Será el quinto conservador que ocupa el puesto en seis años. Tal vez dure algo más que una lechuga, lo que no logró su predecesora Liz Truss. El 10 de Downing Street se ha convertido en una especia de Airbnb para estancias cortas. La italianización de Gran Bretaña es un fenómeno de enorme alcance y un espejo para otros delirios de supuesta grandeza. Pero al menos los italianos comen muy bien y los británicos judías con tostadas. Y no digamos en eso del sexo y el amor!
Sunak es un hindú practicante, lo que le puede venir muy bien para hacer yoga antes de tomar las decisiones que son el perfecto dilema de Hobson, cuando todas las decisiones son malas. Porque Gran Bretaña ya no está “throned amid the billows” como dice uno de sus más celebrados himnos. Se ha hundido entre las olas que ellos mismos levantaron. Ya no cantarán como el “Land of hope and Glory” que un día fueron. El espejismo del gran imperio los cegó (como a un tal Putin en Rusia) y ahora no quieren saber nada de la larga y lúgubre serie de catástrofes autoinfligidas, desde hace más de una década. Los británicos se dieron un tiro en el pie y se arrastran cojeando hacia un país mucho más pobre, ignorando flemáticamente el rastro de su propia sangre.
Sunak es oscuro de piel, muy delgado y bajito. Es hijo de emigrantes de la India, casi 75 años después de una medianoche en la que los británicos dejaran un enorme país dividido por la violencia sectaria, tras casi dos siglos de implacable colonización. Ayer era del día de la festividad hindú Diwali y no sabemos se Sunak habrá tenido tiempo en encender las pequeñas velas rituales. Las va a necesitar. El 26 de febrero de 2016, Rishi Sunak anunció su apoyo al Brexit, que “haría a la nación más libre, más justa y más prospera, agrandando nuestra posición como economía”. Inmenso error e inmensa mentira. Ahora puede volver a mentir y decirle a la gente que no son más pobres, como hizo Boris Johnson. Funciona políticamente. Pero el nivel de vida en Gran Bretaña se está desmoronando, como mostrarán las estadísticas, dentro de un años o tres o cuatro años, una cruda realidad, que ya puede percibirse en la degradación del sistema nacional de salud, con ambulancias que tardan horas y las esperas de algunas operaciones serias que pueden tardar años. Empiezan a anotarse advertencias muy serias de las propias autoridades británicas: La caída del comercio como porcentaje del PIB ha caído el 12% desde 2019, dos veces y media más que en cualquier otro país del G7. O el ex gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, que señaló: “en 2016 la economía británica era el 90% del tamaño de la de Alemania. Ahora es menos del 70%”. Y sigue en caída libre. Pero los ingleses no quieren ver la conexión.
Sunak puede pedir dinero prestado y mantener el mismo nivel de vida de la gente, pero los mercados lo castigarán, como ya hemos visto. Puede optar por la austeridad y recortar todo, pero la gente ya está al borde de la insurrección. Puede reducir los impuestos, al precio de menos servicios públicos. No le fue nada bien a la chica de la lechuga con la fórmula.
El sueño imperial acabará. Fue el mayor de la historia, dominando una cuarta parte de la población mundial y una quinta parte de las tierras emergidas. Proporcionó un espectacular crecimiento económico al Reino Unido. Ahora podría pasar que dejase de ser un reino unido. Es lo que termina pasando cuando tu prosperidad se basa en la depredación, en el colonialismo, incluso en la esclavitud. Putin debería tomar nota.
Dentro de una década o dos, Gran Bretaña volverá a la sensatez, pero será mucho más pobre. Y tal vez pedirá ingresar en la Unión Europea.