómo vengan dadas las circunstancias, volver a intentar subir otro peldaño. La cuestión no es subir “a lo loco” la escalera de la vida, porque si no te puede suceder lo de otro alumno que le preguntó a otro profesor, en este caso de literatura, respecto a su afán por escribir un libro y querer ser famoso.
– ¡Voy a escribir un libro que sea un best-seller y hacerme famoso antes de los 28 años!
– ¡Pues ve con cuidado! Si subes rápido por la escalera de tu vida, va a llegar un momento en que las estrellas del cielo seguirán estando tan lejos como antes, aunque, la caída al suelo, será también mucho más dura.
José Luis Zunni es presidente y CEO del Instituto Europeo Ecofin de Liderazgo y vicepresidente del Foro ECOFIN, coordinador académico de la Red e Latam del grupo media-tics.com. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Conferenciante. Ponente permanente de Seminarios de Liderazgo y Management, autor de “Inteligencia Emocional para la Gestión. Un nuevo liderazgo empresarial”, coautor de “Liderar es sencillo. Management & Liderazgo”, coautor con Ximo Salas de “Leader’s time (Tiempo del líder)” y autor de “El Cubo del Líder” junto a Salvador Molina y Javier Hernando Guijarro. Es autor de más de 1.200 artículos sobre diversos aspectos sobre la doctrina del liderazgo y del management.