¿Es posible traer a nuestras vidas más positividad? ¿Es posible transformar los pensamientos positivos en felicidad? ¿Es posible aumentar su felicidad al concentrarse en las cosas positivas y reducir sus pensamientos negativos?
Un buen método es el de igualar cada pensamiento negativo con uno positivo. Esta práctica le ayudará a reentrenar sus patrones de pensamiento habituales para traer pensamientos más positivos a su vida.
En la medida que los negativos sean mayoría, el cerebro responde creando estrés y tristeza en todo nuestro ser. Eso de que nos sentimos agobiados, como que al caminar nuestro peso se duplica, que nos cuesta trabajo levantarnos por la mañana y conectar con nuestras actividades diarias. Nos invade una sensación de derrota antes mismos de perder la batalla diaria del día a día de nuestras actividades, que, al tener un mayor peso de pensamientos negativos y estrés consecuente, nos invade esa sensación de que todo nos va a salir mal. Y esto termina siendo una imagen lejos de la realidad de lo que realmente va a ocurrir, que es cumplir con nuestras actividades y responsabilidades.
Cuando se agrega pensamientos más positivos, su cerebro creará relajación y felicidad. Si practicamos esto de igualar al menos la cantidad de positividad en nuestro cerebro que neutralice lo negativo que nos hunde, cuánto más lo ejercitamos más facilitad tendremos para neutralizar y mejor aún, eliminar todo vestigio de negatividad. Si nuestra proporción mejora (más positividad que negatividad) seremos más felices.
La buena noticia que tenemos que compartir hoy desde esta tribuna, es que después de que somos conscientes de que hemos trabajado bien los pensamientos positivos y hayamos reducido la dosis de negatividad, y lo hayamos hecho durante varios días para contrarrestarlos (estos pensamientos, recuerdos y demás datos negativos) comenzarán a disminuir gradualmente. Esto no implica eliminar de nuestra realidad cotidiana las responsabilidades que asumimos a diario, porque, por ejemplo, tenemos dificultades de comunicación y entendimiento con el jefe de equipo en la oficina. Esta realidad objetiva no es que la eliminamos, sino que la reconducimos.
Porque nuestro mecanismo mental se habrá re-fortalecido concentrándonos más en lo que queremos hacer sin experimentar emociones y estrés que nos distraigan o peor aún, nos agobien porque nos invade aquella sensación de derrota a la que aludíamos.
De esta manera, nos haremos más productivos, sin experimentar emociones y estrés negativo que nos distraigan. El estrés positivo es bueno, es ese que nos energiza a diario y que nos permite abordar todas las cuestiones a las que tenemos que enfrentarnos en el trabajo (desde lo operativo diario a incluso, situaciones de conflicto). Es evidente que una crisis que no hemos causado y que afecta nuestro equipo nos incorporará pensamientos negativos, pero si ya estamos entrenados en cómo reducir su impacto, nuestra actitud será positiva además de enérgica (con determinación para actuar y hacer) y desde ya que productiva, porque incrementaremos nuestra eficacia y consecuentemente nuestra productividad.
Pero lo mejor de todo es que nos hará sentir más felices, no tanto por lo positivo de lo que hemos hecho sino por el control que hemos sabido realizar sobre aquello que nos generaba gran insatisfacción, inseguridad, desmotivación, desaliento, etc.
Cuando estos sentimientos se desmoronan porque no dejamos que nos afecten, automáticamente es el sentimiento de felicidad la que dibuja esa sonrisa en nuestro rostro, porque estamos aliviados de haber sabido fortalecer nuestra actitud y capacidad de reacción.
Un buen método para volverse más positivo y sentirse más feliz
Como todo en la vida, cuánto más simple se nos explique mejor lo entenderemos. Y unos pasos muy sencillos que podemos dar consisten en:
a) Hacer una lista de pensamientos felices. Aquellos recuerdos (más del pasado y también presentes) y cosas que estamos experimentando que sabemos nos llevan a un plano emocional de satisfacción, de sentirse bien, de comodidad, por supuesto, de felicidad.
b) Enumerar las personas y los lugares que nos hacen felices, como los buenos amigos, lugares de vacaciones favoritos, recuerdos de la infancia y más.
c) Hacer también una lista de las cosas (ya no solo el pensamiento) que nos hacen sentir felices, que las olemos, sentimos, tocamos, tales como una mascota, un bebé, el olor de una vela encendida en un ambiente de cena agradable, etc.
d) De la misma manera que hemos etiquetado los pensamientos positivos y las cosas que nos hacen sentir bien y con una cierta dosis de felicidad, debemos hacer una lista de aquellos pensamientos negativos que nos hacen infelices. Y que como pueden seguir ocurriendo siempre porque es inevitable (otra cosa es que los neutralicemos y eliminemos), con este buen entrenamiento que sugerimos sucederá que cada vez que aparezca algo negativo que nos distrae y que incluso puede ir a más, debemos etiquetarlo en esta nueva lista. De esta manera vamos a tenerlo muy identificado y saber cómo vamos a actuar para restarle importancia, no porque no la tenga, sino porque no debe afectarnos.
Y una vez que hayamos etiquetado uno, dos o tres de estos pensamientos negativos que sí nos pueden llevar a sentimientos de infelicidad, hay que seguir con nuestra lista de pensamientos y cosas que sí nos hacen sentir bien y gozar esos momentos de felicidad que hemos sabido generar.
Después de unos días, la cantidad de pensamientos y sentimientos negativos a menudo disminuye
Es casi como si el cerebro se aburriera de ser negativo porque reemplaza los pensamientos tan rápidamente por pensamientos positivos.
Pero la receta más importante (aunque odio dar recetas) es quizás que para aumentar la positividad y la felicidad no debemos limitarnos a esperar a que aparezcan los pensamientos negativos para pensar en algo positivo. Hagámoslo por sistema siempre, anticipémonos a cualquier negatividad con toda la fuerza positiva mental de la que disponemos.
Por ejemplo, cuando vamos a una comida con un amigo, incluso si es un compañero de trabajo, una buena medida puede ser para disfrutar del momento y conocerse mejor, acordar de no hablar de trabajo. Que esa hora sea una de descanso y relax verdadero. Por tanto, serán sesenta minutos de pensamientos positivos que no da lugar a la entrada de ninguna negatividad que los destruya.
Otro factor importante, es no ser demasiado duros con nosotros mismos, porque cuando nos exigimos a niveles que somos los peores jueces sobre nuestras acciones, no ayudará esta actitud a encontrarnos con un balance favorable de más pensamientos positivos que negativos.
La búsqueda de la sonrisa
La simple sonrisa que podamos combinar en nuestro rostro con nuestro pensamiento positivo a nivel de nuestra mente, ambos generan ese valioso intangible que es el sentimiento de felicidad.
La felicidad termina aportando a nuestras vidas más salud mental y también física. Algunos expertos hablan de más longevidad. Pero lo cierto es que alimentando el espíritu se sana el cuerpo, no es un mal consejo, en realidad es lo que nos ocurre cuando somos capaces de generar emociones y sentimientos positivos.