Siempre se ha dicho que 'la unión hace la fuerza'. Y parece que los editores españoles empiezan a comprender que sus competidores reales en la actualidad no son otras cabeceras (que también), sino Facebook, Google o incluso Netflix. Sí, Netflix: la plataforma compite con los medios por el tiempo de los usuarios y por la disposición que tienen a pagar por servicios digitales. En un contexto tendente a los muros de pago, los periódicos tendrán que buscar la forma de seducir a los usuarios para que alguna de esas suscripciones que aceptarán los usuarios sea para ellos.
No en vano, el informe 'Presente y futuro del sector media', elaborado por KPMG a partir de entrevistas a directivos del sector, destaca el levantamiento de muros de pago como uno de los 5 retos del sector de los medios. El más importante, de hecho, para los encuestados, aunque en directa competición con los cambios en la inversión publicitaria, la explotación de los datos, la búsqueda de un valor añadido que permita diferenciar los productos o la necesidad de encontrar alianzas.
Este último apartado es elocuente: el 68 % de los encuestados creen que será necesario aunar fuerzas para salir de la crisis en la que está estancado el sector en su conjunto. Pero tampoco será la panacea, ya que la ganancia de volumen de nada servirá si no se monetiza, y para ello son necesarios los contenidos de calidad y la mejora de la experiencia del usuario, como reconocen los editores, máxime en un contexto de pago por contenidos.
Sin embargo, y a pesar de que parecen compartir el diagnóstico y la receta, la percepción generalizada es más bien pesimista. Así, la mitad del centenar de directivos encuestados califica de "regular" cómo se encuentra el sector, mientras que un 62 % espera que continúe así durante el próximo año, precisamente el que estiman crítico para el establecimiento de modelos de suscripción de pago que permitan dar la vuelta a la tortilla. El problema es que el 58 % de los encuestados reconoce no estar haciendo lo suficiente para adaptar sus compañías a la realidad imperante. Un peligro mortal porque supone comprender cómo salvar sus negocios, pero mantenerse, una vez más, a la espera de que las cosas se solucionen por sí mismas.