PERIODISMO

RTVE, bajo el volcán

La dimisión del presidente de RTVE es la última vuelta de tuerca de un despropósito a derecha e izquierda

Miguel Ormaetxea | Martes 27 de septiembre de 2022

El presidente de la corporación pública que más influye sobre la opinión en España, a pesar de sus ínfimas cuotas de audiencia, anunció el lunes su dimisión, tras 18 meses de errática gestión. Es tiempo de pulsar el botón de reiniciar.



En mayo del 2008, el gobierno de Zapatero suprimió la publicidad de TVE, para “afianzar el modelo de una radiotelevisión pública mayoritaria, sostenible e independiente”. Las TV privadas y las operadoras de telecos aportarían el dinero, para compensar los 478 millones que ese año esperaba recaudar la TV pública por publicidad. Desastre total: RTVE siempre ha estado controlada por el partido que gobernaba, primero por el PSOE hasta 1996 y después por el PP hasta 2004. ¿Independiente?: una broma de graves consecuencias. ¿Sostenible?: la deuda de la corporación podría superar este año los 580 millones de euros. Mientras tanto, la audiencia está en mínimos históricos: la primera cerró agosto con una cuota de pantalla del 8,1%.

Habría que mandar al paredón de la opinión pública a mucha gente, incluido a Jose Manuel Pérez Tornero, que llegó al puesto por una insólito acuerdo entre el PSOE y el PP, y que se marcha porque asegura que “ya no se dan las condiciones mínimas para el consenso transversal” y “en ocasiones ni tan siquiera el clima propicio al diálogo”. O sea, un inútil total, al que han dado la espalda una plantilla compuesta por 6.500 personas.

España está entre los países más cainitas del mundo. “un viejo país ineficaz entre dos guerras civiles”, que escribió Gil de Biedma. Bueno, no tan ineficaces. Es el país 14 más rico del planeta y hay 206. Con una de las esperanzas de vida más elevadas y 85 millones de turistas extranjeros que prefieren España. Y una avalancha de emigrantes que se juegan la vida por entrar. Por algo será, aunque nos autoflagelamos hasta la extenuación. Y una oposición, de derechas o de izquierdas, que cree que su labor es descalificar todo lo que hace el Gobierno, e insultarlo, a veces soez como con Casado y un poco más suavizado –pero no mucho- con Feijóo. ¿Cómo sería este afortunado país si tuviéramos una “leal oposición” como en algunas naciones del norte de Europa?

¿Cómo sería RTVE si siguiera el modelo de la BBC, por ejemplo?

Algunas consideraciones importantes. La corporación pública de radio y TV no debe competir con las privadas, juega en otra liga. No se trata de logar altas cuotas de audiencia, sino de intentar alcanzar la excelencia informativa, que no tiene nada que ver con la información espectáculo, una deriva penosa de la verdadera información de calidad, la que los ciudadanos necesitan para tomar decisiones bien informadas. La gente que traga televisión basura está en su derecho, nada que decir. Pero advirtamos que la publicidad machacona, repetitiva, invasiva, está en el sumidero de la historia. Ya he empezado a caer con fuerza. Ya sabemos por experiencia que es lo último que abandona el barco que se hunde. Pero las empresas y las marcas empiezan a darse cuenta que poner sus anuncios en algunos basurales no les hace bien a su imagen, en la nueva era de la responsabilidad ambiental.

Un ejemplo: la erupción del volcán de La Palma, abrió las telediarios durante meses, sin una sola víctima, solo porque era muy espectacular, muy vistosa. Sin duda un acontecimiento importante. Pero cansaron la personal hasta el hastío. RTVE jugó en ese desenfreno de la información como espectáculo. Un año después, casi nadie se acuerda de La Palma, excepto los palmeros, que sufren las destrozadas carreteras, los gases sulfurosos, los lentos subsidios, la burocracia inacabable…El exceso de exposición mediática es muy contraproducente, como bien saben muchos famosos y famosillos del corazón y otras vísceras.

Ahora es la RTVE la que está bajo el volcán.

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