Era uno de los mejores negocios del mundo. Durante décadas, dio un beneficio superior al 40% anual en los principales mercados, además de enorme influencia política y cultural. Además, tenía glamur. Muchos periodistas eran estrellas mediáticas. Las ediciones dominicales de la prensa eran auténticas máquinas de empapelar anuncios. En mi primer viaje a New York quedé asombrado al sostener a duras penas la edición completa de un domingo del “New York Times”. Cebrian dejó la dirección de “El País” con una tirada de un millón de ejemplares el domingo, para pasar a ser consejero delegado poco después. El diario cerró el pasado 2020 con 70.000 ejemplares de difusión media. Es solo un ejemplo de una caída generalizada que es más bien un estruendoso derrumbe. Las pérdidas económicas van a la par, sin final, sin suelo. Es hora de reinventar todo, no hay paliativos, pero tal vez sí oportunidades.
El diario “El País” es el primero en la amplia zona de la lengua española, por audiencia y también por capacidad de influencia. El idioma compartido con unos 600 millones de personas, incluidos unos 50 millones que residen en EEUU, primer país del mundo, es un activo y una oportunidad única, que no hemos sabido aprovechar hasta ahora y no parece que vayamos a hacerlo desde la llamada madre patria. Es posible que lo hagan los franceses de Vivendi, que están tomando posiciones crecientes en Prisa, tras un cambio muy significativo en la gestión, ahora que Amber ha tomado las riendas, desplazando a unos gestores que han estado muy lejos de estar a la altura de las difíciles circunstancias. Hay un viejo problema de gestión empresarial. También, pero menos, de gestión periodística, tras demasiados cambios en la dirección del diario. La cotización del Grupo Prisa es un baremos bastante elocuente. A mediados de febrero, la acción cayó a un euro, mondo y lirondo. Agudo contraste con los 20,8 euros en los que se fijó el precio cuando salió a bolsa, equivalentes a 4.550 millones de los de entonces. Cuando tu cotización pasa de 20 a uno…Pero de ahí a ofrecer 150 millones por el diario y la SER, parecía que Blas Herrero estaba haciendo un chiste.
Prisa perdió el año pasado 219 millones, esencialmente por la caída de la publicidad y las ventas del diario. Son varios años de descenso a los infiernos, sin final, sin suelo aparente. Vuelve a echar gente, recorta sueldos, cierra suplementos. Lo contrario a lo que hacen los ganadores de esta crucial batalla por controlar y encauzar la opinión pública. El diario español tiene ya menos de 50 profesionales en plantilla. El “Washington Post” de Bezos ha ido contratando periodistas sin parar, ya tiene 1.010, un récord desde su creación en 1877. Acaba de abrir oficina en Bogota y en Sydney, ya tiene 25 antenas en el exterior. Pero el “New York Times” tiene en plantilla más de 1.700 periodistas. Claro que ha logrado alcanzar 7,5 millones de suscriptores, el 89% digitales. Los ingresos por esta vía ya representan el doble de los ingresos totales por publicidad. Beneficio neto de 100 millones. Lo han logrado, son una publicación global. En esta lista de privilegiados, empujados por la fuerza del idioma inglés, están por ahora muy pocos: Además del “NYT”, el “W. Post”, el “Wall Street Journal”, “Fianancial Times” y ”The Economist”. La visión del mundo anglosajona y económica se está comiendo el mundo.
Los gestores empresariales de los medios españoles no han sabido ni querido salir de su zona de confort. Han cometido varios pecados capitales, algunos compartidos en muchos países, como ofrecer gratis total en Internet lo que vendían bastante caro en los quioscos. Pero su gran pecado ha sido su estrepitoso fracaso en la vital tarea de digitalizar los medios. Las tres grandes editoras españolas, Prisa, Vocento y Unidad Editorial, no han logrado superar hoy en día el listón del 20% de facturación digital sobre facturación total. Prisa está en el 19%. Los grupos de comunicación de la zona norte de Europa están por encima del 50%. Algunos gigantes europeos están por encima del 70%. Por ejemplo, el alemán Axel Springer está en el 71%, con nada menos que 2.246 millones de euros en ingresos On Line.
Los gerentes españoles solo han encontrado frente a esto una estrategia: despedir periodistas. El último informe sobre la profesión periodística de la Asociación de la Prensa de Madrid les saca los colores. El resultado es más de 8.600 periodistas apuntados en las colas del paro, un 27% más que en 2019. Pero tenemos más estudiantes de periodismo apuntados en las diferentes escuelas y universidades que ningún otro país europeo. ¿Cómo se explica? Debe ser un fenómeno de algo así como glamur residual, un espejismo cuyo resplandor permanece mucho después de apagarse el fuego teñido de cierto romanticismo. He visto a periodistas españoles, que se dirigían a cubrir algún brutal y peligroso conflicto, armados de un chaleco antibalas cedido por Reporteros Sin Fronteras, sin cobertura de ningún medio, pagándose viaje y estancia de su bolsillo, cobrando una limosna por crónica publicada.
Llevo más de 40 años en la profesión, desde que contemplaba arrobado componer en plomo en las linotipias. He digerido como he podido, a trancas y barrancas, incontables revoluciones tecnológicas. Y apenas estamos en el principio. Lo más fuerte y disruptivo viene ahora, está comenzando a llegar a las redacciones. La economía, un campo en el que he ejercido una buena parte de mi vida profesional, pivota actualmente sobre el cambio tecnológico. Y este fluye a velocidad exponencial. Pero la mayor parte de los medios, incluso los de calidad, no se enteran. Siguen con sus secciones fosilizadas en unos esquemas que ya no existen más. Los medios viven en una burbuja mediática autoalimentada. Cada sitio de noticias cubre más o menos el mismo conjunto de temas e historias, surfean sobre las olas cotidianas de las mismas noticias, muy lejos de la profundidad del océano, huérfanos de significados, no son capaces de cortar el aluvión de señales digitales cacofónicas.
Recapitulemos: primero, tenemos a nuestra disposición algunas herramientas tecnológicas prodigiosas y apenas empezamos a utilizarlas. Todo periodista debe ser multimedia y eso es decir mucho en la era digital. Primero está la Inteligencia Artificial, tal vez la tecnología que puede ser más ubicua. Podemos automatizar el análisis de Big Data, podemos crear una gran cantidad de contenidos sin participación humana y personalizar la información para cada persona particular. Podemos ofrecer toda una lista de innovaciones en marcha en periodismo mediante la IA. La lista podría ser muy larga, en muchas cabeceras de vanguardia. También hay peligros y desafíos éticos.
Hay que advertir que el desarrollo de la IA está básicamente en manos de las grandes plataformas tecnológica. Uno de los que sabe de eso en España es Xavi Uribe-Etxebarría, fundador de Sherpa. El grupo aragonés Henneo tiene una empresa muy valiosa, Hiberus, que comercializa soluciones tecnológicas variadas, entre las que destaca Xalok, un gestor de contenidos de vanguardia. Google ha asignado 12,1 millones de euros a medios españoles y Henneo es la segunda empresa más beneficiada, solo por detrás de Prisa. Son perlas que debemos cuidar.
Fuera algunos lo entienden bien. La cobertura tecnológica del “Washington Post” experimentó un crecimiento del 40% en lectores en 2020. La dirección acaba de agregar ocho periodistas especializados más, haciendo crecer el equipo que cubre la información tecnológica hasta los 27 reporteros, editores y periodistas de video. Marcan el camino.
Si aspiras a ser periodista o algo así, tendrás que fajarte con la tecnología y deberás correr sin resuello tras esa liebre cada vez más rápida durante toda tu vida profesional. Verás prodigios, pero seguramente deberás reinventarte sin cesar. Empezar de cero una y otra vez. Nunca esta baqueteada profesión ha tenido ante sí un futuro tan difícil como apasionante.