Comienza ya la reconquista de los espacios públicos, de los lugares de trabajo, de las zonas de sociabilidad… ¡de la normalización de la vida! Y a esto le hemos denominado desescalada de las medidas de confinamiento ligadas a la proclamación del Estado de Alarma derivado de la pandemia global provocada por el coronavirus COVID-19. En fin, la vuelta a la normalidad.
Los que diseñaron el Tratado de Versalles en 1919 pensaron esto mismo a la hora de sellar la paz entre aliados y prusianos. Y buscaron un latinajo que expresara esta paz vigilante. Lo encontraron en un autor romano poco conocido cuyo eslogan hicieron universal en Versalles: “Si vis pacem, para bellum”. Si quieres la paz, prepara la guerra, prepara la posibilidad de una vuelta atrás.
¿Y si llega la segunda oleada?
Es un reto nuevo para el liderazgo y para el mundo de la gestión de empresas; porque no sólo hay que desactivar las medidas de cierre, confinamiento, teletrabajo, humanización de la distancia, gestión emocional de la diáspora. También hay que prepararse para una vuelta gradual a la normalidad que tenga un Plan A progresivo y que conserve lo mejor del aprendizaje de este mes y medio; pero también necesitamos un Plan B que prevea el peor de los escenarios de contingencia: una vuelta atrás, un retorno al confinamiento… la llamada segunda oleada de la epidemia.
Y si esto sucede, no sólo habrá un problema organizacional y logístico; sino que irá asociado también a una profunda crisis emocional, de autoestima, de resiliencia y de psicosis colectiva por la aparente derrota. Por ello, los líderes de las organizaciones y empresas deben desescalar gradualmente, mantener equipos importantes de teletrabajo durante un tiempo, hacer que el teletrabajo pueda ser de libre elección durante un ciclo amplio, no cortar las alas de manera definitiva manteniendo días semanales para trabajar desde casa, etc.
Con el mismo rostro de ingenuidad que en la proclamación del Estado de Alarma -ya hace mes y medio- se nos habla ahora de un plan de desescalada en las medidas de confinamiento y limitación de las libertades ciudadanas. Un plan sometido al libre albedrío de cada Comunidad Autónoma y de cada país de nuestro entorno. Un mundo en anarquía que genera más dudas que certezas, más temores que certidumbres.
Una imagen en la retina
Cuando nos detenemos a ver imágenes como la de nuestra foto de portada en una ciudad China absolutamente desierta el pasado mes de enero, nos obliga a reflexionar sobre la necesidad de evitar que esto vuelva a ocurrir no sólo en España, sino en todo el planeta.
Las cosas no han ido bien para nadie en el primer trimestre de 2020. Estamos hablando de la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial.
Pero se empieza a volver a la actividad de manera gradual en España y otros países. La cuestión es formularnos una pregunta fundamental: ¿Estamos preparados como sociedad si tuviésemos la desgracia de tener que enfrentarnos a un nuevo rebrote del Covid-19?
La respuesta no es sencilla, más cuando estarán las empresas tratando de recuperar el tiempo perdido y los ciudadanos no quedar en los registros del paro. O sea, poco espacio para pensar en una segunda oleada de la pandemia.
¡Pero habrá que hacerlo! Esto implica dos niveles diferentes de actuación:
Las responsabilidades serán diferentes para ambos; pero habrá que actuar, en caso de que sucediera un rebrote, de una manera mucho más coordinada y, muy especialmente, con la capacidad de anticipación suficiente.
Habremos aprendido que ya en enero se nos advertía desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la peligrosidad de esta pandemia.
Habremos aprendido que el confinamiento era absolutamente necesario para cortar con los contagios, para ir venciendo al virus en la medida que le cerrábamos la posibilidad de propagación vía contacto personal.
Pero si cuando se produzca la desescalada en su última fase, que será no antes de finalizado el mes de junio (si todo va bien), y que la normalidad regrese a nuestras vidas hacia finales de año, un rebrote en medio de este espacio temporal podría ser un impacto que no estemos con la suficiente fuerza moral ni económica para afrontar si no somos capaces de ejecutar un plan que ponga a salvo, en primer lugar, la vida de los ciudadanos y, en segundo lugar, que no vuelva a paralizar la economía.
Las reglas claras
Es de responsabilidad de las empresas tener reglas claras que guíen a los empleados para realizar sus trabajos en un ambiente seguro.
A medida que se va produciendo la llamada desescalada, son muchas las incógnitas que se presentarán durante las próximas semanas tanto a las CCAA como a las empresas.
Hay una legislación prioritaria del Gobierno de España amparada en el Estado de Alarma; pero serán los diferentes gobiernos de las autonomías que deberán ir adaptándolas según su propia circunstancia frente al coronavirus y teniendo en cuenta su realidad social y económica, caso de algunos pueblos en diferentes regiones de nuestro país que no han tenido ni un solo caso de contagio.
Pero la cuestión es que toda la sociedad (ciudadanos y empresas), junto a las instituciones de todo el Estado español, deberán estar contando, si se quieren hacer las cosas bien, con un plan de contingencia ante un posible nuevo rebrote que los asesores científicos, médicos y epidemiólogos creen que es posible pueda ocurrir en el próximo otoño.
Por tanto, las reticencias que se tengan respecto a la forma en que se vaya haciendo la apertura no estarán nunca desacertadas, porque no podemos darlos el lujo – hablando en términos médicos- de una recaída del enfermo (la sociedad en su conjunto).
Tanto las Comunidades Autónomas como el Gobierno central están pendientes unos de otros de la manera en que se va a ir llevando la desescalada a fin de reabrir sus economías. Las empresas ahora se enfrentan al desafío de cómo y cuándo traer de vuelta a sus empleados de manera segura.
Factores que dificultan esta tarea para los propietarios de negocios
Sobre las pautas de seguridad podrán producirse diferencias de una Comunidad Autónoma a otra, por lo que las empresas con múltiples ubicaciones en todo el país deben mantenerse actualizadas sobre las diversas normativas de aplicación.
Abrir el grifo, pero con sumo cuidado
Si no se gestiona con cuidado la situación, cualquier plan de reapertura puede convertirse en un semillero de problemas potenciales, que podrían explotarle en la mano a las empresas.
Esto tiene que ver con la seguridad que la empresa ofrece tanto a empleados como clientes. Hay que estar preparados para demostrar que se han tomado medidas para reducir preventivamente el riesgo en las instalaciones.
Desde este Foro hemos estado siguiendo muy de cerca todo el proceso de confinamiento, las medidas que se han tomado por parte del Gobierno y, ahora que va a empezar la desescalada, estamos también muy atentos a toda la información que nos van dando de manera oficial, así como qué vamos detectando en el comportamiento diario de las empresas.
Esto nos ha llevado a ir comparando lo que se está haciendo en otros países y, como siempre sucede, se pueden sacar algunas conclusiones que puedan resultar de interés a nuestros lectores/as a fin de tenerlos en cuenta en un plan de reapertura de actividades:
1º) No es conveniente que la empresa adopte de manera automática un mecanismo para la toma de la temperatura.
2º) Al proceder a tomar la temperatura como medida de seguridad, hay que considerar los desafíos logísticos involucrados, lo que implica que no sea la empresa la que la tome, sino que se contrate a profesionales de la salud. Tendrán el equipo adecuado y la capacitación necesaria.
3º) Es imprescindible mantener la privacidad de los datos biométricos.
4º) Mantener firme el distanciamiento social.
Esto implica que no hay que asumir que el distanciamiento social será fácil de imponer. En teoría parece simple, pero es mucho más difícil de ejecutar.
5º) No sólo se trata de marcar la distancia en el sitio de trabajo, sino en los movimientos y trayectorias a zonas comunes, como áreas de descanso y los baños. Lo que hace forzoso convertir los baños colectivos en individuales, al menos durante un período de tiempo.
6º) También las áreas de recepción y pasillos, que involucra a recepcionistas, así como los corredores que deben ser de un solo sentido si es posible en virtud de la distribución física de las oficinas.
7º) No hay que confiarse y asumir que todos los empleados se van a sentir con la seguridad necesaria para volver a su puesto de trabajo.
La mayoría de las veces los empleados no pueden negarse a presentarse a trabajar. Entonces, ¿qué hacer cuando simplemente deciden no presentarse?
Dada la experiencia forzosa del teletrabajo, serán muchas las personas que aún quieren trabajar desde casa, lo que implica cómo habrá que tratar de manera equitativa a todos los empleados, para no incurrir en agravios comparativos.
8º) No equipar al personal con mascarillas sin un procedimiento adecuado.
No serán ni las CCAA ni el Gobierno los que den las orientaciones específicas, porque estas las tendrán que dar las propias empresas. Dependerá de ellas elaborar un plan para obtener un suministro suficiente, mantenerlos limpios y capacitar a los empleados sobre cómo usarlos adecuadamente.
9º) Todas las precauciones que se tomen para mantener al personal seguro serán en vano si no piensa en cómo manejar a los visitantes en la oficina, ya sea entregando paquetes o clientes.
En muchas empresas en Estados Unidos, desde minoristas hasta empresas de servicios profesionales, están optando por publicar letreros fuera de sus edificios aconsejando a los visitantes que no ingresen si han tenido síntomas de Covid-19 recientemente o si han estado en contacto con alguien infectado.
También solicitan que se llame primero a recepción en lugar de entrar directamente.
Mirando a China
Empresas de diversos sectores, pero muy especialmente el comercio minorista en Estados Unidos y otros países de nuestro entorno, están buscando orientación en China. La economía de China ha vuelto a funcionar lentamente en las últimas semanas a medida que su gobierno levanta las órdenes de cierre.
Los cambios de hábitos
A medida que las personas comienzan a comprar allí nuevamente, las empresas se miran en su espejo. Es el caso de Levi Strauss, que ha afirmado que analizará los hábitos de los consumidores y se adaptarán a los usos y costumbres de Estados Unidos una vez que se abran todas las tiendas en este país.
Compras on line
Otros minoristas esperan una aceleración del cambio hacia las compras on line, ya que los ciudadanos se han visto forzados a pedir productos vía internet debido al confinamiento. Desde ya que esto impacta a los centros comerciales y otras tiendas físicas que tendrán que adaptarse para reducir el número de circulación de personas en sus establecimientos.
La vuelta al trabajo
Volver al trabajo seguramente ocurrirá en diferentes oleadas y también con distinta intensidad, dependiendo de la región, la situación empresarial local, las medidas de apoyo al sector correspondiente, la cantidad de ciudadanos en el paro en dichas localidades, así como la necesaria demanda de trabajadores por parte de las empresas en cada punto del territorio.
La demanda no se comportará igual para todos los sectores
Es evidente que no es lo mismo comprar un automóvil que ir al dentista o a la peluquería. Para estos servicios puede haber una acumulación de demanda que no habrá para la compra de casas o los viajes.
Estamos asistiendo a una experiencia que no teníamos como sociedad, menos aún la tenía la clase política.
Todos habremos aprendido y salidos reforzados de esta crisis, pero tenemos que contar con un plan de contingencia para un posible rebrote.
No valdrá decirnos como se dijo: “es una crisis para lo cual ningún país estaba preparado”. Sobre todo, después de salir a la luz un documento del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en el que se detallaba la respuesta a un caso pandémico como el actual, un auténtico plan de contingencia del Estado Español que no se llegó a implementar por el desconocimiento de su existencia.
Ahora sabremos cómo gestionar cualquier nueva crisis pandémica en el futuro, pero no podremos confiarnos por el sólo hecho de que la hayamos superado. Debemos tener el plan B para que no tengamos que incurrir en la lamentable pérdida de vidas que hemos soportado.
José Luis Zunni es director de ecofin.es y vicepresidente de FORO Ecofin. Director de ECOFIN Business School y coordinador de ECOFIN Management & Leadership. Director del Centro de Liderazgo de la EEN (Escuela Europea de Negocios) y coordinador académico de la Red e Latam del grupo media-tics.com. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Conferenciante. Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management de la EEN y coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DE LA EEN. Autor de ‘Inteligencia Emocional para la Gestión. Un nuevo liderazgo empresarial’, coautor de ‘Liderar es sencillo. Management & Liderazgo’ y coautor con Ximo Salas de ‘Leader’s time (Tiempo del líder)’
Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).
Salvador Molina, presidente del Foro ECOFIN y consejero de Telemadrid