El problema subyace en nuestra falta de capacidad al establecer las prioridades. Peor aún: que, conociéndolas, no tengamos la fuerza decisoria de hacer el cambio de rutina que requiere nuestra salud mental y física.
¡No! ¡No es una exageración! Porque el mal ritmo (estar físicamente ociosos) y únicamente creer que la mente sí está activa y bien, es no conocer para nada nuestra fisiología, que exige una compatibilidad de ambas cosas. Quizá es por aquel paradigma eterno de mente sana, en cuerpo sano.
Sabemos que somos personas a las que nos cuesta erradicar cosas de la agenda, porque además de estar ocupados, nos gusta parecerlo. Craso error. Hay que ser más sencillos y simplificar nuestra vida, lo que supone ganar en salud.
Cuántas reuniones fuera o dentro de la empresa en la que trabajamos… Días que están con agendas desbordadas y que nos obligan a comer un ligero aperitivo (mal comer) y mantener tanto el músculo como el cerebro en tensión, como si estuviésemos durante diez horas en la pista de atletismo compitiendo una y otra vez en los 400 metros.
A la ocupación diaria de agenda se le suman aquellos proyectos de medio y largo plazo, pero que ya requieren nuestro tiempo y atención. Sin dejar de considerar aquellas cuestiones urgentes o aquellas inesperadas que nos sorprenden a diario y provocan interrupciones o, incluso, dilaciones de varias horas o días de las tareas que teníamos entre manos.
Entonces, la pregunta que responde a nuestra aportación de hoy es: ¿podemos hacer algo para no seguir en este camino que nos hace sentir mal y con ese sentimiento de culpa de que estamos envejeciendo porque no hacemos nada al respecto? La respuesta es un ‘sí’ categórico.
Cuidado con las afirmaciones sobre el papel, que cuesta muchísimo adaptarlas en la práctica porque, en lo cotidiano, los ajustes nos terminan costando mucho más de lo que imaginamos.
¿Por qué descuidamos el descanso? ¿Por qué la obsesión de decir “yo duermo 5 horas al día”? ¿Por qué no cuidamos los tiempos que debemos dedicar a la familia? ¿Por qué… por qué?
Cada minuto mal descansado tiene consecuencias tanto en nuestra productividad, como en nuestra salud. Aunque no lo sintamos aún porque seguimos siendo jóvenes y dando guerra, el desgaste se produce.
El estrés se multiplica. La desilusión aflora y la frustración por los tiempos mal gestionados y las cosas a medio hacer nos invaden y nos desmoralizan. Nos inhiben la capacidad motivadora, que era muy respetable, pero que ahora estamos perdiendo.
¿Perdemos el sentido de propósito tan importante para mantener el nervio y la buena focalización? Queremos hoy que nos hemos levantado con la idea de hacer un cambio esencial en nuestra rutina (porque es el primer lunes después de vacaciones), pero toda la ilusión se desvanece al segundo día porque la tiranía de la agenda no nos permite mantener viva dicha esperanza para hacer el cambio.
Un camio sencillo
Los grandes cambios sociales siempre son silenciosos, pero ocurren aunque no nos demos cuenta. Los más estruendosos son los que también se apagan más rápido.
En la vida cotidiana laboral de las personas, lo que más esfuerzo nos suponga (como introducir una rutina personal que nos ayude a mejorar física y mentalmente, una caminata, ejercicio de respiración profunda o cinco minutos de meditación), son cosas que, si no las incorporamos a nuestro mapa mental de actitudes y hábitos (factores que ejercitamos siempre de manera inconsciente), terminan relativizándose ante las urgencias, interrupciones y errores garrafales en el establecimiento de prioridades y estrategias en la empresa, aunque no sea nuestra la culpa.
En el caso de que seamos los responsables del establecimiento de dichas prioridades estratégicas, tenemos la tendencia a darle importancia a la esfera laboral por encima de la personal, cuando podrían coexistir perfectamente. Solo necesitan un poco de atención: con apenas cinco minutos, se puede reparar esa sensación de sentirse mal porque nos estén agobiando las circunstancias de ese día.
El rincón de pensar
Hacerlo implica abrir una ventana a sentirse bien con uno mismo. Nos ayuda a focalizar bien lo que tenemos que ver y tenemos delante, requiriendo nuestra atención.
Aunque cuando el cansancio físico y mental nos hace empujar una y otra vez con la idea de que vamos a poder soluciona el problema que se nos ha presentado o la tarea que hay que terminar para final de semana, nuestro ánimo decae, la concentración nos juega malas pasadas y sobrevienen las dudas y el temor a equivocarnos.
Pero siguiendo esta línea terminaremos equivocándonos. Esto es lo que hay que ver cuando decidimos incorporar cinco minutos personales a la locura diaria. Terminan siendo no solo vitales para nuestra existencia, sino para los resultados de la empresa, y especialmente para las personas con las que compartimos tantas horas de nuestra vida.
Hay algunas recomendaciones que ayudarán a sentirnos mejor y cambiar las rutinas.
Un simple ejercicio de cinco minutos, para el que buscaremos un momento y sitio adecuado (como la plaza de enfrente de la oficina). O, simplemente, salir a la calle y caminar por la acera hasta que seamos conscientes de que estamos haciendo un ejercicio de respiración profunda.
Esto consiste en sentir que inspiramos y cómo entra el aire a nuestros pulmones. La sensación de que se ensanchan y que, al mismo tiempo, cuando no estamos acostumbrados a hacerlo, nos provoca cierto vahído, pero que pasa en pocos segundos. Lo indicado es caminar diez pasos inspirando, seguir diez pasos más conteniendo el aire y los próximos diez pasos exhalando.
Los primeros dos minutos nos produce cierta incomodidad porque nos vemos un poco impotentes, pero al cabo de dos minutos más se empiezan a sentir los efectos reparadores de la respiración profunda, especialmente si en el proceso nos hemos centrado solo en respirar y poner la mente en blanco.
La meditación es importante. Ese minuto de silencio interior nos resetea profundamente. En la oficina hay ruidos inherentes a la propia operatoria diaria. Se escuchan voces hablando por teléfono porque hay que establecer comunicaciones con clientes y proveedores, hay gente que se desplaza llevando un documento de un departamento a otro y personas que están esperando a que un gerente las reciba.
Todo este panorama, hora tras hora, agobia por sí solo y nos debemos dar un regalo de absoluta tranquilidad, aunque en el lugar al que vayamos haya ruido por la propia esencia del mismo -como una cafetería-. Pero es un sonido diferente que nos aparta de la rutina ruidosa que ya casi no escuchamos, pero que igualmente tiene efectos devastadores en nuestra salud psíquica.
Hay que regalarnos unos momentos gratos con la gente de nuestro equipo. Y esos segundos o minutos serán intentos si tenemos foco en esos instantes. Es lo que se conoce como presencia, una experiencia mindfullness compartida. Con frecuencia, damos por sentados nuestros pensamientos sin darnos cuenta de cuánto pueden afectar nuestro estado de ánimo y nuestro bienestar.
Cuando pensamos positivamente, estamos dirigiendo nuestra actitud hacia una acción que creemos que va a ser positiva. Afirmar la positividad y erradicar la negación son maneras coherentes de reforzar la buena relación y, especialmente, lograr una cohesión de los equipos de trabajo.
Las personas necesitan sentir que forman parte de una familia, que no tienen en el otro miembro del equipo y/o departamento a un enemigo o competidor que quiere perjudicarle, sino a un colaborador que está preocupado como él para que las cosas se hagan bien y estén todos en buena sintonía, libres de tensiones y mostrando un grado de compromiso personal entre ellos y con la organización.
Tenemos que crear nuestro Cinexin, nuestra película interior de imágenes positivas para nuestra mente. Lo hacen los saltadores antes de enfrentarse al salto de altura, de longitud o de trampolín. Pensar en algo o alguien que nos provoque ese sentimiento de agradecimiento, pero que a su vez transmitimos de manera inconsciente a las personas que tenemos a nuestro alrededor.
Cuando mantenemos esa imagen por unos quince segundos, nos ilumina y nos ayuda a volver a mirar la dificultad que estamos enfrentando con una nueva actitud (con buenos ojos, dicho coloquialmente).
Tenemos la tendencia, que nuestra naturaleza nos da a nivel mental, de sopesar nuestros pensamientos y decisiones que tomamos sobre acciones y formas de haber actuado en el pasado.
Del mismo modo, invertimos mucho tiempo haciendo planes de futuro. Pero la pregunta que debemos formularnos es: ¿al presente le ponemos en el pedestal que debe estar o ni siquiera lo consideramos?
Lamentablemente, la mayoría de las personas, excepto las que hayan iniciado un entrenamiento vital con un coach o hayan participado en coaching de equipos en la empresa, no reparan en este enfoque de nuestra vida diaria. Y esta pérdida de perspectiva de la vida es la que nos condiciona, nos desilusiona y provoca, en mayor o menor medida, sufrimiento.
Tan malo es estar atrapados en el pasado como estar viendo un futuro de fantasía que no existe en la realidad y que terminará afectándonos si no lo procesamos adecuadamente.
Ciertas investigaciones han puesto de manifiesto que cuando estamos muy flojos mentalmente, pensando en pasados que no volverán o futuros de incertidumbre y/o fantasía, se contribuye significativamente a nuestra infelicidad.
Los cinco minutos que pedimos que nos dediquemos son el antídoto para corregir estas debilidades de nuestro pensamiento e integrar mejor el presente diario en nuestras vidas, lo que nos ayudará significativamente a ser más felices a nivel personal y profesional.
José Luis Zunni es director de ecofin.es y vicepresidente de FORO Ecofin. Director de ECOFIN Business School y coordinador de ECOFIN Management & Leadership. Director del Centro de Liderazgo de la EEN (Escuela Europea de Negocios) y coordinador académico de la Red e Latam del grupo media-tics.com. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Conferenciante. Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management de la EEN y coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DE LA EEN. Autor de ‘Inteligencia Emocional para la Gestión. Un nuevo liderazgo empresarial’, coautor de ‘Liderar es sencillo. Management & Liderazgo’ y coautor con Ximo Salas de ‘Leader’s time (Tiempo del líder)’
Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).
Salvador Molina, presidente del Foro ECOFIN y consejero de Telemadrid