Si lo que te preguntas es si hay una relación directa entre la actitud que tú tengas en tu vida, en el día a día, y tu nivel de éxito alcanzado, sin duda la respuesta es que sí. Pero la pregunta que a continuación puedes formularte es ¿cómo puedo hacer para mejorar mi actitud hacia las cosas y especialmente a los demás? Y ahora sí que vas por el buen camino.
Tener una actitud positiva no es que por sí sola sea garantía de éxito, pero lo facilita bastante. Por tanto, debes crearte una actitud positiva y desterrar la negatividad con la que enfrentas cada jornada, que se refleja en las molestias que te producen las relaciones interpersonales con compañeros de trabajo, o si estás en posición de liderazgo, algunas de las personas que están bajo tu dirección. Esto es inevitable. Le sucede a todo el mundo.
La cuestión es cómo administrar estas situaciones para que no genere en ti una actitud percibida por el resto de personas como que siempre termine siendo una actitud agresiva, desconfiada, egocéntrica, etc.
¿Hay alguna manera de introducir una actitud de optimismo? ¿Estás en condiciones de que de tus palabras emane entusiasmo y crees una buena expectativa en la gente?
Hacer crecer el entusiasmo y las expectativas no solo es beneficioso para las personas a tu alrededor, más cuando tienes responsabilidad de dirección, sino que las oportunidades crecen y los problemas se reducen. Así de sencillo.
Si estás en una posición de liderazgo, tu actitud positiva atrae a las personas a tu lado y las alienta a hacer un mejor trabajo, pero especialmente a incrementar su compromiso con la empresa y especialmente contigo, porque para ellos serás más creíble. Lo contario de hacer trabajar a los demás actuando desde una jerarquía que infunde el miedo. Actuarán…sí…pero con temor, lo que no es bueno para nadie y menos para la rentabilidad de la organización.
Cómo encarar la búsqueda de una actitud positiva
1º) Tener un propósito
Actuar teniendo en mente un propósito que lo tengas bien definido. Tienes que sentir que es una fuerza que te impulsa para encaminar los diferentes objetivos que te vas imponiendo. Actuar sin rumbo fijo desmotiva y desarticula cualquier actitud. Pierdes energía física y anímica.
2º) Entrenarse en la actitud
Como en la práctica de un deporte, cuando se está en plena forma no afecta tener que incorporar unos ejercicios más o hacer un kilómetro más de lo planificado, porque es algo que se viene haciendo a diario. La actitud es como el músculo, estando trabajada es flexible, se amolda mejor a los imprevistos y no le asustan los obstáculos.
3º) La búsqueda de resultados
Los buenos resultados son generados a través de un esfuerzo equilibrado y constante. No son aleatorios. No anteponer resultados a actitudes. Hay que investir la actitud como si ya tuvieses en la mano el mejor de los resultados.
4º) Capitalizar los errores
Siempre se producen errores y hay que hacer correcciones. Es inevitable. Ni hay que sobrevalorar la actitud positiva como que es una garantía de éxito, ni dejarse llevar por la negativa al primer revés que sufrimos. Tienes que grabarte en tu cabeza que los resultados que recibes son las señales de los resultados que deseas lograr. La transferencia de energía positiva existe. La negativa también.
5º) Ser un creador de espacios positivos
Las investigaciones en la psicología clínica y social nos han mostrado una cantidad de avances importantes en los últimos años en materia de comportamiento y cómo funciona nuestro cerebro y por ende, nuestra actitud en las relaciones, especialmente en las de equipos de trabajo.
Es un hecho científico que tu cerebro imita automáticamente los comportamientos de las personas que te rodean en base a lo que se conoce como neurona espejo. En la medida que ese equipo o departamento este conformado por personas término medio positivas en cuanto a actitud, termina produciéndose una sinergia también muy favorable en el ambiente que se percibe y se logra liberar tensión porque hay el llamado well-being (bienestar), que es para la empresa y cada una de las personas.
Por contario, cuando hay una o más personas que tienen actitudes negativas, igualmente se manifiesta un espejo de actitud que termina contagiando al resto, de ahí que el líder debe tener la mano izquierda suficiente para neutralizar este tipo de comportamientos.
6º) Humildad y una sonrisa
En la medida que los demás vean en ti una persona positiva, que te perciban como que no compites de manera en la que rompes las reglas y te interesa solo tu trabajo y situación, atraerás a las personas porque no ven peligro ni piensan que estás especulando, creando usinas de rumor y esperando el momento para hacer un comentario negativo. Verán tu sonrisa como sincera, tu humildad como garantía. Pero esto no implica que te consideren un pusilánime, sino una persona que respeta a los demás y que valora el trabajo del resto.
Saber reírse de ti mismo es un aliciente para esa percepción humana, que admites tus errores y que hablas de ellos de manera llana, sin especulaciones, buscando siempre lo mejor para el grupo.
También es bueno que los demás vean en ti, como compañero o como jefe, que eres capaz de perdonar, de comprender, de ponerte en el lugar del otro, de ser empático y de colaborar. Cuando alguien necesita ayuda, tender la mano. Cuando una persona tiene una visión distinta a la tuya, dejar que la defienda con la misma pasión que tú defiendes la tuya. Pero especialmente, la actitud positiva busca la convergencia de esas visiones, que sean complementarias, no divergentes.
7º) Dar las gracias y sentir el agradecimiento
Cada vez que transmitimos con nuestros gestos y especialmente palabras, un agradecimiento hacia los demás, esta actitud engrandece tu figura en el grupo (entre compañeros) y especialmente cuando estás liderando un equipo o una empresa.
Hay que tener consciencia que el agradecimiento rompe barreras, genera confianza, logra proximidad y favorece el cumplimiento de metas comunes.