No tengo duda alguna que hay que aprender a saber cuidarnos: tener una dieta equilibrada, evitar el sedentarismo, no beber en exceso, no fumar, etc. Son piezas fundamentales para que nuestro organismo funcione equilibradamente y, por ende, nuestra mente.
Pero antes de explicar los beneficios que tiene para nuestro organismo practicar el ejercicio más viejo de la historia que es caminar, te voy a relatar primero dos historias reales para que quede claro el valor que tiene que caminemos diariamente, para después profundizar en cuánto contribuye para nuestra calidad de vida.
Un profesor colega y compañero me comentó un día algo que me pareció extraordinario. Su padre que había tenido un ictus, lo ingresaron y cuando los médicos le reconocieron, se acercaron a mi amigo y su hermano que estaban muy pendientes y preocupados por la situación, para dar detalles del estado en que se encontraba y qué es lo que iban a hacer. Los hermanos le explicaron al médico responsable que en ese momento atendía las primeras horas de respuesta que su padre estaba dando a la enfermedad, que él había tenido un infarto hacía unos diez años y que se lo transmitían como debe ser, para las medidas que el médico creyera conveniente adoptar.
Pero la sorpresa de estos hermanos fue grande, cuando después de haberle hecho todas las pruebas, incluyendo por supuesto un electrocardiograma, el médico se mostró extrañado porque dijo que no se había reflejado ningún infarto en las pruebas, que su corazón estaba perfectamente sano.
¿Qué es lo que había pasado? Que después de aquel ataque al corazón que había sufrido una década atrás, su padre una vez reestablecido, todos los días hacía una caminata de dos horas para ir de la casa de un hijo dónde residía en Madrid a la del otro hijo, y esto lo mantuvo de manera constante durante esos diez años hasta sufrir el ictus. Pero por extraño que parezca todo ese esfuerzo que hizo con sus caminatas diarias, mostraba ya un corazón sano y fuerte que no había dejado ninguna huella de aquel infarto.
La segunda historia corresponde a una de un destacado médico psiquiatra estadounidense que un día relató a la prestigiosa revista Reader’s Digest, qué es lo que le había cambiado el curso de su existencia. El relato no por ser simple carecía de profundidad. Todas las mañanas este médico caminaba durante diez minutos de manera pausada practicando la respiración profunda. Su sistema era que contaba diez pasos mientras inspiraba el aire lenta y profundamente, lo contenía durante otros diez pasos y finalmente lo expiraba mientras contaba diez pasos más.
Ponía su mente en blanco, concentrándose solo en este ejercicio de gimnasia respiratoria y no pensaba en ninguna otra cosa. Todos sus sentidos pendientes de su respiración pausada y rítmica que le permitía sentir los latidos del corazón y cómo se agrandaban sus pulmones. Toda su consciencia estaba puesta en este ejercicio. Y al hacerlo todos los días sin excepción, lo convirtió en un hábito que le era imprescindible cumplirlo diariamente para poder encarar las responsabilidades de cada día, sintiéndose bien y relajado. Habiendo renovado su oxígeno del cerebro y forzado a que la circulación sanguínea irrigara todos sus músculos y órganos.
Esta experiencia del médico estadounidense la he incorporado a mis hábitos diarios de vida, porque además de practicar, en mi caso, unos 40 minutos diarios de caminata que yo llamo “forzada” porque la hago a un ritmo bastante ligero, incluyo diez minutos de caminata muy pausada para practicar la respiración profunda y la meditación que también vengo ejerciendo hace años.
Ahora vamos a explicar los beneficios
1º) Caminar es bueno para tu cuerpo y 30 minutos diarios pueden marcar la diferencia entre tener o no una vida plena
Cada vez hay más investigaciones que confirman que caminar aporta enormes beneficios a la salud. Según la opinión médica unánime, caminar 150 minutos a la semana puede reducir entre un 25 y un 50 % el riesgo de padecer algunas de las principales enfermedades crónicas.
¡Fíjate una cosa! 150 minutos equivale a casi 3 horas (exactamente 2 horas y media), que no es nada para que puedas intercalarlas en la semana.
2º) Caminar es la mejor medicina
Está probado científicamente que el ejercicio ligero o moderado es más eficaz que los fármacos para la rehabilitación de un accidente cerebrovascular y especialmente beneficioso como tratamiento secundario de enfermedades cardiovasculares. También es tan efectivo como tomar medicación para prevenir la diabetes.
3º) ¿Qué es lo que pasa cuando nos movemos?
Tú corazón (que es un músculo y el principal del cuerpo humano) empieza a trabajar más para transportar sangre a los músculos y órganos que se activan por el esfuerzo mecánico que hacemos al caminar. Estamos impulsando nuestro cuerpo (todo nuestro peso) apoyándonos en las piernas, rodillas y pies, para que el movimiento continúe durante el espacio de tiempo que nos hemos propuesto hacer ejercicio.
Este esfuerzo constante fortalece el músculo cardíaco, haciendo que bombee más eficientemente en todo momento y que envíe sangre a todo el cuerpo con menos latidos por minuto. O sea, que una primera mejora automática es para nuestro corazón, que en definitiva de cómo lo cuidemos, sin duda se convierte en una conducta esencial para cómo estamos administrando nuestra vida.
Son muchas ya las evidencias científicas que demuestran que el ejercicio aeróbico puede mejorar la salud vascular, por lo que hacer ejercicio también ayuda a mejorar la función de los vasos sanguíneos.
4º) Los médicos y hospitales de todo el mundo han comenzado a reconocer y recomendar las ventajas de caminar
Pero va mucho más allá del propio beneficio físico, porque la ciencia también ha demostrado que cuando se camina se reduce el riesgo de sufrir demencia y Alzheimer. En 2019, la OMS (Organización Mundial de la Salud) publicó nuevas guías para la prevención de la demencia y su principal recomendación fue hacer más ejercicio.
Por otro lado, un estudio de la Universidad McMaster de Hamilton, Canadá, demostró que la actividad aeróbica con intervalos de esfuerzo de mayor intensidad mejora la memoria.
Lo que aconseja la famosa Clínica Mayo
Textualmente nos dice que “la actividad física no tiene por qué ser complicada. Algo tan simple como una caminata rápida diaria puede ayudarlo a vivir una vida más saludable”.
También señala que “cuanto más rápido, más lejos y con más frecuencia camine, mayores serán los beneficios. Por ejemplo, puede comenzar como un caminante promedio y luego progresar hasta caminar más rápido y caminar un kilómetro y medio en menos tiempo que un caminante promedio, similar a los caminadores eléctricos. Esta puede ser una excelente manera de realizar actividad aeróbica, mejorar la salud de su corazón y aumentar su resistencia mientras quema calorías”.
Te propongo querido lector/a un desafío
Toma la decisión a partir de hoy mismo de darte tu media hora de caminata diaria reacomodando tu agenda y forzándola a que lo cumplas. No importa que tengas que levantarte una hora antes o terminar tu jornada una hora después, aunque en rigor de verdad, si la incluyes cuando regresas del trabajo, verás que se convierte en un auténtico gozo, tu recreo del día.
Una vez que hayas logrado hacerlo durante una semana, te aseguro que lo habrás incorporado como hábito, lo cual tienes que verlo (aunque no percibas los beneficios hoy), que es como un seguro para tu salud física y mental. Y si un día por razones inaplazables de tu trabajo, por ejemplo, un viaje, la has tenido que suspender, verás cómo extrañas esa caminata diaria.
Si te aburre hacerlo en solitario, compromete un amigo, un familiar o un compañero de trabajo, para que mientras lo practican puedan conversar de temas que les interesen de manera relajada. Por supuesto, no hablar de trabajo, sino de cosas que provoquen alegría, distensión y especialmente, hablando de planes personales que sean de interés, caso de organizar un fin de semana largo para ir de pesca o hacer montañismo