Prefiero entender un por qué

Incluso su dolor pasado puede ser una bendición para alguien. Los levantadores de esperanza están dispuestos a volver atrás y transmitir ilusión

José Luis Zunni | Martes 12 de enero de 2021

Nos enfrentamos a un año difícil, pero seguramente mejor que el que acabamos de cerrar. 2020 terminará siendo un gran titular en los libros de historia dentro de pocos años, por lo que tenemos la obligación moral de hacer que 2021 sea la recta final y la salida de una larga pesadilla.

En esto estamos empeñados todos, gobiernos, instituciones organizaciones y ciudadanos.

Pero hay un aspecto esencial de nuestra naturaleza humana que nos hace quebrar la voluntad cuando parece que los infortunios han pasado a dominar nuestras vidas.

Siempre hay obstáculos en nuestro camino existencial, pero lo que no debemos hacer es convertirnos nosotros mismos en una de aquellas barreras que nos coartan la libertad y también la felicidad.



Es ese preciso instante en que se ha perdido toda esperanza en resolver un problema que no tiene solución, como lamentablemente sucede con un enfermo terminal, aunque al menos para sus familiares se tenga la esperanza de que no sufra y muera dignamente. Es dolor y al mismo tiempo esperanza, al mitigar definitivamente el sufrir por ese sentimiento de alivio para los que se aferran y simultáneamente despiden de esa persona querida.

Justamente en estos momentos de crisis (demasiado largo desde marzo de 2020), es cuando hay que apelar al interior de nuestro ser, a lo que no sale en los telediarios ni se desparrama por las redes sociales. Ese yo interior que lucha por adaptarse a situaciones que no habíamos vivido (confinamientos, restricciones de movimiento, cierres perimetrales, etc.) pero que eran necesarios en este combate cuerpo a cuerpo con el Covid-19.

Pero una vez que las vacunas se van distribuyendo e inoculando, poco a poco estaremos mejor protegidos para los futuros rebrotes y contagios, aunque falta aún camino por recorrer.

Pero es necesario alimentar la esperanza.

Como decimos en el título de nuestra aportación de hoy, incluso su dolor pasado puede ser una bendición para alguien”, porque haber sufrido y experimentar el dolor, pero saber cómo levantarse de un fuerte golpe de la vida, es siempre reconfortante para quién se ha aferrado a ese hilo de esperanza…a una ilusión, pero se esforzó por ella…no la dejó sola sino que la alimentó, para que se hiciera carne en su persona.

Decimos también que “los levantadores de esperanza están dispuestos a volver atrás y transmitir ilusión”, en referencia a la solidaridad que debemos tener con nuestros prójimos, especialmente el reconocimiento a los que hacen mucho por los demás.

Los tenemos a tiro: médicos, enfermeros y todo el personal sanitario de cualquier tipo de nivel que han estado y siguen estando al lado de los enfermos Covid.

Los que han tendido la mano a las personas que no tenían su familia a su lado y necesitaban ese calor humano que les diera la esperanza del reencuentro con los suyos.

¡Muchos…han sido muchos!... lamentablemente, que tuvieron la última mirada y apretón de manos de sanitarios al despedirse de este mundo, porque el Covid se los llevó.

Pero otros tantos fueron dados de alta y si bien pudieron pasar este virus y derrotarlo gracias a los esfuerzos y atención de los profesionales sanitarios, su esperanza también les mantuvo vivos, porque la psicología individual juega un papel preponderante en la recuperación de cualquier enfermo.

No le damos la importancia que tiene

A pesar que no le damos la importancia que realmente tiene, la esperanza es verdaderamente una emoción esencial y subestimada. Es una fuerza interior poderosa que nos mueve y también “mueve montañas” (no sólo la fe).

Cuando en tu mente y especialmente en tu corazón, te resuena ese eco de esperanza, puedes hacer que tu vida sea más positiva, incluso según muchos expertos en emociones y sentimientos, puedes vivir más.

Es muy fuerte el sentimiento de esperanza, porque por más que pueda estar lejano en el tiempo ese objetivo, o la persona querida, o la lucha por superar un mal que nos ha hundido y atormenta, todo…absolutamente todo, puede canalizarse mejor si tenemos, al menos, un poco de esperanza.

Porque cuando estamos esperando a que algo suceda y al mismo tiempo tomamos medidas al respecto, puede ayudar a que suceda. Eso de a “Dios rogando y con el mazo dando” nunca ha sido más cierto.

En el ámbito sanitario no haber contado con todos los recursos necesarios cuando nos sorprendió la primera ola de la pandemia en la primavera pasada, no limitó la esperanza ni de profesionales, ni políticos y menos ciudadanos, que ponían todo su ánimo y fuerza en la búsqueda de soluciones, incluyendo el sacrificio personal de los que estaban al lado de los enfermos o los que también haciendo un sacrificio (ciudadanos) eran confinados.

Y este poderoso sentimiento que es la esperanza lo podemos incorporar en la mente (que seamos plenamente conscientes de lo que experimentamos) para mejorar nuestras vidas.

Debes recordar que casi nada es imposible mientras haya esperanza. Solo tienes que escuchar estas palabras, o incluso leer citas y literatura de algunas grandes mentes, que terminarán abriendo tu corazón y mente a la esperanza.