A finales de los 80 se vivió en España una verdadera revolución en el campo de la televisión: en apenas unos años emergieron de la nada una buena cantidad de canales públicos y privados, lo que configuró para casi una década el mercado televisivo del país (después llegarían las plataformas de televisión por satélite, y luego todo lo demás que ya conocemos).
Ahora, tres décadas después, el mercado televisivo está viviendo otra verdadera revolución, con la salvedad de que en esta etapa de cambios no solo se suman actores a la oferta y todos logran convivir en armonía, como allá por los 90, sino que algunos ven cómo pende sobre sus cabezas una espada dispuesta a eliminarlos del mercado.
Las televisiones autonómicas han vivido lo que se podría considerar una tormenta perfecta: a la crisis económica que se cebó especialmente con los medios de comunicación por su afectación sobre el mercado de la publicidad, se ha unido la propia digitalización de los medios, la proliferación de canales y plataformas de televisión, los recortes en los presupuestos destinados a sufragar estas cadenas públicas y los desmanes de algunos gobiernos regionales con ellas, hasta el punto de haberlas convertido en herramientas propagandísticas que han perjudicado a su imagen, aceptación y relevancia.
La caída de la publicidad ha hecho mucho daño a las televisiones autonómicas. Según datos de InfoAdex, entre enero y marzo de 2019 la facturación ha caído un 11,2 % respecto al mismo periodo del año pasado. Y no es algo nuevo, dado que la inversión publicitaria en medios tradicionales lleva cayendo desde hace una década, aunque en televisión haya sido menos grave que en otros medios.
En 2018, las televisiones autonómicas ingresaron 102,2 millones de euros, un 10,5 % menos que en 2017. Un hecho que ha llevado a la FORTA, el organismo que aglutina a todas las autonómicas de España, a buscar la forma de crear una comercializadora conjunta de publicidad que les permita ganar poder negociador en el mercado. Pero el proyecto está paralizado por la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, responsable de la televisión autonómica de Cataluña, se desligó del proyecto de forma repentina.
La caída de los ingresos por publicidad también está ligada a la progresiva pérdida de audiencia de estos canales. La cuota de pantalla de las cadenas autonómicas fue del 8,2 % en abril, ligeramente por debajo de la obtenida por los canales temáticos de pago (8,5 %), 'La 1' (9,4 %) y a años luz de 'Antena 3' (11,7 %) o 'Telecinco' (14,1 %). El dato de las autonómicas es 3 décimas menor que hace un año y 3 décimas menor que hace un mes, según datos de Kantar Media y Barlovento Comunicación.
Sin embargo, no todas las autonómicas sufren de igual modo. La lideresa absoluta es la catalana 'TV3', que en abril logró un 13,5 % de cuota de pantalla (-1,6 puntos respecto al mes anterior), pero estas buenas cifras de audiencia se ven a menudo empañadas por las acusaciones de manipulación informativa o su papel en el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017.
A pesar de estas máculas, la televisión catalana está muy por encima del resto de autonómicas. Lejos de ella están la gallega 'TVG', con un 9,8 % (cae una décima), 'Aragón TV' (8,8 %), 'ETB2', la autonómica vasca en castellano, con un 8,5 % (cae 4 décimas) y la andaluza 'Canal Sur' (7,6 %, con caída de 7 décimas). Por detrás, a cierta distancia, están 'Telemadrid' (4,9 % de cuota en abril, un 0,6 % más que en marzo), la balear 'IB3' (3,2 %) o la -nueva- valenciana 'À Punt' (1,9 %, seis décimas menos que el mes anterior). Hay una decena de canales autonómicos que no alcanzan el 1 % de cuota de pantalla, si bien la mayoría de ellas son segundas señales o versiones internacionales.
En España hay 15 corporaciones de televisión autonómica de titularidad pública, pero todas las Comunidades y Ciudades Autónomas cuentan con televisión regional (en Navarra, La Rioja, Cantabria y Castilla y León son de titularidad privada). Su continuidad no está del todo garantizada a largo plazo, sobre todo porque algunas corrientes políticas apuestan abiertamente por su eliminación, esgrimiendo los desmanes de los gobiernos que las han gestionado hasta ahora y el gasto que suponen para las arcas públicas: la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, de la que también depende 'Catalunya Ràdio', tuvo en 2018 un presupuesto de 307 millones de euros, de los cuales 231 millones fueron aportados por la Generalitat. Es la más cara de España, a cierta distancia de los 162 millones de presupuesto de 'Canal Sur' (de los cuales la Junta de Andalucía aportó en 2018 más de 140 millones de euros), de los 134 millones de la vasca 'EiTB' (de los cuales 127 millones fueron aportados por el Gobierno Vasco) o los casi 80 millones de presupuesto de 'Telemadrid', de los cuales alrededor de 70 millones los aporta el Gobierno regional. En conjunto, las televisiones autonómicas costaron a los españoles casi 1.000 millones de euros en 2018, como detalló la Agencia EFE en un completo reportaje.