Obtuvo un máster en diseño industrial en el Pratt Institute y es licenciada en filología inglesa y escritura creativa en la Universidad de Princeton.
Es autora de “Alegre” un libro en el que explica cómo cultivar una vida más feliz y saludable haciendo pequeños cambios en nuestro entorno.
Al formular la pregunta “¿Cuándo fue la última vez que sentiste alegría?” explica y convence en que cambiando el entorno es la fuente más accesible para encontrar alegría.
Su tesis, la que suscribo al 150%, sostiene que es hora de que abramos nuestros ojos al mundo físico. Porque “al hacer pequeños pero poderosos cambios a las cosas que nos rodean, podemos vivir vidas más felices y saludables”.
Es interesante su relato de cuando tiene que presentar un trabajo de diseño ante un tribunal, en el que uno de los profesores le dice “tu trabajo me da una sensación de alegría".
Su primera reacción es como si se revelase contra esta afirmación, por lo que se plantea que ella va más a lo simple, queriendo ser diseñadora para poder resolver problemas reales. Porque piensa que la alegría es agradable, pero es un poco ligera, no sustancial.
No dejaba de estar intrigada con lo que había escuchado de parte de uno de los miembros del tribunal, porque estaba más que convencida que la alegría era ese sentimiento intangible que surgía de las cosas que habían en la mesa junto a ella. Los trabajos que presentaba.
Cuando le preguntó a los profesores: "¿cómo las cosas nos hacen sentir alegría? ¿Por qué las cosas tangibles nos hacen sentir alegría intangible?", simplemente respondieron con un “simplemente lo hacen”.
¿Cuál es su descubrimiento? Como tantas cosas que nos ocurren en la vida, de manera natural comprendió que no sólo las cosas están vinculadas, sino que el mundo físico puede ser un recurso poderoso para que podamos crear vidas más felices y saludables.
Coincido también Ingrid Fetell Lee, en que diferentes estudios e investigaciones científicas aún mantienen desacuerdos en cuanto a qué es la alegría, utilizando a veces las palabras "alegría", "felicidad" y "positividad" de forma más o menos intercambiable.
Pero hace un matiz interesante: que cuando damos saltos de alegría por una cuestión que nos ha provocado una repentina emoción, se trata de una sensación de un momento determinado. Por contrario, la felicidad es cómo administramos todos los diferentes momentos en que nos podemos considerar razonablemente felices a lo largo de nuestra existencia. La diferencia es entonces eminentemente temporal.
Ingrid Fetell Lee cree que como cultura, estamos obsesionados con la búsqueda de la felicidad y, sin embargo, en el proceso, pasamos por alto la alegría. Podríamos también calificar o etiquetar este sentimiento como que no sabemos gestionar como debiésemos el presente…el hoy.
Saber vivir cada momento plenamente y disfrutarlo. Porque la sucesión de todos ellos nos llevan a ese camino de felicidad más o menos razonable de la que esperamos sea nuestra vida a lo largo de los años que nos toque vivir.
Un mundo que nos divide
Ingrid Fetell Lee afirma que “el mundo fuertemente dividido y políticamente polarizado en el que vivimos a veces tiene el efecto de hacer que nuestras diferencias se sientan tan vastas como para ser insuperables”. Parece una obviedad si esta observación se hace desde el punto de vista sociológico, porque las diferencias existen. Pero no deja de ser muy sutil y profundo su punto de vista, ya que debajo de todo ese orden que nos coloca en situaciones muy diferentes como diverso es el ser humano, existe una parte de “cada uno de nosotros que encuentra alegría en las mismas cosas”.
Y por más que siempre se dice que todas estas cosas son placeres pasajeros, de hecho son muy importantes porque nos hacen que recordemos de la humanidad compartida que se encuentra en el disfrute y goce de experiencias compartidas de un mundo físico.
De ahí que cuando, por ejemplo en nuestro estudio que tenemos en casa, queremos tener determinados cuadros, mapas colgados de la pared, fotos, un orden determinado en los los libros que colocamos en sus estantes (sujetos o no a alguna clasificación que nos gusta), etc., forma parte de nuestro micro clima o entorno que nos hace sentir bien. Es nuestra zona de confort.
Visto así, Ingrid Fetell Lee acepta también que a pesar de que un sentimiento de alegría sigue teniendo un halo de misterio y volatilidad, podemos acceder a él a través de lo material y tangible del mundo físico. Lo que los diseñadores llaman “aesthetics” (estética) y que la raíz de la palabra griega de la que deriva significa sentimiento y/o percepción.
Cada momento de alegría es pequeño, con frecuencia muy efímero, pero estamos seguros que con el paso del tiempo, la suma de las partes será más que el todo. Por ello, Ingrid Fetell Lee afirma que “tal vez, en lugar de perseguir la felicidad, lo que deberíamos estar haciendo es abrazar la alegría y encontrar maneras de ponernos en el camino de ella más a menudo”.
Debemos admitir que en el interior de cada uno de nosotros, existe nuestra tendencia natural (una especie de impulso) a la búsqueda de situaciones no sólo de alegría, sino todos aquellos momentos y circunstancias (por ejemplo en el trabajo) en los cuales hacemos todo el esfuerzo, ponemos lo mejor de nosotros mismos, para que nuestro micro entorno laboral esté libre de tensiones negativas y que a pesar del estrés y la responsabilidad, sea un ambiente no tóxico y se respire libertad y alegría.
Ingrid Fetell Lee también nos dice que la “alegría no es un extra superfluo. Está directamente conectado a nuestro instinto fundamental de supervivencia. En el nivel más básico, el impulso hacia la alegría es el impulso hacia la vida”.