PERIODISMO

¿Para qué sirve el Congreso de Periodismo Digital de Huesca?

Nos lo guisamos y nos lo comemos

Redacción | Lunes 18 de marzo de 2019
Ha cumplido 20 años y sus conclusiones siguen siendo las mismas: los medios hemos perdido el control de las noticias pero el futuro tecnológico que nos inunda nos ofrece oportunidades nunca vistas para hacer nuestro trabajo. Más de lo mismo en el congreso de periodismo más prestigioso de España. ¿A qué jugamos?

Vaya por delante que el propio Congreso de Periodismo Digital de Huesca dice en la primera de sus conclusiones de su vigésima edición que "todos somos sabios a toro pasado". Es totalmente cierto que todos tenemos la receta infalible para salvar el periodismo, pero la realidad es que 20 años después seguimos repitiendo los mismos mantras, como si no hubiera alternativa. Como recuerdan las conclusiones de esta edición, si hace dos décadas se hubiera hecho caso a gente como Pepe Cervera, que por entonces, antes que nadie, comenzaba a vislumbrar los riesgos que traería Internet al periodismo, tal vez otro gallo cantaría. Pero como no se hizo, el gallo que ahora canta se llama Facebook. Y nos ha pasado por encima.

Puede que no sea necesario organizar un congreso e invitar a poderosos nombres de la industria (Ignacio Escolar, Soledad Gallego-Díaz, Francisco Marhuenda, Ana Pastor, Jesús Maraña...) para terminar concluyendo que "multiplicar los impactos para atraer la atención del público es una batalla perdida" o que no debemos permitir, como medios de comunicación, que otros actores o poderes marquen la agenda. Tampoco, para anunciar que las noticias tienen un precio y que se debe pagar por ellas: eso se lleva haciendo varios siglos y somos los propios editores los que hemos acabado con ese modelo.

Que conste que la crítica se hace extensible a otros congresos de periodismo que pueblan España y el mundo, y donde nos prodigamos a menudo para lamentarnos de lo mal que está la profesión por culpa de Google y Facebook para pasar a aportar recetas que nosotros mismos no estamos dispuestos a cumplir. Ni como profesionales ni como sociedad. ¿Cuántos periodistas están realmente dispuestos a pagar por acceder a la edición digital de un medio de comunicación? ¿Cuántos periodistas están pagando actualmente por leer algún medio?

Independientemente de que Google y Facebook hayan realmente arrasado la profesión por haberse quedado con la principal fuente de ingresos de los medios (la publicidad) con una mano mientras con la otra tomaban nuestros contenidos y los redistribuían sin pagarnos y sin cobrar mientras los mezclaban con contenidos generados por cualquiera que pasara por allí, sin importar si eran verdad, mentira o chorradas, los periodistas y los medios tenemos nuestra parte de culpa. Primero, por no haber escuchado a quienes desde el primer momento dijeron que estábamos cometiendo un error de colosal magnitud en nuestra transformación digital, que de 'transformación' tenía más bien poco. Segundo, por habernos plegado a los intereses de los recién llegados sin haber valorado si realmente nos iba a beneficiar en algo lo que nos ofrecían. Tercero, por haber intentado responder tarde y mal, y además sin cohesionarnos como industria para ganar peso negociador. Y cuarto, por habernos instalado en la queja y tratar de vender a la sociedad que somos las víctimas de la película mientras nuestros medios siguen avergonzando al público al que tratamos de convencer de que estamos haciendo bien nuestro trabajo. Basta echar un vistazo a cualquier medio -cualquiera- para darse cuenta de que así no vamos a conseguir convencer a nadie de la necesidad de pagar por leer noticias: es necesario un replanteamiento de contenidos y enfoques, una reorganización de los medios -incluso editorial, para dejar a un lado esa vergonzosa fusión de los intereses políticos y económicos con los mediáticos, y viceversa-, y una reprofesionalización de la industria, algo que requiere condiciones de trabajo dignas, salarios dignos y autonomía profesional (también para la cabecera). Todo esto suena a conclusión de congreso de periodismo. Y precisamente ahí está el problema de estos foros, en que llevemos a quien llevemos, va a decir exactamente lo mismo que los demás. Y encima ya lo sabemos, por lo que salimos de allí con la percepción de no haber avanzado nada.

A pesar de ello, congresos como el de Huesca no son tiempo perdido, en absoluto. Pero los periodistas pecamos en estos foros de presentar a los estudiantes una profesión repleta de oportunidades que nos encargamos de reseñar invitando a quienes están triunfando en la profesión. Las oportunidades, ciertamente, existen, pues esos invitados no son magos, sino curritos que están levantando la profesión nadando a contracorriente. Pero deberíamos dedicar más tiempo a la autocrítica. A dar el micrófono al periodista al que su editor ha censurado un artículo porque podría ofender a un anunciante, porque eso también es el estado actual del periodismo. Deberíamos dar la palabra al becario que cobra una miseria, si tiene esa suerte, por fabricar artículos a diestro y siniestro para hacer volumen. O a su compañero de mesa, con varios años de experiencia, que trabaja con un ojo en su web y otro en la de la competencia para versionar al instante todo cuanto publiquen los demás.

Quizás estaría bien invitar a quienes están quebrando los medios para preguntarles en qué se basan para tomar determinadas decisiones que incluso sobre el papel no auguran nada bueno. O podríamos invitar a subir al escenario a quienes prefieren leer noticias en Facebook porque no se fían de nosotros. ¿Nadie tiene curiosidad por saber cómo recuperar a esas personas?

Los medios no estamos aquí para convencer, sino para dejar que los demás se convenzan por sí solos a partir de nuestros argumentos, expuestos con claridad y objetividad. Y en los congresos de periodismo tratamos de convencernos a nosotros mismos de que la profesión está tan mal, que solo nosotros podremos salvarla. Pero en 20 años lo único que hemos conseguido es destruirla entre todos cada día. Parece que todavía no hemos entendido nada.

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