Hace al menos 1,4 millones de años que un ser primitivo, en algún lugar del África Oriental, dominó el fuego, superando su miedo. Los alimentos cocinados fueron vitales para la última etapa del crecimiento del cerebro. Luego desarrolló la metalurgia, la albañilería, la cerámica y un montón de creaciones más basadas en el arte del usar el fuego. Ahora varios expertos coinciden en alertarnos de que estamos cerca de dejar atrás la era del fuego, gracias a una nueva arma aún más poderosa: el conocimiento.
Hay una pugna industrial muy reñida por logar una batería barata y de altísima capacidad, pues es vital no solo para los automóviles eléctricos, sino para acercarnos al sueño de lograr desprendernos por fin de la costosa energía producida quemando fósiles.
No estamos muy lejos. Una empresa americana, Amprius, pone a punto una batería de litio con ánodo de nanocables de silicio que contiene un 73% más de energía que la más avanzada de Tesla, con un 37% menos de volumen. La caída en bolsa de Tesla tiene que ver con la creciente evidencia de una competencia muy fuerte en las baterías. Luego están las baterías de litio y azufre, inventadas en la Universidad de Monash (Melbourne), que cuadriplica el rendimiento de las tradicionales. Y las de iones de sodio, de plomo ácido, etc. La guerra de Ucrania también tiene que ver con la riqueza de paladio de ese país.
Varios profesionales de la prospectiva señalan que podemos avanzar hacia el final de la era del fuego. Lloyd Alter nos indica que no deberíamos hablar solo de las baterías de automóviles o estufas o hornos, sino del concepto más amplio de que la era del fuego ha terminado. “Quemar cosas parece como irremediablemente arcaico, como esas imágenes de humanos acurrucados alrededor de fogatas en la oscuridad. Podemos cosechar energía infinita con la tecnología, con el conocimiento. Una vez que se produce esa transición, toda cambia”, dice Martin Edic. Todo nuestro sistema económico ha estado basado en la extracción, desde el advenimiento de la agricultura. La era de quemar cosas ha terminado. Como esa aberración de quemar gasolina. Tenemos el sol, el viento y las olas. Y sobre todo, el conocimiento, que en la era digital nos permite probar y aprender continuamente.
Esta revolución en ciernes afecta a todas las profesiones. Hoy se celebra el día de la prensa y los medios de comunicación, que siguen básicamente quemando gasolina, desde el punto de vista de sus estructuras arcaicas. Deben abrirse al conocimiento, a la colaboración, a la creación conjunta. No solo desde unos profesionales que decretan y establecen lo que es noticia, sino más bien a colaborar para avanzar de la información al conocimiento, que debe ser el resultado de una amplísima elaboración conjunta, también con las máquinas, con la Inteligencia Artificial y sus vanguardias, con el aire y el sol. O las viejas cabeceras arderán con el fuego del futuro, que no quema, sino que ilumina.