Hace tiempo que la guerra comercial entre Estados Unidos y China tenía a Huawei como epicentro y principal batalla, como demostró la detención en Canadá de Meng Wanzhou, vicepresidenta y heredera de la compañía, por los supuestos negocios que había hecho el fabricante chino con Irán a través de empresas subsidiarias creadas para evitar las sanciones al régimen persa.
Las reticencias del Gobierno de Donald Trump contra Huawei se enmarcan en la guerra comercial, sí, pero oficialmente se basan en la supuesta inseguridad de los dispositivos de la compañía china y en su teórica vinculación con el régimen que encabeza Xi Jinping. Estados Unidos aduce problemas de seguridad en los productos de Huawei, algo que la compañía niega tajantemente. Y aunque Occidente necesita a la compañía china para desplegar con éxito y solvencia las redes 5G, y Huawei necesita el mercado occidental para sus dispositivos (véase Android), parece que el tanto se lo anota esta vez Estados Unidos.
Recordemos que la Administración de Trump publicó la semana pasada una ley que prohibía a las empresas estadounidenses contratar con Huawei por estas supuestas fallas de seguridad (aunque la ley en sí no apuntaba explícitamente a la compañía china). Ahora, y amparándose en ese decreto, Google ha puesto fin a sus negocios con el gigante chino, lo que supone un golpe prácticamente mortal a Huawei, cuyos dispositivos no recibirán actualizaciones de Android ni acceso a las aplicaciones de Google Play. Los nuevos dispositivos de la marca china tampoco podrán utilizar Android, a excepción de las versiones de código abierto disponibles en el mercado (que en cualquier caso no contarán con soporte o acceso a aplicaciones oficiales de Google).
La medida, por lo inédito, ha puesto en vilo al sector tecnológico. En parte porque tras el anuncio de Google han llegado los anuncios de Qualcomm e Intel, que también vetarán la colaboración con Huawei.
Google ha enmarcado su decisión en la normativa estadounidense que les impide seguir trabajando con Huawei. También ha tratado de tranquilizar a los actuales usuarios de dispositivos de Huawei al explicar que la retirada no supondrá eliminar la seguridad que la compañía provee a los usuarios de Android.
Lo que pase a partir de ahora con Huawei es una incógnita, pero la medida se sentirá más allá de Estados Unidos, dado que la retirada de Google será para todos los mercados. Esto implica que en España, por ejemplo, se sentirá de un modo especial, dado que Huawei es el primer vendedor de smartphones del país, con más del 28 % de la cuota de mercado (por encima de Samsung).
En paralelo, habrá que ver si la decisión de Google supone el golpe de efecto definitivo para que las encalladas negociaciones entre China y Estados Unidos se reactiven y lleguen a un acuerdo que ponga fin a una guerra comercial que prácticamente cada mes implica subidas mutuas de aranceles, algo que todavía no se está notando en la economía global (más allá de la Bolsa y sus frecuentes caídas), pero que todos los organismos internacionales alertan que sucederá si se mantiene en el tiempo. También habrá que ver, en caso de no acuerdo, qué pasará con el despliegue del 5G, donde ya hemos dicho que Huawei es un importante actor cuyos tentáculos están más que presentes en Europa (y particularmente en España): si no hay acuerdo entre China y Estados Unidos y Trump cumple con sus amenazas de paralizar negocios con aquellos países que continúen trabajando con Huawei... la guerra comercial entrará en un nuevo y posiblemente dramático episodio de consecuencias tan imprevisibles como desconocidas. Lo de Google puede que solo sea el principio o, con suerte, que sea el principio del fin de la historia.