Cuando se tiene ocasión de presenciar un ballet clásico de élite interpretando “El lago de los cisnes” de Chaikovski, cuesta imaginar la cantidad de horas y años de dedicación para llegar la bailarina principal a lograr tal grado de perfección técnica y poder consumar una expresión artística única.
El arte, en todas sus manifestaciones, es quizás la expresión humana más característica de nuestra especie. El arte es posible solo a través de la interacción humana, la persona que lo produce y los millones de personas que lo disfrutan.
En nuestro amplísimo campo del liderazgo, sin duda el arte tiene también su sitio, diferente a la danza, la escritura o la pintura; pero los líderes efectivos, como la bailarina referida, tienen muchas horas y años a sus espaldas, trabajando duro, tomando decisiones y gestionando organizaciones e instituciones gracias a su capacidad para liderar personas y alcanzar las metas fijadas. Y tiene un punto en común con cualquier otra manifestación de arte, porque el líder también mueve las emociones y también enseña a su personal a gestionarlas.
Educación 360 grados
En la medida que la sociedad avanza, son muchos los factores que deben ser tenidos en cuenta para un crecimiento equilibrado y sostenible. Pero, de todos aquellos, dos de los factores los consideramos fundamentales en todo país que se considere desarrollado y que deben ser protegidos y promovidos: la educación de calidad en todas las etapas de desarrollo de la persona, desde la primaria hasta la universidad; la formación y capacitación profesional adecuada a los nuevos tiempos que corren condicionados por una constante innovación tecnológica.
La educación tiene que ser rica, diversa, completa y libre. Es decir, hay que formar en el conocimiento, pero también en las metodologías. Hay que formar en tecnología, pero también en Humanidades. Hay que desarrollar la razón y la memoria, pero también la gestión emocional y la voluntad, la disciplina y el control.
Si esto no se cuida y se realiza con la escrupulosidad que requiere, esa nación no podrá en un futuro próximo hacer el recambio de liderazgo generacional que siempre tiene que darse en toda sociedad. Y este es un problema al que nos estamos enfrentando en los últimos años, para ser suaves, con gran preocupación.
Cuando nos deleitamos con la lectura de un buen libro, sin duda es parte del arte del escritor, el poeta o el dramaturgo, dejar siempre abierta la interpretación que de su obra se haga. En otros términos: el arte realmente no tiene reglas y depende fundamentalmente de quién lo observe (pintura), lea (libro) o escuche (música).
En materia de liderazgo también ocurre lo mismo, y como muestra nuestra foto de portada: siempre existe un valor diferencial de una persona a otra, pero finalmente una es la elegida. ¿Será su arte o su técnica?
En los últimos años, después de una infinidad de estudios de psicología social e individual, los conductistas e investigadores sociales nos han brindado una cantidad de información muy valiosa sobre cómo es la conducta humana en ambientes de trabajo, analizando desde comportamientos de grupo y reacciones ante determinados estímulos, como los nuevos modelos de dirección de personas.
¿Han sido suficientes? Creemos que un campo de conocimiento tan amplio como es el comportamiento humano en las organizaciones, jamás se termina de esbozar una tesis final que lo aglutine todo, al igual que la teoría la unificación final de la física (conocida como teoría del todo) para interpretar el universo.
En realidad, no existe y lejos estará de existir, al menos en el campo que dominamos, que es el de las organizaciones y el liderazgo. Porque lo que no se puede olvidar es que la conducta humana no puede preverse ni ordenarse al milímetro como un torno de alta precisión. Y además, la robótica en materia de liderazgo aún no ha entrado. No decimos que no lo haga en el futuro. Pero las decisiones aún son tomadas por personas.
Tech vs. Personas
Es evidente que los datos, máquinas, sistemas informáticos y robótica, así como la inteligencia artificial, son los aspectos centrales que ocuparán nuestra atención más allá del horizonte 2030, pero de momento, el liderazgo sigue siendo una forma de acción humana en la que además del talento y formación de la persona, subyace esa condición natural que es el sello personal que se pone al hacer algo.
Aquello que coloquialmente decimos, por ejemplo, que ese cantante “tiene arte”. Pues bien, grandes líderes empresariales como Jobs, Gates, Buffett, Branson, Welch, Iacocca, por citar algunos, todos ellos son auténticos artistas de la conducta humana. Son líderes en los que el aspecto técnico ha sido sobrepasado por su arte y sensibilidad.
Los expertos que han sustentado sus estudios en base a datos sobre prácticas de liderazgo, percepciones, eficacia y resultados, no es que no los aprobamos, sino que debemos matizar muy bien cómo se interpretan y el alcance de cada una de dichas investigaciones.
Los que nos siguen habitualmente en esta tribuna, podrán observar nuestra posición respecto a la réplica que hemos dado a más de una investigación. Por tanto, las tomamos como una evolución necesaria en una disciplina tan amplia como el liderazgo.
Las investigaciones sobre la conducta humana, especialmente cuando se han estudiado decisiones y comportamientos de la alta dirección a través de organizaciones punteras durante varios años, es lógico que mejore nuestro conocimiento y comprensión de lo que los líderes efectivos pueden alcanzar.
Consecuentemente, la importancia que ello tiene para el crecimiento y desarrollo de las organizaciones. Pero la pregunta inevitable es si a pesar del avance en el conocimiento de la materia, hemos sido capaces de mejorar, por ejemplo, el liderazgo político. A priori, pareciera ser que no.
Las altas tasas de rotación y la escasez de líderes efectivos sugieren que no hay correlación entre estudiar el liderazgo y el que definitivamente se aplica en la práctica, sean gobiernos u organizaciones.
Creemos, junto a una parte importante de la doctrina, que se beneficiaría un poco más el ejercicio del liderazgo, si partiésemos de la base que tiene un sustrato importante de arte, porque por definición sería mucho más proclive a atender las sensibilidades humanas, a preocuparse por las percepciones que las personas tienen de su líder en una organización o los ciudadanos de un alto cargo institucional.
En ningún momento negamos la posición que el liderazgo efectivo también es una habilidad que puede ser aprendida y que ese aprendizaje contribuye sustancialmente a las organizaciones y a la sociedad en su conjunto.
Pero incluso personalidades históricas relevantes, como fue Napoleón, elegía a sus generales para diferentes responsabilidades en función de la empatía que le generaba o, incluso, si era un militar que había demostrado tener suerte en las batallas que había librado.
La técnica y la supremacía militar que impresionan terminaba siendo dominada por ese intangible dificilísimo de medir como es el talento, capacidad de reacción, imaginación, predisposición, etc. de una persona, da igual que fuera un general francés del siglo XIX o un líder empresarial de 2021.
El arte no tiene tiempo ni fronteras.
Renovación generacional
En cualquier proceso de búsqueda de nuevos directivos y líderes para hacerse cargo de una organización, más que la edad lo que debe prevalecer es definitivamente el talento de la persona. Y el talento incluye una parte significativa de arte, de cómo conducirse en la vida y cómo hacerlo con el personal que tiene a cargo (en las organizaciones) o los ciudadanos (para un líder político).
Cada vez que se contrata para posiciones de liderazgo, lo primero que hay que observar es el tipo de experiencia demostrada, así como formación, capacidades y habilidades en vez de sopesar la edad.
De lo que debe alertarnos esto es sobre la imperiosa necesidad de que aflore una nueva perspectiva, una visión distinta que permita ver con más claridad el horizonte de crecimiento y desarrollo de esa organización que promueve el cambio de liderazgo. Pero también y no menos importante, es la capacidad de promover las relaciones interpersonales desde una óptica fundamentalmente humanista. Que ese arte al que aludimos, sea el que le permite dirigirse de manera directa a personas y equipos, que genere confianza y termine construyendo la imagen de un líder creíble.
Los autores hemos sostenido siempre desde esta tribuna que los buenos líderes deben preocuparse por formar y desarrollar nuevos líderes dentro de la organización, porque los relevos son inevitables con el paso del tiempo.
El reclutamiento de una persona para una posición de alta dirección es una mirada al futuro y no al pasado. Se deben potenciar todas las fortalezas, toda esa capacidad que aún no ha sido posible aplicar y que con seguridad la nueva dirección buscará apoyarse en esos puntos fuertes.
Porque los resultados positivos del pasado, que dieron grandes satisfacciones a la empresa y su marca, no garantizan que sigan siendo equivalentes en el futuro porque las condiciones están cambiando día a día.
Y cuando se toman decisiones de cambio en el liderazgo, justamente es para que las circunstancias que están afectando la capacidad potencial de rendimiento ya demostrada en el pasado, no terminen impactando negativamente porque la organización no haya sabido encarar el futuro, que no es ni más ni menos la consecuencia de cómo se está actuando hoy.
La influencia de las decisiones pasadas que tuvieron éxito en los mecanismos decisorios del presente, son inevitables. Por ello, la visión del nuevo líder es fundamental para el sostenimiento de ese crecimiento, adecuando la organización a proyectos plausibles y sostenibles en el tiempo.
¿A cuánto ascenderá el grado de arte que tenga que aplicar?
En realidad, no existe medida. Sería falso plantearlo así. Lo que sí es cierto, es que cuánto más personal sea el estilo y la preocupación por las personas, así como el crecimiento y desarrollo personal de todos sus empleados, esa sensibilidad no es parte de su técnica y formación, sino entran en el plano emocional, el que también nos permite disfrutar y emocionarnos con una sinfonía. Arte puro.
El entusiasmo vence al convencionalismo
Estamos viviendo una época especialmente marcada por las nuevas tecnologías, que todo lo pueden y todo lo cambian. Guste o no, las empresas están también condicionadas en sus decisiones, los márgenes de maniobra se han achicado, porque ya no existen los amplísimos espacios en que los resultados si no eran los que se esperaban, no pasaba nada porque el tiempo transcurría a otra velocidad.
La competencia reaccionaba tarde o no lo hacía nunca. Era más difícil perder cuota de mercado. Por el contrario, el escenario actual, en que la aceleración del cambio no da tregua, ni en cuanto a la velocidad y menos aún en lo que respecta a la profundidad, está expulsando año tras año a decenas de miles de organizaciones del mercado por no haber sido capaces de adaptarse a las nuevas condiciones y exigencias.
Los ciclos productivos cambian en meses porque la innovación va dando saltos exponenciales. Las oportunidades que se pierden en los mercados cada día se agigantan, porque hay que medir con mayor precisión las decisiones que se toman y las acciones que se implementan.
De ahí que la nueva perspectiva ayuda a aprovechar las que en muchas ocasiones se convierten en oportunidades perdidas. En cierto sentido, el liderazgo que aflora de los líderes jóvenes y talentosos es la garantía que se interpretará mejor el entorno y cómo adaptarse a los cambios que éste impone.
O sea, estamos definiendo el concepto de oportunidad en cuanto a cuándo, cómo y por qué actuar. Esa capacidad de reacción de estos líderes efectivos también tiene un altísimo componente de arte, no repetible ni imitable por otra persona, porque es algo que forma parte del patrimonio de la personalidad individual.
En definitiva, se supone que un líder competente buscará contar con los mejores talentos en los equipos y departamentos, comprometiéndolos a poner las bases de un crecimiento continuo y sostenible, especialmente neutralizando y/o eliminando aquellos obstáculos que tanto a nivel interno de la organización, como externo (variables no controlables) puedan estar comprometiendo el futuro.
También atenderá al nivel de sensibilidad, entrega, esfuerzo, compromiso, forma de relacionarse, etc., de su personal, porque en ellos provocará reacciones que puedan ser consideradas arte.
Cuando el líder sensible actúa buscando que los demás sean también sensibles, abre la ventana a las emociones y sentimientos que forman parte de esa inabarcable psicología humana que más allá de sus comportamientos, tiene un componente también de arte porque la respuesta del personal al líder será también proporcionada a lo que ellos reciben de él.
O sea, que el arte en la dirección de personas genera unas actitudes equivalentes en respuesta que no se hubiesen producido si el líder no toma la iniciativa en primer lugar en busca de esa acción individual motivadora y comprometida. Este tipo de actuación, sin duda es arte.
Talento y entornos multiculturales
Lo que nos plantea el arte, es que los grandes artistas tienen una dosis combinada de su capacidad artística, única e indivisible, con un talento innato que es el que han perfeccionado con el esfuerzo de años de estudio y dedicación.
Es el caso de los grandes directores de orquesta, destacados intérpretes de la danza clásica, etc. O sea que no dista demasiado del talento de un líder empresarial exitoso que ha sabido llevar las riendas de una organización haciendo que todo su personal trabaje con eficacia con la misma armonía que lo hace un ballet clásico.
Pero el talento también hay que promocionarlo y construir sociedades en los que se premie esta capacidad. Cuando se observan los porcentajes de participación de estudiantes universitarios extranjeros en Estados Unidos, no nos sorprende el éxito que la potencia tecnológica número uno del mundo tiene en la innovación y desarrollo científico.
En otros términos, cuando se cuenta con la mejor materia prima (jóvenes talentosos) en universidades, centros de investigación, startups tecnológicas punteras, etc., lo que se está haciendo en términos de liderazgo es crear las condiciones para que en el medio y largo plazo se siga ostentando una posición de privilegio y dominante en la economía mundial, en particular, dominando los mercados a través de sus empresas multinacionales y con características multiculturales así como diversas en cuanto a las personas que las conforman. A más talento mejores resultados.
Los nuevos líderes se sienten cómodos en estos nuevos escenarios en los que la multiculturalidad y diversidad es la característica habitual. Por ello, la nueva política que debe ir aflorando, requiere de organizaciones exitosas y al mismo tiempo instituciones públicas también que abracen el éxito. El líder que quiere triunfar en su gestión debe entender el nuevo escenario o la organización que presida no podrá estar a la altura de las exigencias del mercado.
Desde ya que, en política, los ciudadanos en sociedades cada vez más abiertas y evolucionadas, también elevan el listón de las exigencias cada día, y en los próximos dos o tres años, podremos verificar a nivel europeo, qué líderes han pasado la prueba del liderazgo efectivo y se proyectan como que son disruptores de su generación.
Europa y el mundo requiere de líderes políticos y empresariales que puedan moverse con la misma delicadeza que lo hacen las bailarinas de la “Danza de los cisnes” de Chaikovski. De ahí que el arte de la danza clásica será del todo insuperable por el del liderazgo en cuanto a estética, pero les aseguramos que cuando la predisposición humanista de un líder prevalece por sobre la técnica, dejará paso a su arte que será el más importante atributo que le caracterizará en su carrera futura.
José Luis Zunni es director de ecofin.es y vicepresidente de FORO Ecofin. Director de ECOFIN Business School y coordinador de ECOFIN Management & Leadership. Director del Centro de Liderazgo de la EEN (Escuela Europea de Negocios) y coordinador académico de la Red e Latam del grupo media-tics.com. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Conferenciante. Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management de la EEN y coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DE LA EEN. Autor de ‘Inteligencia Emocional para la Gestión. Un nuevo liderazgo empresarial’, coautor de ‘Liderar es sencillo. Management & Liderazgo’ y coautor con Ximo Salas de ‘Leader’s time (Tiempo del líder)’
Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).
Salvador Molina, presidente del Foro ECOFIN y consejero de Telemadrid